‘Quiero colapsar a tu lado’: el teatro en verde se abre paso

Fernando Gallego, Sandra Arpa y Laura Presa Fox son los autores e intérpretes de ‘Quiero colapsar a tu lado’, un claro ejemplo de Teatro Social.

En escena, tres amigos se sumergen en la crisis ecosocial para pasar de los datos a la poesía y de la acción a la reflexión. Basura, tierra reseca, agua, un aire que parece limpio y no lo está, ataques de ecoansiedad… Casi todo tiene un lugar en ‘Quiero colapsar a tu lado’, la obra que ha podido verse esta primavera en Madrid. Los autores han encontrado el equilibrio entre el teatro documento y la autoficción, entre la información y la emociones. Es una de las pocas producciones teatrales, en este caso de la compañía La Rueda / Teatro Social, en las que los espectadores se encuentran con una historia en la que la crisis climática toma protagonismo. Repasamos varias iniciativas actuales de grupos teatrales alternativos para pintar de verde los escenarios.

De momento, son escasos los textos en los que los autores y las compañías se vuelcan para representarnos lo que se siente ante las migraciones desde un lugar inhabitable, los residuos o la contaminación, los daños en la salud humana, el drama de un incendio o cómo ser felices con otras formas de entender la vida. Y sin textos, son pocas las obras de este cariz que están llegando a las salas, salvo en el caso del mundo infantil, aunque comienza a vislumbrase un cambio que está regando de medio ambiente lo que prácticamente era un desierto.

Quiero colapsar a tu lado es uno de esos ejemplos. Idea original de los propios actores –Fernando Gallego, Sandra Arpa y Laura Presa Fox–, durante tres años el grupo realizó talleres con ciudadanos, activistas de ONGs como Greenpeace y Ecologistas en Acción, y científicos del CSIC para “empaparse” de las diferentes posturas y respuestas frente a unas crisis ambiental y social que ya no les eran ajenas en su entorno cotidiano. Si preocupa, ¿por qué no hacer algo más?, se preguntaron.

Inmersos en el proceso, sus ansias de saber y comprender las reacciones humanas les llevó a contactar con gente tan lejana como la activista malasia Mageswari Sangaralingam, que les habló de persecución y deforestación, y con personas próximas al hombre fallecido en el incendio de la Sierra de la Culebra, en 2022. Fernando Gallego nos cuenta que su objetivo era “poner en diálogo eso que sentimos cuando hablamos de la crisis climática, emociones que van de la esperanza a la desesperanza, reflejar esas polaridades, pero sin dar cabida a un negacionismo que no tiene sentido”.

Pendientes de estrenar en otros escenarios tras su paso por la capital, para su puesta en escena en la sala Cuarta Pared de Madrid contaron con la presencia y el apoyo del investigador climático Fernando Valladares, para quien esta implicación de las artes con la ciencia es fundamental. “Hay razones para el optimismo para cambiar el rumbo, pero hay que motivar a la sociedad, animarla para que haga el esfuerzo, y para ello no basta que los científicos demos los datos. Es preciso contarlo desde las emociones y ahí el teatro es muy importante, porque los creadores saben cómo conseguirlo”, dijo a los actores al término de una de las representaciones. Él mismo espera en un futuro poder llevar a escena una versión de su libro La Recivilización: desafíos, zancadillas y motivaciones para cambiar el mundo, porque ya hay un grupo interesado en ponerse con ese reto.

Y es que algunas investigaciones, como recuerda Valladares, han puesto de relieve que, en realidad, para que otro mundo mejor sea posible, como decía Susan George, solo habrá que convencer a un 18% de la población y que, cuando la gente escucha concentrada, es fácil que abra los ojos a una realidad que ha ido transformando las vidas de tanta gente poco a poco. Ese abrir los ojos puede ser en una asamblea climática ciudadana o cuando se sube un telón. “Cierto, pero no es fácil trasladarlo al teatro”, añade el autor y actor de La Rueda Social. “Cuestiones como el cambio climático son conceptos abstractos a los que cuesta acercarse desde el teatro. Aun así, está en nuestra línea y seguiremos tocando el asunto en otros montajes”.

