“La primera canción que oí fue el llanto de mi madre junto a la cuna”
Un libro de madres que anteponen el bienestar de sus hijas y el suyo propio a favor de sus maridos, a favor de una sociedad que incluso haciendo ese sacrificio las señala y las deja envejecer sin recompensa alguna. ‘¿Ha muerto mamá?’ es la nueva novela de la noruega Vigdis Hjorth, autora de la célebre ‘La herencia’. La madre es aquí una fiera insípida que solo sabe mover la boca para infligir dentelladas en la biografía de su hija mayor. Porque no hay nada peor para una madre sometida que el aliento de una hija libertaria cayendo durante más de 20 años sobre su reseca rutina. De eso habla este libro único, personalísimo y provocador.
En mis extensos años como lectora me he encontrado libros donde la belleza se expandía incontrolable por todas sus páginas; sin embargo, solo en dos ocasiones he sido testigo de la reinvención de este término. La primera fue al leer Manual para mujeres de la limpieza de Lucia Berlin, hace ya algunos años, y la segunda ha sido ahora al leer ¿Ha muerto mamá? Un libro de una belleza sistemática, perseverante, tan opresora y absoluta que transforma incluso la identidad del lector. Un libro lleno de heridas, ya que parte de una duda feroz, insostenible, imperdonable, lleno de dolor, del dolor convertido en un mago lento que nos ayuda a entender el propio dolor, lleno de ímpetu, lleno de esas preguntas que te arrancan las ganas de pertenecer a una familia.
Un libro de madres que anteponen el bienestar de sus hijas y el suyo propio a favor de sus maridos, a favor de una sociedad que incluso haciendo ese sacrificio las señala y las deja envejecer sin recompensa alguna:
“¿A partir de cuándo mi madre fue totalmente de mi padre?”
“Mi madre se ha convertido en tierra desconocida, pertenece a un pasado mítico, no soy capaz de verla como la ve Ruth, con un cuerpo que tiene fecha de caducidad”.
Es una narración que sobrecoge porque nace de una incógnita y al mismo tiempo de un deseo. Es una búsqueda incesante de lo imposible. Un libro que hunde la carne por la falta de justicia que se presencia en cada página. Es también un abismo en el que una mujer, una hija, sólo puede leer su presente y el de su madre en las páginas amarillas:
“Yo no soy un personaje cualquiera. Las dos abrirán mi carta con manos temblorosas. Porque soy la hija, la hermana, porque somos magnitudes mitológica las unas para las otras, y porque somos enemigas, quién no siente curiosidad ante su enemigo”.
¿Ha muerto mamá? es una guerra en la que los contrincantes no se ven, y aun así provocan una marea de preguntas incontrolables para la narradora.
Hay madres que no les perdonan a sus hijas que hayan sido amadas, que no hayan sido sometidas, que hayan optado por la libertad. La madre de esta novela es una de esas madres. Una fiera insípida que solo sabe mover la boca para infligir dentelladas en la biografía de su hija mayor. Y es que no hay nada peor para una madre sometida que el aliento de una hija libertaria cayendo durante más de 20 años sobre su reseca rutina. Y de eso habla este libro único, personalísimo y provocador, que no provocativo:
“No pueden tacharme con una cruz del árbol genealógico”.
Un libro que deja una marca sin fin en la memoria de quien le ofrece su mirada. Un libro en el que la esperanza es un motor de naturaleza histriónica, pero de exquisitos modales. Un libro en el que su protagonista hace de su entereza un bastión inaudito.
Mientras se avanza en la lectura, se es consciente de que Johanna, la protagonista, es un personaje irrepetible, un modelo único dentro de la narrativa del siglo XXI. Esa hija que una y otra vez repite la dirección en la que vive su madre en un intento de reconstruir el cordón umbilical que un día las unió. Una hija que no se rinde pese a ser la hija pródiga que es recibida por ese animal incontrolable y cada vez más dañino que es la indiferencia. Johanna ha caído como Jonás en la boca de la ballena, como Alicia en un lugar que la transforma y la obsesiona aunque no la maraville:
“Tenía papel, tenía mis lápices, tengo a John tan cerca como puedo tener a alguien, tan cerca como me atrevo, porque soy una niña herida”.
Johanna es la niña que guarda en la memoria el mayor secreto que una hija puede guardarle a una madre y que, por supuesto, no les contaré, porque es un goce adentrarse en él.
Johanna es la niña-mujer que habita en un libro que exhala tanta violencia que el sudor frío que expele su presencia inunda cada párrafo. Sin embargo, ¿Ha muerto mamá? no es un espacio incómodo para el lector, sino un espacio para la reflexión, para la identificación de esa violencia que no está ni perseguida ni tipificada como tal en la mayoría de los casos:
“La papelería tenía una sección de objetos de dibujo, y me enamoré de una caja de ciento cincuenta lápices de colores, que costaba cuarenta y nueve con cincuenta coronas. Me había llevado un billete de cincuenta. Mi madre dijo, como solía decir mi padre cuando queríamos gastar dinero y no ahorrar: Si todo lo que ves lo compras, cuando los demás rían, tú llorarás”.
“Si una supiera, si una entendiera de joven lo decisiva que es la infancia, no se atrevería a tener hijos”.
Inmensas son las reflexiones sobre la exclusión familiar como inmensas son esas dos velocidades emocionales que ofrece la confesión de la mujer y de la niña que van prestándose la memoria en este diario de escarnio y pena que ya ha hecho inmortal a Vigdis Hjorth (Oslo, 1959):
“La primera canción que oí fue el llanto de mi madre junto a la cuna”.
“Mi madre había sacado un billete de ida a Yellowstone, Montana, ¿a qué iba a ir allí? ¿Mi padre encontró el billete y lo rompió y mi madre se puso mala y no pudo ir a esquiar?”.
“Una vez más constaté apenada que mi madre cerraba los ojos ante todas las verdades molestas, y me di por vencida”.
Como lectora he visto muchas verdades en los libros, pero nunca he guardado en la memoria verdades que pesen como las que plantea este monólogo de lengua híspida que fagocita una a una las respuestas que no sirven para salvar a su madre:
“Mi padre quería a mi madre para él solo, y mi madre quería pertenecer a mi padre, porque mi padre era un hombre refinado de una venerada familia a la que tenía que estar agradecida por aceptarla, pero el dolor de la infancia no desapareció por pasar a pertenecer a mi padre”.
Hay que ser muy valiente para escribir un texto desde una pregunta que tiene demasiadas respuestas, demasiados silencios, demasiadas malversaciones emocionales. Hay que ser muy valiente para mover los dedos mientras la nada choca contra ellos. Por fortuna, Vigdis Hjorth lo es y comparte su valentía de esa forma ardida en que comparte un moribundo su último suspiro.
‘¿Ha muerto mamá?’. Vigdis Hjorth. Traducción de Kristi Baggethun y Asunción Lorenzo. Editorial Nórdica. 342 páginas.
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