Redescubriendo a Rubén Blades, Persona 2021 en los Grammy Latinos
‘El Asombrario’ publica por primera vez en español el diálogo que en el año 2014 sostuvieron el cantautor Rubén Blades y el escritor Edgar Borges en el Instituto Cervantes de Nueva York. Este encuentro solo había sido publicado en inglés por la revista ‘Review 89. Literature and Arts of the Americas’. Hoy lo compartimos con nuestros lectores a propósito del Grammy que le acaban de entregar en Las Vegas a Blades como Persona del año 2021.
Texto y traducción de Sebastián Zubieta
El 6 de marzo de 2014, el Instituto Cervantes de Nueva York presentó un encuentro entre el cantante y compositor Rubén Blades y el escritor Edgar Borges. La conversación se desarrolló en el marco de la publicación del libro Vínculos. Apuntes con Rubén Blades, de Borges. Ignacio Olmos (entonces director del Instituto Cervantes) presentó a ambos. De Blades, nacido en Panamá y con residencia en Nueva York, destacó su multifacética trayectoria en la música, la actuación, la política y los derechos humanos como Embajador de Naciones Unidas. “La música salsa”, aseguró, “se divide en un antes y un después de la obra de Rubén Blades”.
Respecto a Edgar Borges, natural de Venezuela y con residencia en España, ilustró su apuesta narrativa por la ficción con una declaración del propio autor: “Hoy la política y casi todas las vías públicas se han deteriorado junto a esta maltrecha realidad, es un tiempo estelar para que el arte se sacuda del simplismo dominante y abra puertas”. Ignacio Latasa, editor de Leer-e, el sello español de la primera edición de la obra, confesó que propuso la fecha del evento en homenaje al 87 cumpleaños de Gabriel García Márquez y al vínculo creativo que el Premio Nobel colombiano tenía con Rubén Blades, quien en el año 1987 publicó el disco Agua de luna en homenaje a los cuentos del creador de Cien años de soledad. Luego, Edgar Borges invitó a Rubén Blades a dialogar sobre el universo narrativo de sus canciones. Literatura y música crearon el espacio para compartir recuerdos, lecturas y perspectivas sociales.
Edgar Borges: Para escribir el libro, Rubén, contemplé tu obra desde 7 ventanas. Cada ventana como una mirada. 7 ventanas que se pudieran multiplicar en muchas miradas. Cada mirada observa la ruta desde su propia perspectiva. La ruta sería la madre tierra, o la Maestra Vida como tú la definiste en tu obra. Tu discografía, como si fuese una novela por entregas, narra distintos capítulos del recorrido por la Maestra Vida. Observo que tu obra se divide en dos tiempos, dos formas de contar, dos ciclos. Y es la producción Maestra Vida la que determina esos períodos. El primer ciclo, que denomino “La crónica de la calle latinoamericana”, se caracteriza por canciones descriptivas, irónicas, punzantes, callejeras. Esta etapa comprende las primeras grabaciones en Panamá con El Conjunto Latino, Los Salvajes del ritmo y Bush y sus magníficos, hasta tu incursión en el sonido de Nueva York con Pete Rodríguez, Ray Barreto, Louie Ramírez, Luis Perico Ortiz, Fania All Star y Willie Colón. Y cito algunos álbumes: Metiendo mano, Siembra, Canciones del solar de los aburridos y la ópera salsa Maestra Vida, parte I y parte II. ¿Tú observas este primer ciclo en tu obra? Y de ser así, ¿el trabajo anterior fue un camino para llegar a Maestra Vida?
Rubén Blades: No tracé un plan que dijera “voy a hacer esto”. Sí es cierto que se fue creando un argumento, pero no como un plan definido. Influyó mucho el hábito de la lectura. La curiosidad siempre la he tenido. Desde los cinco años comencé a leer comics, pasquines. Toda mi vida el hábito de la lectura se mantuvo presente. Estoy convencido de que lo que uno aprende de niño continúa toda la vida. El gusto por la lectura se lo debo en gran medida a mi abuela. Era una mujer muy especial como todas las mujeres de mi familia. Mi abuela nació en 1885; se casó dos veces y dos veces se divorció. En 1915 estaba divorciada, algo que no era fácil en términos de estigma social para la época. Las mujeres no estaban preparadas académicamente para sostener una familia. Ella tuvo dos hijos en cada matrimonio y luego no tuvo relación con sus parejas, por eso tuvo que encargarse de los cuatro hijos. Ella era maestra y como no tenía dinero suficiente para mandar a estudiar a todos, sólo les dio estudio a las mujeres. Yo le pregunté por qué hizo eso y ella me respondió que las mujeres necesitaban estudiar más que los hombres. Mi madre aprendió a tocar el piano y terminó siendo cantante. Eso determinó mi camino.
