Rodrigo García: “Está por llegar la revolución de las algas”
Acabar con los plásticos de un solo uso, y hacerlo comiéndoselos. Esta es la sorprendente idea que el emprendedor español Rodrigo García, junto con su socio, el francés Pierre Paslier, han puesto en marcha y que está triunfando por el mundo. Su empresa Notpla, a punto de cumplir una década, ha sido multipremiada internacionalmente por diseñar y fabricar envases de algas, que pueden sustituir a los plásticos que inundan el planeta. Rodrigo es hoy nuestro invitado en ‘la entrevista circular’.
Notpla, nos cuenta desde Londres, está en plena expansión. En 2023 recibió en Gran Bretaña el premio Earthshot del Príncipe Guillermo (es el equivalente a los Princesa de Asturias en España), dotado con un millón de libras, y ya ha movilizado 30 millones de inversión. A raíz de aquello, la empresa fue noticia en los medios de comunicación más destacados del mundo (BBC, The New York Times, The Guardian, The Sunday Times, Sky News…). “Algas tenemos muchas en el planeta y no contaminan. Son el futuro”, nos asegura, por videoconferencia, mientras nos muestra en un vídeo cómo una de esas bolas, en este caso llena de agua, desaparece sin dejar rastro. Las han bautizado como Ooho.
¿Cómo comenzó esta ‘cruzada’ contra la contaminación plástica?
Estudié Arquitectura en Madrid, así que el camino iba por otro lado, pero luego viajé a muchos países (India, Chile, etcétera) y, gracias a diferentes becas, hice hasta cinco máster de diseño, arte, ingeniería, negocios. En Londres conocí a Pierre, que había trabajado en el departamento de envases de una multinacional, y comenzamos a pensar que había que hacerlos con materiales naturales. No podía ser que se utilizara, y para un solo uso, un material que tarda tanto en deteriorarse, que se convierte en microplásticos y causa tanto daño ambiental. Encontramos que las algas eran una alternativa excelente, así que presentamos un proyecto y diseñamos una bola que puede contener líquidos en monodosis y que se puede ingerir sin problemas. El vídeo que hicimos se hizo viral. Con este invento ganamos varios premios importantes. Después hicimos un crowdfunding para conseguir dinero y crear nuestras propias máquinas, aunque ahora también usamos las de otras industrias.
¿Qué diferencia hay con otros bioplásticos?
La más importante es que las algas no contaminan nada, porque son 100% orgánicas y no hacemos polímeros con ellas. Nuestro material es distinto de esos bioplásticos de maíz o fécula de patata que se convierten en esos polímeros, de forma que la naturaleza no los reconoce como algo natural. Además, las algas crecen rápido y sin usar agua potable. Y existen 72.000 especies distintas, una biodiversidad que se debe a que fueron de los primeros organismos vivos en la Tierra. Todas son comestibles, salvo las que contaminamos nosotros, los humanos. Soy de los que piensan que está por llegar la revolución de las algas, aunque ya se han usado para muchas cosas, como fármacos, vidrio o incluso pólvora.
Si se generalizara su uso como el del plástico, ¿podría haber un problema de suministro?
Ya hay una producción de 40 millones de toneladas al año, aunque en plásticos producimos 400 millones. Además, las algas son como el césped, que se siegan y siguen creciendo en periodos cortos de tiempo y en todo el mundo. Hoy es en Indonesia donde más se producen, donde hasta tienen tractores marinos que las siegan. En Europa esto no ha llegado. Aún somos recolectores, estamos como en la época preindustrial en lo que se refiere a las algas, pero se está avanzando.
¿Qué acogida ha tenido Notpla a nivel comercial?
