Saben lo que deseas y buscas: la nueva novela de Belén Gopegui

La escritora Belén Gopegui.

Saben lo que deseas, lo que buscas. Conocen tu cuenta bancaria, lo que pagas, lo que debes, tus conversaciones. Te siguen, te examinan. León trabaja para una pequeña empresa interesada en acceder a los rincones de la vida íntima y social que aún escapan a la cultura de la vigilancia. En lugar de limitarse a procesar cantidades ingentes de datos, decide fijar la mirada en dos únicos sujetos, Casilda y Jonás, ambos en la treintena. Mientras tanto, la competencia le observa. Minerva, directiva de una empresa mayor que la de León, ha recibido el encargo de espiarle. Así explica la editorial, Random House, el arranque de la nueva novela, Te siguen, de quien ha logrado convertirse en escritora de culto, Belén Gopegui. Hemos hablado con ella.

Su novela es un túnel de luz, algo así como un gusano que de pronto descubre que tiene capacidad para salir de la oscuridad y mostrar sus entrañas y su cuerpo, sin que sea señalada su monstruosidad o su antigua naturaleza ermitaña. Sus páginas no dejan de abrir puertas, hay espías por todas partes y, sin embargo, sus personajes están alimentados por secretos y sueños. Imagino que encontrar el punto de salida hacia ese equilibrio deslumbrante y catártico a partes iguales para el lector habrá sido una labor titánica. ¿Partió de la construcción de los rebeldes para conseguirlo o fueron los místicos obedientes León y Minerva quienes primero le tendieron su mano?

Me parece acertado ese doble término que usa para describir a León y a Minerva, “místicos obedientes”. Aunque obedecen, al principio no pueden evitar creer que son, a su manera entre mística y romántica, algo más que lo que hacen, y algo más que el porqué y el para qué lo hacen. Después, poco a poco, su encuentro con los sujetos a quienes espían se parece a ser enfocados con una linterna: el cono iluminado les hace aparecer ante los demás y lo que les rodea aparece ante ellos. Supongo que por aquí llegamos a la luz, que en ingeniería es distancia libre entre dos puntos de apoyo. Me gustaría, es un deseo, aun si fuera de un modo muy lejano y leve, haber podido rozar esta afirmación de Irene Némirovsky: “La complejidad, la belleza, la profundidad de lo real depende de los numerosos vínculos que van de una persona a otra”.

En su novela hay un prodigioso espectáculo contestatario construido a través de una poderosa corriente humanista que va horadando la perfección hasta hacer de ella una anécdota irrisoria. Personajes como Casilda, Jonás o Verania pelean a brazo partido por desmitificar el poder, por airear sus podredumbres, por caricaturizar sus movimientos endogámicos y perversos. Luchan desde la nada en un acto de fe y de rebelión conmovedor. Son reflexivos, contestatarios, pero justos, no beben de la insumisión para poner en valor el futuro global. Son personajes que representan ese amplio espectro de la población que lucha contra los latidos del fascismo. Son creíbles, y no era fácil, porque en algunos momentos el ruido de sus ganas de utopía es demasiado estridente. ¿Cómo logró, entre tantos cruces de pensamientos, conseguir que la calma fuera un arma cargada de futuro?

Al escribir la novela tuve muy presente a grupos que ahora existen y que son reflexivos cuando actúan. También pensé mucho en un amigo que ya no está, César de Vicente, escritor, dramaturgo, amigo generoso y sostenedor de espacios colectivos; Esther Ortega dijo de él, en un texto publicado en La Marea, que sostenía el mundo:  “Sabías de la necesidad de crearlo y lo hacías. Creabas mundo para los demás y para hacerte vivible este en el que no encajabas ni querías encajar”. Toda la fuerza que pueda infundir la novela procede de esos colectivos de hoy y de jirones de la actitud de César de Vicente que haya podido quizá transmitir a algunos personajes.

‘Te siguen’ parece formar parte de una palpitante trilogía junto con ‘Quédate este día y esta noche conmigo’ y ‘Existiríamos el mar’. Su estética es igual de transgresora, pero en ‘Te siguen’ el lector nota que la trama está más apegada a la sencillez narrativa y al mismo tiempo siente que la normalidad, ese bullicio cotidiano que la identifica, salpica sus páginas con un intrincado código secreto. ¿Sintió vértigo al trabajar con esta favorable y enriquecedora contradicción?

