Salvemos las fotos de la DANA: Mavi, fallera mayor hace 50 años

Francisco Belert Carrión, 72 años, de Paiporta, junto a la fotografía de su mujer, Mavi, que en 1975 fue fallera mayor. Foto: Victoria Iglesias.

Cuando escuché que entre el dolor de las muertes y la tragedia, la pérdida y la desolación, la gente movilizada y los voluntarios…, la Universitat de València había puesto en marcha un programa para salvar las fotos, pensé que necesitaba conocer, a través de ellas, algunas de las historias que escondían. Este es el tercer personaje de esta serie para ‘El Asombrario’ a partir de la foto de 1975 de Mavi, fallera mayor entonces, hace 50 años.

En medio de una de las carreteras de entrada a Paiporta una se pregunta a dónde ir. Diriges la mirada a un lado, a otro, y casi todo tiene la misma apariencia de catástrofe. Las caras de los militares que regulan los pocos coches que van y vienen te observan con los ojos ajados por la polvareda marrón. Son rostros cansados, como los que se asoman a la baranda desde el puesto de la Guardia civil. Los pitidos de las grúas, nuevamente, las excavadoras, los coches de la UME. Y en el descampado, que ya no es tal, una barca entre coches bajo unas nubes blancas muy a lo lejos (porque de cerca todo sigue siendo marrón) termina de poner el paisaje al revés.

Los caminos son ahora más estrechos por los cúmulos de lodo y enseres a sus lados. Y aunque ya han pasado un par de semanas, si todo esto sucede en la entrada del pueblo, adentrarse en él no augura algo mejor.

En uno de los barrios, detrás del cuartel, las montañas de coches son casi tan altas como los edificios que tienen enfrente. Enfrente, también, de los locales de algunas fallas donde siguen achicando barro sin descanso. Enfrente de personas trabajando, haciendo cosas, como intentar arrancar el motor de un coche aparcado, como buscar un vecino de los pisos de arriba para que, con un alargador, conectado a otro, se pueda enchufar un artilugio y así, a lo mejor, arrancan ese y el motor del coche de al lado en el que hay un cartel que reza: “No tirar”, entre personas que van y vienen con bolsas de comida. Enfrente de un niño que lleva en sus manos, entusiasmado, un juego de mesa todavía con el precinto. O de otros dos que atraviesan la calzada con su padre subidos al manillar y a la grupa de una bicicleta, siempre con las botas puestas.

O de adolescentes que deambulan con los EPIS a medio cuerpo, de la cintura para abajo embarrados, pegado el plástico blanco a los pantalones, o casi a la piel, porque todo rezuma barro.

A unos metros, aparece un nuevo escenario con estos grupos de personas donde destaca este blanco, de los EPIS y las mascarillas. Así que, una vez más, la mente te juega una mala pasada y, si antes invertía los paisajes, ahora los hace virar en el tiempo, a 2020, a los meses más duros de la pandemia.

Victoria sube la pendiente del garaje tirando de uno de esos cubos con barro y cosas.

Las primeras palabras hacia ella son necesariamente de condolencia, sobre todo porque el mayor número de las 231 personas fallecidas por la DANA fueron de Paiporta. Pensarlo estremece. En todas las esquinas encuentras a alguien que conoce a alguien. Y eso lo sabe bien el padre de Victoria, que está a su lado, en esa rampa sobre el lodo: Francisco Belert Carrión.

El cuadro es Mavi

Casi todos los garajes de Paiporta estaban llenos, pero no solo de coches. Es común por aquí tener garaje y trastero, aunque no siempre debajo de tu misma casa. Como le ocurre a Francisco y a otra de sus hijas que, aunque viven a un lado y otro del barranco del Poyo, guardan su coche y sus cosas en este barrio del cuartel.

Encima de la acera, apoyado en la pared y al sol, colocan un cuadro. La moldura dorada brilla a trozos. Apenas si se ve la foto, pero removiendo el barro bajo la yema del dedo aparece un nombre: Mavi.

La fotografía irreconocible de Mavi (María Vicente Gimeno), mujer de Francisco, que fue fallera mayor en 1975 y falleció haceun año. Foto: Victoria Iglesias.

La fotografía irreconocible de Mavi (María Vicente Gimeno), mujer de Francisco, que fue fallera mayor en 1975 y falleció hace un año. Foto: Victoria Iglesias.

De repente, esto ya no es un objeto, no es un cuadro. Es una mujer que en 1975 se convirtió en fallera mayor. Es un chico que convence a una chica para que se haga de su falla, de la Plaza de Jesús, en Valencia. Es María Vicente Gimeno, la que murió ya hace un año. La foto enmarcada es la madre. Es la boda. Son los embarazos y los partos. Es el matrimonio que se traslada a vivir a Paiporta. Es la vida en un pueblo donde el barranco es un pasillo verde y suenan las campanas de la iglesia justo antes de que los nietos entren en las extraescolares. Son las fiestas y los cumpleaños…

Incertidumbres y linternas

Victoria relata el dolor de la incertidumbre, la agonía del desconocimiento. La noche oscura despierta en su casa, en Valencia, lejos de ellos. Y el encuentro, después de caminar desde la ciudad con el carro lleno de agua y víveres. Y más tarde, cuando consiguió llegar a Paiporta, el abrazo con sus hermanas y su padre.

Francisco relata el sonido como un rumor del agua entre las explosiones de persianas, y de los coches que chocaban unos con otros, mientras de fondo suena constante ese rumor. Relata los gritos de la gente entre esa corriente, como de mar, que reventó el puente que veía desde su casa, con el agua en el cuello de la estatua de la rotonda. Y las luces de los móviles en la oscuridad. Todavía podía hacerle señales a su hija en el otro lado del barranco del Poyo. Relata cómo tiraban cuerdas para salvar a sus vecinos. Y el rumor. Y los aplausos. Y la noche eterna.

Y en algún momento cuando amanece, desde el balcón ves el árbol que ha salvado a tu vecina. Entonces sabes que muchos han desaparecido y lo notas en la mirada perdida de gente sin rumbo. Y preguntas, y siempre encuentras a alguien que ha perdido a alguien.

Tras dejar a Mavi, Francisco y Victoria, siguiendo sus indicaciones y enfundada en un EPI que me colocan, los vericuetos de Paiporta me llevarán al barranco…

Continuará…

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