Saturno multiplica sus ‘lunas’ ¡y llega a las 145!
La práctica totalidad de planetas del Sistema Solar cuentan con satélites naturales. Las únicas excepciones son Mercurio y Venus, además de Ceres, considerado como el objeto más grande del cinturón de asteroides existente entre Marte y Júpiter. Sin embargo, hay ejemplos cercanos a nuestra Tierra –astronómicamente hablando– que destacan por su gran cantidad de planetoides asociados. Y, para muestra, Saturno, donde un grupo de astrónomos han descubierto 62 nuevos cuerpos en su elipse, hasta alcanzar ¡los 145!
Gracias a este hallazgo, el sexto planeta de nuestro Sistema Solar se ha puesto a la cabeza, superando a Júpiter, que desde el año 2000 era el líder, con 95 lunas. La descripción de la sesentena de nuevos satélites saturnales ha sido posible gracias a un grupo internacional de astrónomos, entre los que se encontraban varios especialistas de la Universidad British de Columbia (UBC), de Canadá. Este avance también ha permitido a Saturno posicionarse como el primer caso que ha superado el centenar de elementos vinculados a su órbita.
Edward Ashton fue quien inició el proyecto de investigación en la UBC, aunque actualmente se encuentra adscrito al Instituto de Astronomía y Astrofísica de la Academia Sínica de Taiwán. Además, el equipo también se encuentra integrado por los profesores de la UBC Brett Gladman y Matthew Beaudoin, además de por Mike Alexandersen –del Centro Harvard Smithsonian de Astrofísica– y por Jean-Marc Petit, del Observatorio de Besançon, de Francia.
Estos especialistas utilizaron datos tomados por el Telescopio Canadá–Francia–Hawái (CFHT) –emplazado en el volcán Mauna Kea, de Hawái (Estados Unidos)–, entre 2019 y 2021. Al mover y apilar muchas imágenes secuenciales tomadas durante períodos de tres horas, pudieron detectar lunas saturnales de hasta unos dos kilómetros y medio de diámetro. Con el fin de realizar esta investigación, los expertos utilizaron una técnica que se denomina “desplazamiento y apilamiento”, consistente en cambiar un conjunto de imágenes secuenciales a la velocidad a la que el cuerpo se mueve por el firmamento. Esto da como resultado que la señal del satélite mejore y que se pueda identificar más fácilmente cada uno de los elementos de estudio.
“Pero encontrar un objeto cercano a Saturno en el cielo no es suficiente para afirmar con certeza que se trata de un satélite natural. Podría ser un asteroide que pasa cerca del planeta”, aseguran desde la Universidad British de Columbia. “Para estar absolutamente seguros del hallazgo, los cuerpos en cuestión deben ser rastreados durante varios años”. Así, y después de comparar minuciosamente los objetos detectados durante un bienio, “el equipo logró rastrear 63 elementos, confirmándolos como nuevas lunas”. A pesar de este avance, “quedan alrededor de 30 muestras sin descubrir en este rango de tamaño, y probablemente muchos cientos de planetoides con proporciones más pequeñas”, aseguró Edward Ashton.
Por ello, se debe continuar apostando por la investigación. A día de hoy, la totalidad de los descubrimientos pertenecen a la categoría de satélites irregulares, y se cree que, inicialmente, “fueron capturados por su planeta anfitrión”. Los satélites irregulares tienden a reunirse en grupos orbitales según la inclinación de sus elipses. En el contexto saturnal hay tres de estos conjuntos, cuyos nombres provienen de diferentes mitologías: el inuit, el galo y, por último, el nórdico, mucho más poblado.
300 satélites naturales
Los expertos han contabilizado en el Sistema Solar casi tres centenares de satélites naturales, asociados a diversos cuerpos existentes en el mismo. Algunos de ellos fueron observados hace siglos. Por ejemplo, a mediados del XVII –hacia 1655–, el astrónomo Christian Huygens halló Titán, la mayor luna de Saturno. Además, se trata del único cuerpo de su estilo que cuenta con “una atmósfera importante”. También en el XVII, aunque lustros más tarde, se describieron otros cuerpos saturnales similares. Entre ellos, Jápeto, Rena, Dione y Tetis. A finales del XVIII –en torno a 1789–, desde Alemania, el investigador William Herschel halló Mimas y Encélado.