Esa contradicción entre lo sencillo y lo intrincado, entre el bullicio cotidiano y el código secreto, da cuenta de cómo escribo. Si pudiera, quizá habría elegido escribir de otra manera, más nítida aún. La razón de que necesite un poco de lo intrincado es que caminamos entre demasiadas capas, demasiadas flechas que van en distintas direcciones y a veces se anulan unas a otras. Para orientarse ahí, hace falta deshacer y hacer varios caminos. Bueno, todo esto suena un tanto muy trascendente. Gunther Anders decía que las emociones dependen de los instrumentos técnicos, y queda muy claro en las armas de la guerra, la emoción pensada (las emociones se piensan) del combate cuerpo a cuerpo pierde fuerza cuando se ordenar un ataque desde un panel de mandos, y sin embargo los efectos de los segundos se multipliquen por mil o por cien mil. Hoy nuestras emociones pensadas se pierden a veces entre demasiados instrumentos técnicos, algunos tan comunes que no los vemos. No quiero decir que haya que volver atrás, nunca se puede volver atrás. Lo que intento es ver y hacer visible la manera en que se construye lo que es importante y lo que no, o cuáles son aquellos significados que queremos proteger.

Hay en ‘Te siguen’ un sinfín de frases con un peso ético incuestionable. Todas parten de una raíz metódica y luminosa, la honestidad. Frases como estas: “Es un poco trampa pensar en lo que les gustaría a los muertos, porque ellos no pueden contestar. Pero son una brújula.”, “La añoranza no es precisamente dócil”. Marcan el ritmo y el porvenir de la novela. Todo se nombra y todo es refrendado con inteligencia. No hay rabia ni furia en la narración, solo palabras justas y un brillantísimo análisis de la actualidad mundial. ¿No se vio tentada a interrumpir la serenidad imperante en el texto introduciendo un personaje salvaje de palabra y obra?

Aunque uno de mis libros más amados es Cerca del corazón salvaje, me gusta ese “cerca de”. Lo salvaje cuando se aborda de forma directa impide, me parece, actuar, puesto que actuar, hacer, implica tomar decisiones acerca de los fines de la acción. Lo salvaje crea un espacio necesario en la vida en algunos momentos. En la literatura, en cambio, creo que es una forma de seducción un tanto engañosa y por tanto, muy conveniente para la clase de poder que combatimos.

Noto en ‘Te siguen’ que, sin perder la esencia contestataria e íntegra de su universo literario, y sin renunciar a las verdades más afiladas y brutales a nivel social, ha sido mucho más cuidadosa en sus reflexiones. ¿Le hacía falta esa contención para plasmar las atrocidades que se planifican hoy en los despachos de las grandes multinacionales sin perder la credibilidad, sin ser señalada como una paranoica conspiradora de extrema izquierda?

Quizá se refiere a las reflexiones que hace el llamado “grupo inteligente”. He acudido, salvando las distancias, a la astucia de Maquiavelo quien, al hacer explícitos los procedimientos con los que debían dominar el Príncipe, entregaba a los súbditos los mismos conocimientos, una ingeniería inversa con que enfrentarse a la dominación. El grupo inteligente aquí da cuenta de lo que teme, de lo que quiere, de las estrategias que usan quienes controlan a la mayoría; de este modo, la mayoría puede saber mejor a qué atenerse.

Algunas de las frases de ‘Te siguen’ hacen sangre en la memoria de quien lee: “En el instituto leíamos a Lorca, había un poema sobre las oficinas, decía ‘debajo de las multiplicaciones había una gota de sangre de pato, o quizás de otro animal’. Ahora pienso que en los bordes de las encimeras de cocina hay un sonido de pulmones humanos asfixiados, un reguero de pequeños nódulos que impiden respirar y, aunque no se vean, si te fijas bien se ven.”  El combate poético que mantiene su novela con el abuso en todas sus facetas es sobrecogedor. ¿Es consciente del poder totalizador de las imágenes que utiliza para no repetir patrones de denuncia en su novela?

Salvando las grandes distancias, dice Raúl Zurita: «Un poema no puede competir con un eslogan de Nike, pero es la luz que devuelve los significados. Escuchas Metro Gas: calor humano, calor natural, y ninguna palabra está diciendo lo que dice”. Las novelas funcionan de una manera diferente a la poesía, construyen marcos narrativos para que en ellos algunos significados se hagan audibles, se escuchen a veces por debajo de lo que se está diciendo.

