Rafael García Maldonado: «Benet fue uno de los españoles más brillantes del siglo XX”
El nombre del escritor e ingeniero Juan Benet (Madrid, 1927-1993) revoloteaba en mi casa familiar cuando mis hermanos y yo éramos pequeños y, sin que nos diéramos cuenta, nos íbamos convirtiendo en lectores al ver cuántas horas le dedicaban a leer nuestro padre y nuestra madre. Benet siempre estaba entre los entusiasmos sobreactuados que en Navidad comentaban el añorado tío Manolo y mi padre. El ingeniero compartía grupo con Faulkner, Bioy Casares, Conrad, Mann o Borges, pero a mí, personalmente, siempre me fue esquivo. Primero por su complejidad formal, quizá por precipitación. Y después porque me convertí en un lector perezoso para la ficción y el Grand Style literario, centrado en los ensayos y la historia como estaba –y aún estoy, aunque menos–.
Mi hermano Rafael García Maldonado (Málaga, 1981) saca tiempo para escribir entre la atención de su botica y su familia con dos hijos pequeños, y ahora ha publicado Benet. La ambición y el estilo (Ediciones del Viento), que se presenta el próximo martes, 6 de noviembre, en la madrileña librería Alberti a las 19.30 h. Un libro difícil de etiquetar que busca dar a conocer al hombre, al ingeniero y, sobre todo, al autor detrás de novelas tan valoradas como Volverás a Región o Saúl ante Samuel. Con el libro he comenzado a leer, y a entender, mejor a Benet. Pero sigo sin saber cómo mi hermano es capaz de escribir estas cosas en la hora de la siesta.
Estamos tan familiarizados con Benet que parece que lo conoce todo el mundo, y es más bien lo contrario. Por resumir: ¿quién fue Juan Benet?
Me voy a poner un poco Wikipedia. Juan Benet nació en Madrid en 1927, y tras terminar la carrera de Caminos empezó a trabajar de ingeniero en 1954, profesión que no abandonó nunca, hasta su muerte en enero de 1993. Su gran afición a la lectura le hizo empezar a escribir ya durante la carrera, pero no publicó narrativa hasta 1961, el libro de cuentos Nunca llegarás a nada. Antes había publicado algo de teatro, al que siempre fue muy afecto. No dejó de publicar hasta su muerte; menos en poesía destacó en todo, en ensayo, cuento y novela.
Bien, y dejando el lenguaje Wikipedia, ¿qué significó literariamente?
Juan Benet irrumpió a finales de los 60 con la publicación de Volverás a Región y Una meditación, dos obras maestras, y supuso un punto de inflexión en el panorama narrativo. El realismo social estaba agotado, y casi desprestigiado, y Benet vino a decir que se podía escribir de otra manera, dando peso a la imaginación y el cultivo del estilo noble. Camus dijo que si se escribía claro se tenía lectores, y que si se escribía oscuro se tenían admiradores y discípulos. Benet es más conocido, quizá, por los amigos y discípulos que tuvo, entre ellos Javier Marías, Manuel de Lope y Eduardo Mendoza.
Y respecto a tu carrera, ¿por qué Juan Benet? Quiero decir: siempre estuvo de fondo en casa, pero se ve que no te bastó con leerle.
Porque me quedé deslumbrado con su obra; Volverás a Región me dejó tocado. Y una vez me puse a investigar sobre él, me di cuenta de que era el escritor que yo tenía que ser: un profesional que con la vida resuelta y en horas de ocio se dedique a la exigencia literaria, a la mayor de las ambiciones posibles. Para mí la literatura es vital, importantísima, pero no podría ser nunca mi profesión. El descubrimiento de Benet me pilló en una época en la que andaba agobiado sin saber cómo compaginar mi carrera sanitaria y la naciente y totalitaria vocación de la escritura. Él me enseñó que se puede compatibilizar perfectamente. Es más, que era incluso lo deseable.
Los sobrinos, claro. Y la farmacia. Además, hace 25 años de la muerte de Benet y apenas ha habido homenajes.
Sí, eso es, y era imperdonable que en este año no se publicase nada sobre él. Es el escritor más importante de la segunda mitad del siglo XX, una personalidad fuera de serie, uno de los hombres más brillantes que dio España en esos años. Era un verdadero polímata, un sabio, y en su carrera de ingeniero de Caminos destacó mucho también.
