Una rapera afgana, una feminista iraní, la dueña de una sex shop en el Golfo Pérsico…
La corresponsal Ángeles Espinosa acaba de publicar ‘El tiempo de las mujeres: crónicas asiáticas’, una recopilación de sus crónicas periodísticas, cien historias que dibujan el mundo de las mujeres en Afganistán, Irán, Irak, Yemen, Gofo Pérsico, a las que hemos llenado de tópicos y prejuicios desde Occidente. Mujeres que quieren dar definitivamente un paso adelante contra tantas injusticias, desigualdades e incluso atrocidades que las acorralan. Una rapera afgana, una joven agredida con ácido sulfúrico en la cara, una sentenciada a lapidación, una renombrada feminista iraní, la dueña de una sex shop en el Golfo Pérsico, una doctora en Filosofía yemení que lucha en su universidad por la igualdad, la primera Nobel de la Paz árabe, Tawakkul Karman.
Por ROSA M. TRISTÁN
Cuando Ángeles Espinosa aterrizó por vez primera en Arabia Saudí se le quedó grabado el tremendo choque que le supuso encontrarse con todas la mujeres cubiertas de negro, de arriba abajo, con hombres que eran incapaces de mirarla a los ojos mientras hablaba. Si ella preguntaba, ellos contestaban a su acompañante masculino. La obviaban. “Pero ¿por qué no hacen una revolución?”, se preguntaba. Tres décadas después, las que ha pasado como corresponsal de El País por diferentes países árabes, su visión es distinta y las preguntas que se plantea son otras en una realidad femenina que reconoce cambiante y que ha querido recopilar en El tiempo de las mujeres: crónicas asiáticas, editado por La Línea del Horizonte.
A lo largo de un centenar de relatos periodísticos, Espinosa nos habla de mujeres que “ya no están dispuestas a guardar silencio” y que, con grandes o pequeños pasos adelante, van rompiendo moldes mientras el mundo exterior, internacional, tiende a invisibilizarlas bajo el burka del desconocimiento de sus luchas y sus retos. Desde Beirut, Teherán, Bagdad y ahora desde Dubai, la autora ha tenido la ocasión, a lo largo de todos estos años, de conocer a grandes lideresas y a muchas campesinas, a juristas pioneras y a amas de casa, a niñas recién casadas y a directoras de cine. En Irán, en Egipto, en Bagdad, en Yemen, Omán o Afganistán. Con ellas ha ido aprendiendo la diversidad que se esconde bajo las telas que cubren sus rostros. Así, su obra periodística se ha acabado convirtiendo en un caleidoscopio de formas de pensar que va mucho más allá de la Primavera Árabe, los conflictos generados por el yihadismo extremista o una visión occidental que tiende a condenarlas al papel de víctimas, y por tanto susceptibles de ser salvadas por un pensamiento que culturalmente con frecuencia les resulta ajeno.
La iniciativa de reunir historias como la de una rapera afgana, una joven agredida con ácido sulfúrico en la cara, una sentenciada a lapidación, una renombrada feminista iraní o una baréini dueña de una sex shop en el Golfo Pérsico, entre otras muchas, fue de la editora de La Línea del Horizonte, Pilar Rubio Remiro. Pilar llevaba años siguiendo ese goteo, que ya era un río, en el que las palabras de Espinosa nos iban haciendo conscientes de que las árabes son mujeres activas en lucha, aunque quizás no tanto por quitarse el hijab como por luchar contra el matrimonio infantil, la lapidación y los crímenes de honor, la violencia en sus hogares… Y también por cosas tan cotidianas como poder cobrar un seguro o una pensión de alimentos del padre de sus hijos. “Propuse a Ángeles un libro que recogiera sus crónicas porque pensé que tenían un hilo conductor y que es una forma de hacer ver que no están solas, que nos interesan sus problemas y conocer lo que están haciendo; también es un homenaje a su trabajo periodístico en un sector, el de los corresponsales, en el que casi todos han sido hombres hasta hace muy poco”, señalaba Rubio Remiro al presentar en Madrid El tiempo de las mujeres.