Su novela deja claro que la tecnología es el nuevo opio del pueblo; ¿imaginó mientras la escribía que estaba construyendo un novísimo e ilusionante Caballo de Troya con las vísceras ardiendo?

La tecnología es casi todo, los rotuladores y los cuadernos donde escribí la novela también son tecnologías. La tecnología digital contiene millares de tecnologías, algunas pueden cumplir funciones útiles y ya lo hacen en determinados casos. De lo que se trata es de pensar qué hacen, de manera deliberada o bien insensata, temeraria, quienes ponen en marcha algunas tecnologías con los sujetos que las usan y con ellos mismos. Porque el problema sigue siendo lo que Gunther Anders llamó desnivel o desajuste entre hacer y representar, entre actuar y sentir, entre conocimiento y conciencia, y entre el aparato producido y el cuerpo. Pero no dan tiempo para pensar, para ensayar y rectificar. Y necesitamos ese tiempo.

Humor, cinismo y hartazgo son los tres vértices sobre los que recae el peso de esta historia. En ella aparecen referencias a la gestión de la pandemia, por ejemplo, al reparto del agua, a la explotación laboral, a la aniquilación de la sanidad pública y a otros temas igual de peliagudos que los mencionados, ‘Te siguen’ es una novela política en un 99%, pero hay un 1% para el amor y el desamor. ¿Era necesario ese 1% en una historia tan concreta y bien dirigida?

Es difícil ver una novela en porcentajes, los personajes se construyen entre sí y no creo que se pueda deslindar lo que aman de a quien aman, al menos no siempre. Esas historias de amor y desamor están ahí porque forman parte de lo que son los personajes, porque lo que son no está separado de lo que hacen. Las cosas pasan en las vidas, no en los titulares, no en los datos flotantes; los hechos narrativos siempre están encarnados.

Le decía más arriba que ‘Te siguen’ es un hormiguero político, pero me gustaría poner de manifiesto que posee una potencia humanista descomunal. Hay una perturbadora humanidad en los silencios de Minerva. Página a página, usted labra un valioso camino desde la dictadura de EL GRAN HERMANO y el latido nocivo del fatídico algoritmo hasta la humanidad más explosiva. Lo hace con una sutileza extrema, como si de ella dependiera el éxito de una futurible revolución, y con dos velocidades narrativas a priori opuestas que en su novela coexisten sin fisuras. ¿Fue difícil escoger a Minerva y a Jonás como figuras absolutas de esta valiosa bifurcación?

Me temo que hay poco de absoluto en esa novela, y puede que en cualquier novela. Incluso la pasión absoluta, recordemos, por ejemplo, En Grand Central Station me senté y lloré, está atravesada por otras representaciones de la vida que entran en ella o la rodean. El tiempo propio de los personajes es como el de las personas, acaso exista una huella dactilar literaria en cada ser, la huella de su sentido del tiempo, y no podrá medirse, solo narrarse, porque no atañe a los segundos sino a la actitud, a lo que se vive como impostergable o se asume que requiere paciencia.

En su novela prima la claridad de conceptos, esos destellos útiles que destripan el totalitarismo de la tecnología y que golpean los hocicos de los perros de presa que cierran con fuerza sus bocas para no perder su botín. ¿Era necesaria esa limpieza en los conceptos para asegurar la credibilidad de esta historia?

Es quizá conocida la historia del profesor de retórica superior que devolvió un trabajo con esta anotación en rojo: “Habría podido decir lo mismo menos claramente”. Creo que la oscuridad en la expresión solo puede justificarse si es el único modo de decir aquello que se quiere decir porque, quizá, aún se está buscando o porque aún sigue oculto. Mientras la retórica de las grandes corporaciones reviste de palabras confusas hechos, experiencias y consecuencias, la literatura procura aclarar, desengañar, hacer visible lo visible que no dejan que se mire.

Para terminar, me gustaría darle la enhorabuena por una novela tan inteligente, por un artefacto tan vivo y vivificante y preguntarle si habrá una cuarta parte de esta ‘trilogía’ que quizás, metiéndome donde nadie me llama, yo he inventado.

Gracias a usted por sus preguntas, no he pensado en términos de trilogía, pero le agradezco la petición. De algunas novelas mías más que de otras se me solicitan continuaciones, y eso siempre da alegría porque me hace pensar que los personajes se han quedado por ahí y hay un deseo de que no se vayan.

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