¿Realmente pueden llegar a entenderse ecologistas y animalistas?

Foto: Pixabay.

El periodista y escritor Javier Morales (colaborador de ‘El Asombrario’), activista de los derechos de los animales, da un paso más a su exitoso libro ‘El día que dejé de comer animales’ y publica ahora ‘La hamburguesa que devoró el mundo’ (Plaza y Valdés Editores) sobre el impacto en el planeta y el clima de las dietas del consumista mundo occidental basadas en alimentos que proceden de animales. Con un arriesgado subtítulo: ‘Un panfleto ecoanimalista’; dos invitadas de honor para prólogo y epílogo: Ruth Toledano y Marta Tafalla, respectivamente, y un apéndice que nos parece el tramo más original y valiente del libro, en el que Morales lanza un cuestionario a una treintena de profesionales sobre las relaciones y conflictos entre el movimiento ecologista y el animalista, con la intención de encontrar puntos de acercamiento y entendimiento. Recogemos aquí reflexiones de 10 de ellos, comenzando por el propio autor del libro y terminando por el periodista que firma la selección y coordinador de esta revista. 

Javier Morales: “La hamburguesa del título simboliza dos elementos fundamentales que están en el origen de la crisis ecosocial. Por un lado, el triunfo del tecno-capitalismo feudal, la voracidad de un sistema ajeno a los límites físicos y vitales, que considera el mundo entero, al planeta en su totalidad, como una gran fábrica, como una macrogranja en la que no importan las condiciones de vida de sus habitantes, humanos y no humanos. Por otro lado, la globalización de la hamburguesa como comida rápida, basura, conecta no sólo con nuestra forma de vida desquiciada, sino con el triunfo del carnismo”.

“Como trato de sostener en este panfleto, perseguir un mundo más justo implica bajarnos de nuestro antropocentrismo, empezar a mirar al resto de habitantes de este planeta como iguales, no como esclavos y subalternos. Propongo, por tanto, una confluencia (o al menos un entendimiento) entre el ecologismo y el animalismo (de ahí el subtítulo), a sabiendas de que son movimientos muy heterogéneos, con muchas voces diferentes, y que nombrar a veces supone reducir y limitar”.

Núria Almirón, catedrática de Ética y Economía Política de la Universidad Pompeu Fabra: “Hay una falta de entendimiento y la hay por las dos partes. Esta falta de entendimiento puede llevar a momentos puntuales de conflicto, efectivamente, como cuando los ecologistas  se alegran de introducir depredadores en espacios naturales protegidos, sin tener en cuenta la artificiosidad y especismo que ello puede conllevar. O el apoyo de algunos animalistas a opciones alimentarias que, a pesar de no incluir animales, son muy poco sostenibles (alimentación con pesticidas, ultraprocesada, de laboratorio, etc…).

Joaquín Araújo, campesino, escritor, guionista y naturalista: “Para mí no serás ecologista si no eres también animalista, y viceversa. Si acaso se podría afirmar que el ecologismo es más panorámico desde el momento en que incluye la totalidad de los planteamientos de toda la civilización, especialmente su forma de producir y consumir”.

Juan Ignacio Codina, doctor en Historia Contemporánea y escritor: “Desde mi punto de vista, cierta parte del ecologismo mira al movimiento animalista por encima del hombro. Se escudan en la ‘ciencia’ para tomar decisiones, minusvalorando al animalismo hasta el punto de olvidar que detrás del animalismo también hay ciencia, estudios y mucho trabajo académico. Por otra parte desde el animalismo se mira con recelo al ecologismo. Creo que deben extenderse puentes entre ambos movimientos, trabajando en aquello que nos une, que no es poco, ya que, por ejemplo, ¿de qué sirve defender a los individuos si sus hábitats están siendo destruidos?”.

Coral García Barón, periodista y responsable de prensa de WWF España: “Creo que podría haber puntos de encuentro entre ambos movimientos, por supuesto que sí. Sin embargo, no veo que haya muchos espacios de debate por ahora en los que se fomente el diálogo común. Es como si defendiéramos cosas muy diferentes. Llevo dedicándome desde mediados de los 90 a esta especialidad y no he visto aún un posicionamiento conjunto público y claro entre animalistas y ecologistas. La verdad es que no entiendo bien el porqué. En determinados momentos, WWF ha sido criticada por los animalistas, pero creo que eso no ayuda de cara a la opinión pública. Esa fractura resta mucho al movimiento de defensa de los animales, ya que con ciertos puntos de fricción en los que se podría llegar a un consenso, creo que el rumbo de todas esas organizaciones, si no idéntico, es muy parecido”.

César Javier Palacios, naturalista y periodista ambiental: “Ese conflicto existe solo entre las posiciones extremas. Todo ecologista es animalista por naturaleza y todo animalista es ecologista; las diferencias vienen de falta de información, de la escasa empatía hacia quien no piensa igual que nosotros, de posiciones cerradas que no aceptan que pueda haber algo más importante en el mundo que un lince ibérico o un gato doméstico, de quienes no buscan lo mucho que nos une y se quedan siempre en los radicalismos de lo que nos separa”.

Javier Rico, periodista ambiental: “Claro que puede haber puntos de encuentro. Sobre todo si pensamos que las personas somos las principales responsables de los males y/o alteraciones que viven cotorras, gatos o palomas, y que no siempre nuestra continua intervención mejora las cosas. Casi siempre las empeora. Un ejemplo en positivo sería la postura firme en contra de las macrogranjas y otro tipo de explotación animal similar. Incluso contra la caza deportiva”.

Jorge Riechmann, profesor de Filosofía Moral y escritor: “Los ecologistas deberían asumir como propia la crítica antiespecista de los animalistas (porque es correcta) y los animalistas deberían recoger la perspectiva más sistemática de los ecologistas (y asumir las limitaciones del individualismo moral). Ambos colectivos pueden aprender del otro y encontrarse en una concepción del mundo más inclusiva. Yo he tratado de dar forma a eso como simbioética…”.

Rosa María Tristán, periodista ambiental y escritora: “Para los ecologistas, en general, es importante el equilibrio en los ecosistemas previo a la intervención humana, mientras que, para los animalistas, es fundamental la vida de los animales, aunque eso cambie las reglas naturales de funcionamiento. En mi opinión, se les humaniza desde el punto de vista de nuestra especie. Con ello, no se trata de negar que sufren o sienten, sino que se interfiere, como cuando han soltado visones de granja o conejos. Podría haber puntos de encuentro si no se polarizaran posiciones, entendiendo unos y otros cómo ha funcionado la vida en la Tierra desde hace 3.000 millones de años, pero sin olvidar que ahora estamos 8.000 millones de humanos interfiriendo y eso requiere medidas correctoras”.

Rafa Ruiz, periodista ambiental y escritor: “Como sucede en tantísimos otros ámbitos hoy día, en vez de buscar puntos de intersección que generen acuerdos y avances, se busca subrayar la diferencia, lo propio, con el ánimo de pertenecer e identificarse de forma radical y sin fisuras con un colectivo. Tienen enemigos comunes muy claros enfrente. Pero ni siquiera se han puesto de acuerdo en hacer piña defendiendo agriculturas regenerativas y ganaderías en extensivo frente a, por ejemplo, el uso de plaguicidas que acaban con la biodiversidad, tampoco con el cierre de las macrogranjas que están aniquilando lo que queda del mundo rural. Tan triste como irresponsable”.

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