La autora aceptó la propuesta, porque ella es una convencida de que en nuestras sociedades debemos romper con la uniformidad de hijab, el chador, el nijab o el burka, que evidentemente son un reflejo del atraso de unas sociedades ancladas en la desigualdad, pero que nos impide verlas como son: “Hay muchas que defienden que un Estado o un gobierno no pueden decidir sobre su forma de vestir, pero también las hay con diferentes formas de pensar sobre este tema”, comentó Espinosa.
Ya desde el prólogo, la feminista iraní Sussan Tahmasebi nos introduce en un escenario que sufrió un sobresalto en 2011 con la Primavera Árabe de Túnez, que luego arrastró a otros países. Muchos movimientos de mujeres creyeron ver una oportunidad para cambiar leyes que promovían y promueven la discriminación y la violencia contra la mitad de la población; en definitiva, para tener una mayor representatividad política y social. Pero aquellas revueltas acabaron en conflictos sociales, en más violencia y en el auge del extremismo religioso, que no sólo no ha puesto fácil el camino, sino que lo ha hecho más difícil. “Aun así, los gobiernos de la zona saben que la forma en que tratan a las mujeres les genera mala imagen internacional y algunos firman convenios internacionales en los que se habla de igualdad, cambian leyes e incluso nombran a ministras, aunque no suele ser en los puestos de más responsabilidad. Es una forma de cubrir el expediente; eso sí, si luego esas nuevas leyes no se cumplen, no pasa nada a quien las vulnera”, reconoce.
Así, poco a poco, a lo largo de las páginas vamos conociendo a una doctora en Filosofía yemení, Anisa Al Shahbi, que lucha en su universidad por la igualdad; a la primera premio Nobel de la Paz árabe, Tawakul Kerman, en cuyo caso ser islamista no le ha impedido posicionarse contra las leyes matrimoniales e incluso pedir un levantamiento de las mujeres; y nos encontramos con la bloguera Eman al Nafjan, que no permite que se la fotografíe pero que desde su bitácora, Saudiwoman, se ha convertido en un referente de las jóvenes de su país y para quien “el envoltorio negro” es el menor de sus problemas.
En la presentación puso también sobre la mesa la reciente campaña en las redes #MosqueMeToo, que crece lenta pero sin pausa. “El origen estuvo en una mujer paquistaní que puso en su muro de Facebook que había sufrido tocamientos en su peregrinación a La Meca, cuando iba bien tapada. Las críticas hicieron que tuviera que cerrar su perfil, que ya ha reabierto, pero esa campaña vuela ahora sola. Así les dicen a los hombres que, si aún yendo con niqab son agredidas en actos religiosos, el problema son ellos, los hombres, independientemente de su forma de vestir. Quienes lo denuncian son mujeres muy valientes”, explica.
Espinosa nos relata también esos retrocesos que la violencia y el extremismo tratan de imponer en Siria o Yemen o Pakistán, de terribles historias de niñas casadas con 14 años, de padres que matan a sus hijas adolescentes porque sospechan que le gusta un chico o de cientos de afganas encarceladas por “crimen moral” (es decir, negarse a un matrimonio forzoso, ser violada o quejarse de la violencia de género).
Ese compromiso de la autora y periodista con ellas, y en general con las mujeres árabes, se extiende más allá de su trabajo con las letras, pues ha decidido donar su parte de derechos como autora de ‘El tiempo de las mujeres’ a los centros y clínicas que la ONG Alianza por la Solidaridad tiene en Jordania, principalmente destinados a las refugiadas sirias. Cada año, miles de mujeres, que desde que comenzó la guerra en su país tuvieron que huir con sus familias, acuden a estos servicios para recibir atención sanitaria especializada en salud sexual y reproductiva, pero también frente una violencia de género que, como en todas las guerras, ha aumentado con el conflicto, tanto en su entorno social como dentro de las familias. “Quería colaborar con una organización que se centrara en estos temas, colaborar en la visibilización de ese trabajo con las mujeres”.
Su libro acaba con una frase que lo resume todo: “Tal vez las mujeres hayan sido la mitad oculta de esta parte del mundo pero ya no están dispuestas a guardar silencio por más tiempo”.
Comentarios
Por Paul, el 15 marzo 2018
La religión, el enemigo de la libertad,mientras halla pobreza y poca educación,habrá manipulación,sometimiento y desigualdad.Llegara el día en el que los religiosos y conservadores dejaran de ser mayoría y se respirara libertad sin sus sucios dioses y sus leyes fascistas.