Roberto Wong juega a los espejos con París y México DF
Quedamos con Roberto Wong en La Buena Vida, en el centro de Madrid. Es el ganador de la primera edición del premio DosPassos a primera novela. Editado por Galaxia Gutemberg –y dotado con 12.000 euros–, la historia de ‘París DF’ juega a despistarnos entrelazando los mapas de ambas ciudades y conduce a Arturo, un chilango en la treintena, por las calles de México DF que él quiere desesperadamente que sean París.
Por CARMEN LOZANO BRIGHT
Wong (Tampico, Tamaulipas, 1982) describe la vida común y rutinaria de un empleado de la Farmacia París –que existe y está en República de El Salvador, 97–. A sus 33 años, Arturo sigue escribiendo versos –“¿Tú qué, saliste poeta?”, lo increpa Noemí en un punto– y está obsesionado con conocer la capital francesa. En su obstinación, hace coincidir los centros de ambas ciudades y recorre sus trayectos habituales pasando por las correspondientes calles parisinas.
“En cierto sentido, Arturo refleja una sensación de espera, un sentir que tal vez en los jóvenes es mucho más vívido. Yo creo que estamos siempre a la espera del accidente, de la sorpresa, del amor. Y esa espera es dolorosa también. Arturo se da cuenta de esa espera, sabe que no tiene lo que quisiera y que, pensando desde su punto de vista, nadie va a hablar de él nunca, ¿no?”, se pregunta Wong.
El juego de espejos entre personajes y lugares es constante. También el azar, el destino, la tensión y lo que de sórdido y a la vez bello tienen las ciudades. “Las ciudades son un ejercicio de sobrevivencia”, afirma Wong, y su protagonista no es otro que un sobreviviente urbano. Tal vez eso hace que el lector se identifique con su forma, corriente, poco heroica de estar en el mundo. “La gente en la Ciudad de México es muy creativa para sobrevivir. Una de las cosas que más llama la atención a la gente cuando la visita son los puestos de comida en la calle y toda esta sinfonía de los mercados que te envuelve en ese discurso de que todo siempre se vende a 10 pesos, como la canción de Wacal”, relata. “Y por el otro lado siempre están los encuentros con la otredad, ¿no? Los viajes en el metro, los encuentros que generan rechazo. El otro siempre es un espejo”.
Un accidente, un asesinato en la farmacia en la que trabaja, llevará al protagonista a acelerar la marcha para buscarse a sí mismo, al muerto, a las dos ciudades que lo rodean física y mentalmente. Los itinerarios que recorre le llevan a delirios angustiosos que, a pesar de ser ficción, ocurren a diario en cualquier gran urbe. Sus obsesiones lo conducen a París. A uno del que Gema le dice: “A lo mejor ese otro París no es para ti”.
En la presentación de París DF, Emma Rodríguez, miembro del jurado, destacó que esta primera edición del premio DosPassos la satisfacía por regresar a la esencia de los premios literarios: descubrir nuevas voces y primar la calidad. Y es de agradecer, vistas la polémica que de un tiempo a esta parte genera la parcialidad del mundo de los premios literarios. En Wong se nota la exigencia del autor con la historia y con cada personaje. A Emma Rodríguez la acompañaron en el jurado Susana Fortes, Javier Goñi, Andrés Ibáñez, Antonio Iturbe, Antonio Orejudo y Marta Sanz.
Roberto Wong resalta que para escribir primero ha leído mucho y que esta novela “es un homenaje de un lector a la literatura misma”. No le falta razón. París DF está llena de guiños a quienes antes escribieron y filmaron París: a Cortázar, Alain Resnais… “No hay que negar la cruz de la parroquia”, dice Wong con honestidad. “A mí me gustan esos guiños. Hay un punto en el que me refiero a una cita de Cortázar en el cuento La noche de mantequilla y en ese cuento Cortázar a su vez hace referencia a Edgar Alan Poe. Al final son un montón de homenajes. Si soy ahora escritor es porque los leí a ellos”.
Sobre París DF dice: “Tardé un poco más de dos años en terminarla y en cierto modo la escribía con ese pesar [el del protagonista]. Ahora todo esto es un sueño y es como las princesas de Disney. Sales de que nadie te conoce, te ponen un vestido y unas zapatillas de cristal y presentas un libro. Pero no pierdo de vista que cuando escribí, ese sentimiento estaba muy presente”, afirma Wong sobre el proceso de la escritura. Para trazar los itinerarios y sumergirse en esa ciudad desdoblada reconoce que “fue un poco menos artesanal que Arturo y más digital. Junté los mapas con transparencias, hacía marcas y correspondencias donde vi sincronías que me volaron la cabeza como se la voló a Arturo”. Además, reconoce que no solo se quedó ahí. Hizo los itinerarios, tomó fotos y buscó las minucias de esas coincidencias.
París DF se distribuirá en España, pero también en México y otros países de Latinoamérica. Wong regresará a San Francisco, donde vive actualmente. ¿Y de qué vive un escritor?, le preguntamos. “De trabajar como todo el mundo, yo concretamente en márketing digital”. Pero también publica en su blog de reseñas literarias, el-anaquel.com. “Lo inicié como un ejercicio de la memoria y por otro lado siempre me planteé la necesidad de ser un buen lector para ser un buen escritor. Si logro entender los misterios de los textos de otros autores, tal vez alguna vez pueda yo llevar esos misterios a lo que yo escriba”.
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