Durante el siglo XIX, los planetoides asociados al sexto miembro del Sistema Solar volvieron a dar alegrías. Se revelaron cuerpos como Hiperión o Febe, el cual se caracteriza por poseer un movimiento particular, al desplazarse en dirección opuesta a la mayoría de los satélites. Los mencionados cuerpos pudieron identificarse debido a su importante tamaño y a que presentaban órbitas predecibles. “Todos los planetas gigantes cuentan con lunas regulares”, aseguraba el astrónomo de la Universidad British de Columbia, Brett Gladman. De hecho, su movimiento se realiza “en el plano ecuatorial del globo, al igual que los anillos saturnales”.
Sin embargo, el gran avance en la contabilización de este tipo de cuerpos se reportó hace apenas 25 años, a partir del año 2000. Un trabajo que se ha facilitado gracias al impulso de la investigación espacial y al desarrollo de la óptica y de los telescopios modernos. “Sondas como la Voyager y la Cassini consiguieron ampliar los descubrimientos, observando de cerca el complejo sistema de Saturno”, explica Stephen Dowling, divulgador científico y editor asociado de la BBC.
Incluso se ha de mencionar el paso hacia adelante que, en este campo, supuso la fotografía digital. Los sensores CCD de las cámaras no analógicas eran más sensibles a los estímulos lumínicos que la tecnología previa, lo que facilitó retratar cuerpos menos visibles. Pocos años después, aparecieron las cámaras CCD de mosaico, que perfeccionaban las anteriores. “Se conseguía un campo de visión mucho más amplio”, enfatizan los investigadores.
Gracias a dichos progresos, los descubrimientos satelitales asociados a Saturno se incrementaron exponencialmente, hasta alcanzar los 145 actuales. Antiguamente, se tomaban tres instantáneas consecutivas en un lapso de tres horas. Esta sucesión fotográfica permitía identificar si un objeto se desplazaba en una “dirección definida”, lo que posibilitaba definir si se trataba de un satélite o de otro tipo de cuerpo. Pero ahora, con las nuevas técnicas, se permite captar un mayor número de detalles.
Así, se describen con más detalle a los nuevos elementos. Por un lado, aquellos cuerpos más grandes y regulares, que “se piensa que se formaron en órbita, del mismo modo que nuestros mundos se crearon alrededor del Sol”, relata Brett Gladman. “La razón por la que pueden estar agrupados y tienen recorridos similares es porque antes eran un sólo objeto que sufrió una colisión. Y después, a lo largo de miles de millones de años, los fragmentos resultantes siguieron chochando entre sí”, indican desde el Centro de Planetas Menores, adscrito a la Universidad de Cincinnati.
Pero, al mismo tiempo, también se distinguen satélites irregulares, que son aquellos cuya órbita no cuenta con una trayectoria alrededor del ecuador del planeta, presentando un recorrido elíptico. Este tipo de cuerpos “se caracterizan por sus trayectorias grandes e inclinadas, en comparación con las lunas regulares”, explican desde la UBC. Se distinguen, además, por presentar semi-ejes mayores altos y frecuentemente retrógrados, que se cree fueron adquiridos por Saturno a través de un proceso de captura.
En consecuencia, gracias a este nuevo descubrimiento de la Universidad British de Columbia, se conoce un poco más a fondo nuestro Sistema Solar. Más concretamente, el funcionamiento de Saturno, el segundo mayor planeta de nuestro entorno. Además, muchos se preguntarán el porqué de invertir en astronomía, cuando existen supuestas prioridades más urgentes en la Tierra. Sin embargo, conocer más a fondo el Universo también reporta beneficios a la Humanidad. Al fin y al cabo, y como señaló el astronauta Ronald John Garan, “la Tierra es una pequeña ciudad con muchos barrios en un Universo muy grande”. Todo está interrelacionado
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