Está siendo un éxito. En el último maratón de Londres se usaron nuestras bolas para dar agua los corredores, en vez de botellitas de plástico. Fue estupendo ver después que no había miles de envases tirados. Ahora, una gran cadena de equipamiento deportivo va a usarlas para los geles energéticos de los atletas de los Juegos Olímpicos de París. También se han utilizado en el Roland Garros para contener zumos; o para salsas o aceites en los restaurantes. Además, hemos desarrollado nuevas cajas de cartón para una empresa de comida a domicilio que tenía un problema con el revestimiento plástico. Las nuestras están recubiertas del material de algas, de forma que son totalmente orgánicas. Y no aporta ningún sabor porque les quitamos su parte verde, que es la que lo contiene. Esa parte la reutilizamos para hacer papel porque contiene mucha celulosa, o para otros objetos. Ahora estamos intentando fabricar cucharillas, aunque tenemos que perfeccionar la técnica. Se trata de que todo sea soluble y no generar residuos.
¿Hubiera logrado este impacto en España?
Realmente no. De hecho, trabajamos poco con empresas en España. En Gran Bretaña hay un gran apoyo a la innovación, con incentivos fiscales, y mucha gente apuesta por personas y start-up emprendedoras. Aquí, en Londres, tuvimos mucha ayuda de este tipo, aunque ahora, con el Brexit, nos cuesta traer talento de fuera del país a la empresa. Estamos pensando abrir sucursales en nueve países europeos donde Notpla ya tiene presencia. Respecto a España, sí trabajamos con algunas empresas que nos suministran algas de Asturias, Galicia e incluso con una que está en Burgos.
¿Qué es para ti la economía circular?
Es mucho más que reciclar. Me gusta explicarlo con el caso de la fruta: no es solo comérsela entera, con piel. Es hacer que el resto que dejas, las semillas, vuelva a crecer y generar muchas más manzanas. Lo mismo debe pasar con los productos: no se trata de generar un producto de otro. Hay que aportar más. En general, es una visión holística en la que todo fluye.
¿Cuál crees que es el reto ambiental más importante que tenemos por delante?
Desde luego, los plásticos, pero también lo que está pasando con la energía de fuentes fósiles. Son el ejemplo de algo lineal, algo que se coge, se consume y se acaba. Hay que conseguir fuentes que sean circulares, como ocurría en el pasado. Ahora hacemos cosas que obvian el sentido común que tuvimos. Nos olvidamos del botijo, que además de ser higiénico refresca el agua, o de la bota de vino hecha con una piel, que aún usa mi abuelo en su pueblo. Es una de las personas más sostenibles que conozco sin saber qué significa esa palabra.
¿Ha sido tu abuelo una fuente de inspiración de tu conciencia ambiental?
Desde luego lo ha sido. Para él no hay desechos. Casi todo es susceptible de reutilizarse a nivel individual o colectivo. Es verdad que viene de un pasado en el que consumir era mucho más difícil que ahora, pero esos valores son fundamentales. También me inspira la naturaleza, su capacidad de solucionar los problemas. Nadie como la naturaleza hace los envases perfectos, cada uno diferente, adaptado y 100% circular.
¿Crees que a nivel general la sociedad avanza en concienciación ambiental?
Creo que avanza, pero los problemas también aumentan. Lo vemos en el cambio climático, en el uso de los recursos. Por otro lado, la concienciación no es la única solución; lo es la acción, sea pequeña o grande. Es algo que debe implicarnos todos, lo que incluye a empresas, sociedad y gobiernos.
¿Optimista de cara al futuro?
Hay que serlo. Están surgiendo nuevos productos, como nuestras bolitas comestibles, que son ejemplos de soluciones. Tenemos que buscar inspiración en las soluciones que nos ofrece la naturaleza. En Notpla hemos conseguido vender ya 10 millones de envases hechos con algas, que son 10 millones de plásticos de un solo uso menos.
¿A qué lugar de los que conoces te gusta regresar?
Al pueblo de mis abuelos, Hortigüela, un pequeño municipio de Burgos en la sierra de la Demanda. Me gusta ir allí para conectar con mis raíces, comprender cómo se hacían las cosas antes, con una forma de vida mucho más sostenible, donde hay un consumo local de los alimentos y en un lugar donde las relaciones humanas fluyen porque todos se conocen.
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