Es un libro difícil de definir, una mezcla de ensayo, biografía y diría que novela, ¿no?
Sin duda. Es un ensayo, un ensayo íntimo, introspectivo si quieres, con trazos novelescos, sí, y también de dietario personal. No es una biografía, es, en esa parte, un repaso a la vida y la obra. Yo no soy profesor, ni erudito ni académico, yo soy novelista, narrador, cuentista, diarista, como quieras, pero no soy un biógrafo. Aunque de su vida no invento nada, casi todo estaba ya publicado anteriormente en blogs, artículos, pequeños ensayos y libros descatalogados.
Pero tu vida, la nuestra en casa hace años, es importante en este libro. ¿Por qué?
A la vez que repaso su vida y su obra doy también pinceladas sobre mi vida mientras creaba el libro, las entrevistas con parte de su familia, viajes, etcétera. También elaboro mi propia teoría literaria sobre la narrativa actual, y uso a Benet como estandarte, como reclamo y ejemplo, una manera de llamar la atención sobre la decadencia actual.
No es que me haya llamado la atención porque hablamos y comentamos mucho, pero está claro que no eres muy fan de los escritores más o menos jóvenes españoles, ¿no?
Hay algunos buenísimos, pero creo que estamos en un momento en el que la ambición de estilo y la profundidad han desaparecido prácticamente de las librerías de nuevo, o al menos de las mesas más destacadas. La autoficción, la historieta zafia y una suerte de nuevo realismo social lo han invadido casi todo en el plano literario. No hablo de los best-sellers, esos siempre han estado ahí, para mí la degradación está en la literatura literaria, valga el pleonasmo. El ensayo ha corrido mejor suerte que la ficción, a mi juicio. Algunos de los últimos me han gustado mucho. En novela, casi nada me entusiasma, aunque lo que me gusta suele gustarme mucho. Benet decía que la calidad literaria era inversamente proporcional a la venta de libros. Todo el mundo quiere vender, y claro, pasa lo que pasa. Un dato: tanto Proust como Benet, dos de mi triada capitolina, tuvieron que autoeditarse las primeras obras.
El trabajo de campo te hizo amigo de un hijo de Benet. ¿Le ha gustado el libro a la familia?
Sí, sí, de Eugenio, un tipo maravilloso. Sin él el libro no sería el que es. Bueno, la familia es grande, y de Eugenio no tengo queja alguna, antes al contrario. Recientemente he sabido que hay otros miembros de la familia a los que no ha gustado la parte más novelesca de la obra, pero qué le vamos a hacer. Yo no pido permiso para novelar, jamás. ¡Sólo faltaría! Si hay quien no ha entendido que el libro no es una biografía, lo lamento, pero es que no lo es. Cuando se habla de alguien, siempre, aunque sea el panegírico más almibarado del mundo, hay uno que se queja, pero es hasta cierto punto lógico. La memoria –y ya lo dijo Benet en muchas de sus obras– es engañosa, artera, y cada uno tiene una.
¿Y a qué lo achacas?
Nunca habrá objetividad sobre el pasado. Pero debo insistir: yo no invento nada sobre Benet, yo analizo someramente toda su obra y doy datos biográficos ya publicados en otros sitios. Mi trabajo de campo fue leer de cabo a rabo todos sus libros.
Sé que te han escrito algunos de sus amigos y discípulos, algunos de ellos muy conocidos, como el académico Francisco Rico, Javier Marías, Félix de Azúa, Molina Foix, el profesor García Pérez, etcétera; también críticos de la talla de José María Guelbenzu o Ignacio Echevarría. ¿Qué te dicen?
La recepción está siendo estupenda en general, no puedo quejarme. Gusta a gente muy benetiana y también a gente que no ha leído jamás a Benet. Mi intención era esa, que la gente se adentrase en el mundo de Benet gracias al libro. Que Benet volviese a la vida, que iluminara a los escritores que empiezan y duden qué camino tomar, que los académicos y biógrafos lo estudien a fondo, etcétera. Es una injusticia el olvido de un escritor así, y fíjate, hay dos personas que me han escrito diciendo que gracias al libro han empezado a leer Volverás a Región, y eso es maravilloso.
Yo entre ellos.
Es hora de que dejes a Camilleri y la prensa, sí.
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