Reseña del álbum ‘Blanc’, de Ferran Palau
María Carbonell reseña Blanc, el último álbum de Ferran Palau.
Blanc (Halley Records, 2018) es el tercer trabajo en solitario del músico Ferran Palau. Una mágica travesía iniciada en el año 2012, momento en que sacó a la luz unas primeras composiciones que surcaban las aguas con acierto dentro de unas coordenadas enclavadas en el folk minimalista de “L’aigua del rierol” (Amniòtic Records, 2012). El lustro ya cumplido de esta ha venido marcado por seguir en el camino con una lógica alternancia con su otro proyecto, Anímic.
Nos encontramos con un músico que alumbra sus obras tras un proceso de largo recorrido, y tres años marcan la distancia de Santa Ferida (Halley Records, 2015) con su debut. Un tiempo necesario para la creación de una obra tomada con tanta calma y recogimiento, que en este segundo lanzamiento se desnuda aún más si cabe; la sencillez adquiere el tono predominante en unos cánticos que hablan del paso del tiempo de un pueblo con la muerte, la religión y la culpa como temas protagonistas.
He de confesar que no había prestado atención a Ferran hasta que Louise, su pareja sentimental y musical cuando está al frente de Anímic, compartió el vídeo de “Serà un abisme” con este mensaje: “Cada par de días me lo pongo, porque claro, es de lo más bello que he escuchado nunca, salen personas a las que quiero con toda mi alma y por supuesto la letra me hace llorar cada vez y me recuerda lo que tengo aquí conmigo. Haciéndome canciones como regalos, como cartas de amor o como mensajes que de otra forma no sabría decirme”. De repente había llegado el momento de darle al play, ¿Cómo resistirse a aquello que estaba leyendo? El maremágnum musical que nos desborda nos lleva a que nos ocurran cosas como esta, perderse en él sin dar con artistas con tanto talento y que te lleguen tan adentro. Reproducciones en bucle de los tres discos durante una semana han hecho que caiga rendida como oyente sensible a todo aquello que hace fluir Ferran con su música.
En Blanc se dice que se sigue la línea de Santa Ferida; nos encontramos con que continúa haciendo hincapié en los detalles emotivos llevando su música a un extremo pop intimista y minimalista. Si en el anterior había un vital vaivén entre luz y oscuridad, en su tercera entrega sus composiciones respiran una mayor luminosidad. Un esplendoroso viraje que refleja un momento de plenitud, de felicidad, confiesa Ferran. Desnudarse íntegramente ha venido siendo una firme convicción durante el recorrido de su proyecto personal.
En este disco se ha ocupado de que la sensación de ingravidez fuera la rienda que marcara el camino que debía coger el proceso de grabación. Huir del todo que nos rodea con la música. Otra de las cosas que sucedían en Santa Ferida pero que han ido evolucionando en esos cortes tan etéreos que nos regala Blanc. En este punto surge el concepto que ha creado para hablar de su música, la cual concibe como un pop metafísico. Lo describe como el abrazar el sinsentido, no intentar encontrar respuesta. Su título es el color que sugiere un espacio infinito y la ausencia de todo, que ha querido trasladar al plano lírico con unas letras que no quiere encasillar en la narrativa y mucho menos, por lo que hemos leído, en el costumbrismo. Una vez lanzada la canción, la interpretación es libre, algo que el oyente hace propio. Así debería ser siempre, no rompernos la sesera con encontrar el significado que el artista quiere decir sino más bien construir tu propia película de la historia. En una obra que se puede tomar como bellas instantáneas con el plano visual, poético y estético tan fulgurante, este ejercicio de la apreciación se convierte en una experiencia sensorial maravillosa.
Blanc es un trabajo conjunto con Jordi Matas (Seward), en el que la instrumentación queda repartida en un juego entre dos genios que consiguen con sencillez y los mínimos protagonistas un equilibro tan perfecto en el que nada sobra pero tampoco, claramente, nada nos falta.
Entrar en el bálsamo en el que nos adentra el disco se debe tomar con tiempo y atención. Una butaca, unos cascos, la quietud y cerrar los ojos; no se me ocurre mejor manera de disfrutarlo. Desde su corte inicial “A dins” esa calma profunda que posee Blanc se presenta tan palpable que la sensibilidad queda en plena apertura. En un tono más grave de lo habitual, Ferran nos pasea ya por uno de esos paisajes naturales que tan bien sabe dibujar. Una noche cálida de verano será lo que nos evoque en muchos momentos el recorrido del disco. Aunque predomine esa luminosidad de la que hablábamos antes, también hay espacio para recordar las durezas de la vida y lo embrollado del camino, como tan bien resuelve en su segundo corte “Flor Espinada” o en “Novel·la”.
Las canciones de Ferran también son puras y bellas declaraciones de amor. Es en estas donde quizá algunos hayan encontrado señales para hablar del costumbrismo que no comparte en su particular visión de su música. Aunque el disco sea un perfecto equilibrio, sobresalen para la que suscribe dos cortes de grandeza descomunal. Precisamente vienen enlazados y en ellos se exhala ese amor que mencionaba. Muy ligados con su vida y las personas con la que la comparte, rasgo fundamental que define cada uno de sus discos. Se trata de “Torna a començar” y “Serà un abisme”, melodías capaces de tocar tanto la fibra que cada vez que las escuchas, todo se te eriza. La piel, las conexiones sensoriales y hasta el entendimiento.
La volatilidad de su música se queda tan bien definida en cortes como “Cavall Blanc”, “Res” (con sus resonancias tan naturales), o la celestial “Granit”. El disco, al igual que sus anteriores pasos, resulta en algunos pasajes bastante onírico. “Miratge” sería un buen ejemplo. Algo que conecta en gran parte con la forma de escritura de Ferran que encuentra su mejor rendimiento en ese estado de vigilia de antes de dormir donde anota aquello que pasa por su mente. De aquello que se queda escrito, en ocasiones salen algunos versos. Esos placenteros versos tan necesarios hoy en día, como los de “Lana” que suenan tristes pero reconfortantes.
Con toda probabilidad la nueva entrega de Ferran estará en la lista de los mejores discos vividos del año. Una obra pausada que invita a que tu tiempo se conceda un respiro y bajes las revoluciones de tu día a día para recibir con emotividad la belleza tan pura que es “Blanc”.
María Carbonell (Valencia, 1977) es licenciada en Derecho e Historia del Arte. Vive entre Almería y Valencia y es redactora y fotógrafa en Alquimia Sonora, así como colaboradora en la revista digital Los ojos de Hipatia y directora de la promotora Pita Sound.
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