Yo tuve la suerte de tener a mi abuela. Recuerdo que me regaló un libro de poemas oscuros de un autor alemán llamado George Trakl. El simbolismo alemán para ella era muy importante. Un argumento que explique mi pasión por la lectura es que tuviera una abuela inteligente. Cuando comencé a cantar y a escribir cosas, no me di cuenta del impacto que habían ocasionado en mí todas aquellas lecturas. No hubo un plan, al principio todo en la música ocurrió como cualquier muchacho que quiere tocar música para divertirse y que lo inviten a las fiestas para conquistar muchachas. El único plan era ir a la escuela y específicamente a la Universidad Nacional de Panamá a graduarme de abogado. Mucha gente cree que yo soy abogado porque vengo de una familia de posición cómoda y no es así. Mi mamá no terminó primaria, mi papá tampoco; mi abuela fue la primera que terminó secundaria. Yo fui el primero de la familia en ir a la universidad.
E.B: ¿Qué hecho político marcó al Rubén de entonces?
R.B: En la política me marcaron los sucesos del año 1964, las luchas por el canal de Panamá. Reclamábamos ese territorio como parte del territorio nacional. Para entonces tenía 14 años, ahí comenzó mi interés en recordar y superar situaciones sociales, ese fue el inicio del argumento político de mi trabajo. Recuerdo que más tarde me dio mucha risa que se me considerara un cantor de protesta, cuando en realidad lo que hacía era cantar propuestas.
Música
Es importante destacar que también comencé en esa dirección influido por otros músicos. Chico Buarque del Brasil y la música como vehículo de descripción de la realidad diaria, la confirmación de que no todo lo que había que contar era sobre el amor de pareja. Piero me llegó mucho, de pronto un cantante saca una balada sobre el padre y la titula Mi viejo. Piero proponía fórmulas distintas a decir “te bajaré todas las estrellas”. A eso añade que yo viví el inicio del rock and roll. El rock era una forma de establecer una identidad distinta a la de los padres; mis padres eran músicos pero, como todo muchacho, había una necesidad de buscar gustos distintos. Después me atraen bandas como la de Eddie Palmieri y la voz de Cheo Feliciano junto a Joe Cuba.
Lecturas
Sir Walter Scott, Alejandro Dumas, Quevedo, Juan Ramón Jiménez, Balzac, Homero, Mark Twain, William Faulkner, Jorge Luis Borges, Julio Cortázar, Horacio Quiroga, Mario Benedetti. Albert Camus me marcó sobre todo con el libro El hombre rebelde. Hasta hoy Albert Camus me parece uno de los escritores más honestos. Leí y leo mucho.
Gabriel García Márquez
Lo primero que leí de él fue un trabajo periodístico. Creo que Relato de un náufrago es de lo mejor que ha hecho en su vida. Nos conectó un amigo mutuo, por teléfono, él en Colombia y yo en Nueva York. No hablamos mucho esa vez porque creo que los dos consideramos que el amigo mutuo estaba jodiendo la paciencia y que no era Gabriel el que hablaba para mí, ni yo para Gabriel, era Rubén. Solo hablamos por teléfono al principio pues a Gabriel no lo dejaban entrar a Estados Unidos. Después nos vimos en México primero. Tuve la idea de hacer un disco inspirado en literatura y me pareció ideal obtener su participación para hacerlo, inspirado en sus cuentos cortos iniciales. Le propuse escribirlo juntos y me respondió instantáneamente que no. Le pregunté por qué y me respondió: “No lo terminaríamos nunca”. Así que lo hice solo, entendiendo que no iba a tratar de hacer adaptaciones de lo que él escribió, sino más bien interpretar lo que no escribió y lo que me pareció que se escondía detrás de la sombra del escrito. Así nació el disco Agua de luna, uno de los discos míos menos vendidos y menos radiado. Todo el mundo lo atacó y creo que sólo nos gustó a Gabo y a mí. Ojos de perro azul parece haber sobrevivido a esa debacle.
Cheo Feliciano
Lo escuché en un disco en casa de un amigo, me pareció que su voz sonreía al cantar. Me gustó su timbre y su ingenio al sonear. Empecé a imitar su estilo. Lo conocí en Panamá por un momento (me dice el propio Cheo), pero no lo recuerdo. La primera vez que recuerdo haberle hablado fue en 1971, el mismo día que conocí a Tite Curet Alonso, en San Juan de Puerto Rico. Es casi increíble que 40 años más tarde, en 2012, grabáramos un álbum juntos.