Precisamente con el ánimo de aumentar la dramaturgia centrada en nuestro escenario ambiental cotidiano, Cuarta Pared ha iniciado un proyecto dentro de su Espacio de Teatro Contemporáneo (ETC), donde se investiga sobre nuevos lenguajes escénicos, y ya está dando resultados: se van a montar cinco obras de teatro volcadas en estas crisis que tanto afectan a las vidas humanas y no humanas.

El primer paso fue lanzar una convocatoria para dramaturgos interesados en el cambio climático que quisieran participar en su laboratorio. “Se presentaron 80 personas o grupos interesados, entre los que elegimos a 15. Luego, durante un mes, los seleccionados acudieron a talleres con científicos y especialistas en estos temas, tras lo cual tenían que presentar un proyecto de texto. De ahí, se escogieron cinco, que fueron becados para escribir las obras con 1.500 euros. Lo siguiente fue la convocatoria pública para que compañías teatrales las lleven a escena, siendo coproducidas por nuestra sala. También se han presentado 80 grupos interesados en hacerlo, así que esperamos que entre la temporada de este año y la de 2025 podamos estrenarlas todas. Hay historias muy diversas, desde el mundo rural al activismo juvenil”, cuenta Javier G. Yagüe, director del ETC.

Yagüe es de los que tenían claro que había ahí un agujero a llenar: “Nosotros entendemos que el teatro debe estar en el debate social y es evidente que parte estaba más en lo científico que en lo cultural, así que decidimos dedicar dos años a impulsarlo. El consejo científico con el que hemos contado hizo un gran esfuerzo para que no se cayera en el catastrofismo, que la meta fuera no desincentivar y sí estimular a la acción. Pero, al final, el resultado son obras muy diferentes”.

En el pasado sí hay algunos ejemplos claros de compromiso ambiental, muy ligado a las consecuencias sociales o individuales. Es el caso de un suceso que se refleja en la obra Hondamendia , que la compañía vasca Axut! ha paseado por España, y que pudo verse en Madrid en el Teatro de Barrio a finales del pasado año. Se relatan los hechos ocurridos en febrero de 2020, cuando dos trabajadores quedaron sepultados en Zaldibar (Vizcaya), tras el derrumbamiento de un gigantesco vertedero, bajo 800.00 metros cúbicos de basura y escombros.

“Hay obras en las que el tema ambiental es evidente y otras en las que está de forma transversal, como en muchas de las obras infantiles que tenemos”, afirma Fernando Sánchez-Cabezudo, coordinador artístico del Centro Dramático Nacional. “Pero es verdad que, en general, hoy se está más volcado en conflictos políticos o en el feminismo. Desde el punto de vista creativo, está más el foco en esos conflictos entre personas que en algo mayor, pero hay ejemplos, como el de la compañía gallega Chévere, que en otoño estrenó en el Valle-Inclán la obra N.E.V.E.R.M.O.R.E., sobre la catástrofe del Prestige. Más recientemente, trajeron a España la obra The Garden of Delights, dirigida por el francés Philippe Quesne, donde narra el encuentro de un grupo de humanos en medio de la naturaleza, creando un espacio donde humanos y otras especies pretenden convivir en armonía.

Todo parece indicar que la asignatura pendiente del teatro verde cada día se acerca un poco más a las candilejas. Aunque también pueden alejarse para meterse dentro de la misma naturaleza, como pudo verse en el último festival teatral de Avignon (Francia). Allí, el  director suizo Stefan Kaegi, del colectivo alemán Rimini Protokoll, y la comisaria artística Caroline Barneaud invitaron a nueve artistas europeos a compartir su visión del paisaje con esculturas musicales, creaciones sonoras, recorridos de audio coreográficos, picnics subvertidos y obras de teatro filosóficas que buscaban despertar los sentidos de los espectadores en medio de la naturaleza, donde se realizaron los espectáculos. El proyecto se llamó Shared Landscapes. “Fue una experiencia disfrutar el teatro en el bosque” recuerda Sánchez-Cabezudo, “siguiendo a los actores con cascos”.

Una imagen del proyecto Shared Landsapes. Foto: Camile Blake / Berlines Festspiele.

Una imagen del proyecto Shared Landscapes. Foto: Camile Blake / Berlines Festspiele.

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