Blanca Li pone a bailar a humanos y robots
‘Robot‘, la nueva propuesta de Blanca Li, llega a los Teatros del Canal, en Madrid. La coreógrafa, siempre dispuesta a sorprender y aceptar retos, celebra así los 20 años de su compañía parisina. Sobre el escenario, humanos y robots forman una amalgama delirante de referencias futuristas, con claras alusiones a películas como ‘Matrix’ y ‘Wall-e’.
Hace 20 años, Blanca Li (Granada, 1964) no imaginaba ni de lejos que subiría a unos insólitos robots a bailar sobre el mismo escenario del Teatro de Los Campos Elíseos, de París, en el que hace 100 años se había producido el escandaloso y decisivo estreno de La consagración de la primavera, de Nijinsky. Pero la vida es inesperada y la coreógrafa granadina ha podido consolidar sueños en la Ciudad de la Luz, donde se fue hace dos décadas cuando era una joven e impulsiva creadora que fantaseaba con montar compañía propia. “Me gusta Francia, especialmente, porque el medio de la danza es muy respetado”, asegura convencida. “La crisis se siente pero hay ayudas, infraestructura, público. Hay 300 puertas por abrir, no tienes la sensación de chocar contra un muro. Tampoco es que sea fácil. El día a día es duro, pero puedes trabajar porque siempre queda una puerta. Se te cierran muchas, pero siempre hay alguna. En España ni siquiera sabía dónde había una puerta, es muy difícil para una compañía joven salir adelante. En Francia hay muchas posibilidades. Llamas a un teatro para que te produzca, pides una subvención, optas a una ayuda, pero en España no”. También, si se tercia, puedes llamar a una empresa de robótica parisina para que te preste sus robots, humanoides enanos dotados de inteligencia artificial, a los que pones a bailar.
Robot! (extraits) Compagnie Blanca Li from Blanca Li on Vimeo.
A lo largo de las dos décadas de permanencia que tiene su compañía de danza, Blanca Li ha consolidado una estética propia, un modo escénico de decir ya reconocible, que se caracteriza por el humor, el ingenio, la creatividad y la puesta en escena de ideas en apariencia imposibles. Robot, su nuevo trabajo coreográfico, que irrumpe esta semana en los Teatros del Canal de Madrid, es destacado ejemplo. La coreógrafa ha conseguido reunir a sus bailarines con los NAO, prototipos de robots de uso terapéutico diseñados por la empresa francesa Aldebaran Robotics, y orquestarlo todo con la música en directo que producen los robots artísticos del equipo japonés Maywa Denki. El resultado es una amalgama delirante de referencias futuristas, con claras alusiones a películas como Matrix y Wall-e y a la literatura de ciencia ficción filosófica, que en su aparente frivolidad esconde una reflexión profunda acerca de este mundo que ya no sabe vivir sin las máquinas, que es absolutamente dependiente de los artilugios tecnológicos y que ha creado nuevas y sofisticadas vías y maneras para comunicarnos.
La idea original, el chispazo de arranque de Robot fue esta reflexión acerca de cómo la tecnología ha cambiado nuestros hábitos y maneras de relacionarnos, cómo sin darnos cuenta convivimos e interactuamos todo el tiempo con máquinas, sea el cajero automático, la aspiradora inteligente o un teléfono móvil cada vez más smart. ”La investigación me llevó más allá, a reflexionar también sobre el cuerpo humano como una máquina”, dice la coreógrafa. “Soy madre y he visto ese proceso en mis hijos. El niño va a gatas y el cerebro se va formando hasta que cuerpo y mente coinciden para levantar conscientemente ese ser, ponerlo de pie y empezar a experimentar otra manera de andar. Luego el cerebro quiere que ese cuerpo salte, pero nunca consigue despegarlo del suelo a la primera. El proceso de un NAO es muy parecido. Lo programas y, muy lentamente, va evolucionando”.
No es fácil. Los NAO son tercos. Tienen autonomía, pueden ser programados para seguir los pasos de una coreografía pero su equilibrio es un poco precario y aunque poseen inteligencia corporal que les permite levantarse y seguir después de caer, suponen muchas complicaciones durante cada función. “Es irónico, pero toda la información de imagen, sonido y movimiento de escena está controlada por un ordenador que, a su vez, es otra máquina, y el trabajo verdadero consiste en ver cómo convivir con estos artilugios, hasta dónde puedes llegar”.
Del Bosco al techno
Suena complicado. Y lo es. Pero a Blanca Li le fascina asumir retos. Hoy se trata de poner a bailar robots, pero ayer fue la manera de aplicarle danza al célebre cuadro de El Bosco, en su versión bailada de El jardín de las delicias (2009) o buscar el mecanismo de controlar la cascada de agua que caía sobre el escenario en su lírica Poeta en Nueva York (2007), su personal lectura de Lorca. Amante de la danza urbana, fue Blanca Li de las pioneras a la hora de propiciar el trasvase del hip hop callejero al hip hop escénico, principalmente gracias a su propuesta Macadam, Macadam, de 1999. “La estrenamos como parte de un proyecto de integración de chicos en barrios difíciles de París y tuvo mucho éxito. Era un tiempo en el que la danza urbana no se conocía demasiado en España. Después de muchos años representándola, la llevamos al Mercat de les Flors, de Barcelona, y más tarde el Festival Grec la hizo de nuevo, esta vez con breakers catalanes, que no existían en el momento del estreno. Eso te habla de cómo ha evolucionado y se ha diversificado el hip hop”.
Y ella sigue atenta. Tras rodar su película Le Defi (2002), con bailarines callejeros parisinos, emprendió el espectáculo ElektroKiff (2010), aún en gira, que es ensalzamiento de una subcultura de la danza urbana, en la que sus miembros no se identifican con el hip hop. “Macadam Macadam estuvo girando diez años. Se hizo con gente de la calle pero todos están hoy en el baile y tienen vida profesional. Esto demuestra que estos chicos pueden salir de la calle y vivir de su trabajo. Le dedican muchas horas, viven para esto. Muchos de sus padres no entienden cómo a su hijo le pagan por hacer esto, pero lo cierto es que llegan a casa con un cheque que es dinero ganado por su trabajo”.
Robot short Teaser from Blanca Li on Vimeo.
Al contrario de muchos artistas que sacrifican su carrera en pos de una familia, a Blanca Li le ha ocurrido lo contrario. Y sus dos hijos han sido una especie de chute de adrenalina que ha disparado su creatividad. “No he sido nunca tan creativa, nunca he estado tan activa ni he trabajado tanto como desde que tengo los niños. Óscar nació el día del estreno de Alarme [2004]. Habíamos presentado la pieza en Lyon y yo estaba estresadísima y como un bombo. Nos volvimos a París porque estrenábamos oficialmente en Creteil, y esa misma noche en el cóctel después de la función, me vinieron las contracciones. Luego monté el musical Corazón loco [2007], en Madrid, y a los 18 meses tuve mi otro hijo. Poeta en Nueva York lo monté con uno de tres meses y el otro todavía muy pequeño. Entre medias hice una película, un documental sobre el proceso de creación de Corazón loco, organicé una exposición multimedia en el Museo de Arte Contemporáneo de Castilla y León, el musical en la Gran Vía y terminé El jardín de las Delicias. Ha sido muy frenético. Y siempre llevándome a los niños». Y concluye risueña: «Si vieras las imitaciones que me hacen en casa por las noches, no das crédito»…
Compagnie Blanca Li. ‘Robot’. Teatros del Canal, Madrid (Sala Roja). Del 10 al 13 de abril.
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