E.B: El segundo ciclo de tu obra lo defino como “La crónica de la geografía global”. De una etapa más latinoamericana pasas a narrar y a musicalizar un concepto más universal, existencial. Incluso me atrevería a decir que tu obra de lo festivo se acerca a las sombras del individuo, se trata de un ciclo más complejo, más kafkiano. Pasas a crear una música más diversa y profunda. En esta etapa formas agrupaciones como Seis del Solar y Son del Solar; participas en discos con músicos de rock como Sting, Bob Dylan, Lou Reed y Elvis Costello y con bandas como Los fabulosos cadillacs, Maná, Son miserables y Calle 13. Grabas con Editus Ensamble de Costa Rica y la orquesta de Roberto Delgado de Panamá. Mezclas sonidos tan diversos como la salsa, el rock, el jazz y la música celta. Algunos álbumes de ese ciclo son Buscando América; Escenas; Agua de luna, en homenaje a los relatos de Gabriel García Márquez; Antecedentes; Caminando; Amor y control; La Rosa de los Vientos; Tiempos; Mundo y Canciones del subdesarrollo. Rubén, ¿consideras que después de Maestra vida vino un ciclo más existencial y por lo mismo universal, tanto en las letras como en la música?
R.B: Uno se da cuenta con el tiempo, nunca es tarde para vencer lo imposible. Pero cuando uno es joven crees que es algo que vas a lograr en la primera embestida. Luego te das cuenta de que es un asunto que requiere mayor solidaridad y responsabilidad. Eso se da como parte del aprendizaje, de la madurez, de ver la complejidad de la vida. En lo existencial se profundiza con el paso de los años; en el aspecto musical confluyen, de forma espontánea, las inquietudes que tenía por dentro y las referencias de un pasado muy diverso. Mi madre nació en Regla, Cuba, y mi padre es oriundo de Santa Marta, Colombia. Mi abuelo, el papá de mi mamá, era Bellido de Luna y nació en Louisiana. El papá de mi papá se llamaba Ruwén Blades y fue de Santa Lucía a Panamá. Mi abuela por parte de madre era gallega y por parte de padre colombiana. Si te vas a los bisabuelos se enreda más la cosa. Una bisabuela vasca y otra francesa. Nunca me sentí incómodo en la diversidad.
Cuando trabajo la gaita escocesa en el disco Mundo, muchos no lo entendieron, yo mismo no entendía por qué a mí me gustaba la gaita escocesa, algo que no tenía nada que ver, aparentemente, con Panamá. Un día conversé esto con un amigo irlandés y él me preguntó de dónde era mi abuela. Cuando supo su origen me dijo que de Galicia venía el gusto mío por la gaita escocesa. Desde 1996, con el disco La Rosa de los Vientos (tema del gran compositor panameño Rómulo Castro), grabado en Panamá con músicos panameños, y más tarde, a partir de 1999, con Editus, excelente grupo de Costa Rica, trabajamos un argumento que trataba de crear la certidumbre de que lo que nos ocurre a nosotros aquí es lo mismo que les ocurre a otras personas de América Latina pero también de cualquier lugar del mundo. ¿No son blancos los huesos de todos los esqueletos? Si la muerte no discrimina, ¿por qué vamos a discriminar nosotros? Todo el mundo ríe y llora; todo el mundo tiene capacidad de hacer y deshacer. Detrás de los acentos, de los idiomas y de las nacionalidades, somos el mismo grupo que salió caminando desde África hacia Europa, cuando no existía el dinero, y que hoy estamos aquí y en todas partes. Eso cuenta la canción Primigenio en el álbum Mundo. En la información genética que recibimos no sólo vienen los rasgos físicos, sino también emociones, sonidos, historias y direcciones.
E.B: A nivel conceptual aumenta la desesperanza, de la derrota de Pablo Pueblo a la ingenuidad de Adán García.
R.B: A Pablo Pueblo lo derrota, o lo determina, la maldad de otros. Y es un argumento injusto ese de que yo voy a construir mi felicidad sobre la infelicidad de otro. Adán García es la desesperación, cuando se aniquila cualquier vestigio de esperanza. Ese titular que contiene la canción “El ladrón usaba el revólver de agua de su chiquillo” te da una idea de la desesperación del tipo. Gabriel (García Márquez) y Carlos (Fuentes) me hablaron de la desesperación que encerraba la frase final: “Esto se acabó vida, la ilusión se fue vieja, el tiempo es mi enemigo. Y en vez de vivir con miedo, mejor es morir sonriendo con el recuerdo vivo…”
La canción es una forma de exponer el argumento social pero no lo va a resolver; el problema se va a resolver incorporando al tipo a la sociedad. En esto de los problemas sociales, trabajé con presos. Mi tesis fue sobre presos. Y hoy sigo creyendo que 48 de los 50 presos podían recibir una oportunidad y nunca la recibieron. La culpa la tienen las instituciones.
E.B: Tu obra ha pasado de la crítica social a historias que piden la responsabilidad del individuo. El tema Decisiones es quizá el mejor ejemplo de ese compromiso individual que en esta segunda etapa piden tus canciones.
R.B: Uno se da cuenta que la responsabilidad del cambio social tiene que ver con las personas. Las cosas no las van a cambiar un líder ni las va a cambiar un sistema; las cosas las va a cambiar la gente. Pero tiene que haber un argumento que oriente, que defina y motive a la gente para que se dé el cambio. La única posibilidad de cambio la tiene cada individuo desde su acción personal y colectiva. De la coherencia en el argumento de las canciones realizadas en distintos tiempos me di cuenta después. Como el pintor que pinta cuadros en tiempos distintos para llegar a un determinado cuadro. Hubo cosas que en un momento no escribí porque en esa etapa por razones de experiencia no las entendía. En 1968, cuando estaba en la universidad, escribo Pablo Pueblo. Pero esa no es la primera canción que hice en términos de historia; las primeras crónicas estuvieron incluidas en el disco De Panamá a Nueva York, que hice en 1970 con la orquesta de Pete Rodríguez y que fracasó. Ahí venía el tema El pescador, una crónica; y el tema Juan González, la primera y la última salsa sobre un guerrillero. A la compañía y a la radio no le interesaba un cantante que contara semejantes historias. Ahora estoy regrabando todos mis álbumes y ahí vamos a tener una respuesta de esa coherencia entre las historias que cuentan los temas. Hay una conexión entre Pedro Navaja de 1977, con El tartamudo de 2009; pero también entre Ligia Elena de 1982, con Adán García de 1992.
E.B: ¿La música popular es otra forma de literatura?
R.B: Son muchos los compositores de música popular que tienen un argumento literario. Vinicius de Moraes, Tite Curet Alonso, Joan Manuel Serrat, Joaquín Sabina, Silvio Rodríguez, Bob Dylan y tantos otros. En una ocasión, en un concierto en México, Gabriel García Márquez y Carlos Fuentes coincidieron en que mi música es literatura que llega a los sectores populares. Me dijeron que nosotros hacemos la labor de llevar cuentos cortos con música a un público mayoritario que no siempre lee libros.
E.B: Obras como ‘Agua de luna’, ‘Tiempos’ y ‘Mundo’ son como libros que serán descubiertos en un futuro.
R.B: Sería muy presuntuoso de mi parte decir “Oigan, en un futuro descubrirán mis trabajos”. Nunca he escrito canciones pensadas para que fueran éxitos radiales, de hecho, no son canciones que les convengan al negocio de la radio. Pedro Navaja la editaban para sonarla, eso es como si te cortaran las páginas de un libro, al final no entiendes nada. La gente llamaba a las radios molesta porque no se entendía la historia y tuvieron que radiarla completa.
E.B: Tú no lo debes decir, pero yo sí, considero a ‘Mundo’ una de las mejores producciones que hasta el presente ha dejado la música popular del siglo XXI.
R.B: Gracias, me sorprende que muchos temas sean redescubiertos tiempo después. Pasa con Amor y control, una canción que escribí cuando mi madre enfermó y murió de cáncer, y que el público asume con una gran intensidad. Ese tema cambió la dirección de un álbum que íbamos a dedicar en su totalidad a la conmemoración de los 500 años de la llegada de los españoles a América. En total fueron tres temas dedicados a mi madre, Amor y control, Canto a la madre y Canto a la muerte.
E.B: Después de indagar en nuevas formas narrativas y musicales, asumes otra forma de distribución de tus producciones: internet. Los siguientes discos, como ‘Cantares del subdesarrollo’, la gira de ‘Todos Vuelven’ o ‘Eba say ajá’, grabada con Cheo Feliciano, son vendidos a través de tu página web y en otras plataformas digitales. ¿Por qué?
R.B: Antes eran las disqueras las que dejaban sin negocio a los artistas, ahora son los fans. Tú sacas un disco y en la misma noche ya lo tiene todo el mundo porque lo pusieron en internet. Se lo pueden preguntar a los compañeros de todos los géneros, con la industria musical siempre hemos salido perdiendo los músicos. Ahora que la industria se ve en problemas con la piratería, el artista debe asumir el control de sus producciones. Yo estoy grabando de nuevo todos los álbumes que hice con Fania para tener la totalidad de los derechos.
Texto publicado en inglés por la revista estadounidense Review 89. Literature and Arts of the Americas (edición noviembre de 2014), bajo la traducción de Sebastián Zubieta y los derechos del Instituto Cervantes de Nueva York.
Comentarios
Por Luis cadieres, el 26 noviembre 2021
No cabe dudas, Rubén marco un antes y un después en la música para los pueblos de habla hispana, salsa como le llamamos, con inteligencia y sentido de lo cotidiano, bravo por él, no es el único pero ahí está su legado musical y la gente lo celebra