“Se abusa de la resiliencia para aguantar cosas que no deberíamos”

El neurólogo mexicano Mario de la Piedra Walter. Foto: Pura C. Roy.

El neurólogo mexicano Mario de la Piedra Walter trabaja desde 2022 en el área de Neurología del hospital UKB de Berlín. Recientemente, la editorial Debate ha publicado su libro Mentes geniales. Cómo funciona el cerebro de los artistas’. Un libro de neurociencia que habla sobre arte o un libro de arte que habla de neurociencia. Una indagación entre los procesos mentales, la enfermedad y el arte, que incluye a escritores como Dostoievski, Borges, Sylvia Plath, Virginia Woolf y Anne Sexton; y a pintores como Kandinski, Remedios Varo y Otto Dix. El libro se adentra en enfermedades como la epilepsia, la esquizofrenia, el trastorno bipolar, la apoplejía y el estrés postraumático, dolencias que fueron un arma de doble filo para los artistas que las padecieron. Hemos hablado con él.

Mario de la Piedra explora condiciones como la sinestesia, que permite ver la música y saborear los colores, los efectos de los psicodélicos, los mecanismos de la memoria y el olvido, la génesis de los sueños, los procesos cerebrales de la depresión y el suicidio.

Sin enaltecer ni mitificar la enfermedad de las personas famosas, el libro aborda lo que se sabe de algunas de las enfermedades neuronales y cómo el cerebro procesa y transforma la información que recibe.

“Mi libro está realizado con las obsesiones que he tenido, como la conciencia, la percepción, los artistas que me gustan, y, de alguna manera, cuando escribía se iban uniendo estos puntos y me demostró que todo está relacionado”.

El motivo de este libro es la neurociencia y el arte. En su caso, los senderos no se bifurcaron.

Me gusta que empecemos así. Comento en el libro que hay un arte explicado desde la neurociencia. Siempre tuve la tensión, la dualidad entre las dos disciplinas. En mi familia hay médicos, mi padre es cirujano. Tuve un maestro que cuando decidí estudiar Medicina me guio para aprender la esfera de lo humano desde una interdisciplinaridad que me llevó a mis estudios sobre neurología. Gente brillante me enseñó que no hay tantas líneas divisorias entre muchas disciplinas.

¿Con la ciencia actual se entiende mejor a los artistas?

Artistas es un concepto difuso, ¿a quién llamamos así? Mi libro recoge a artistas que han sufrido algún trastorno, que crearon su obra, no gracias a, sino a pesar de; gente que supo usar estos trastornos como arcilla para poder expresarse. Pero la genialidad está en que, a pesar de elementos alienantes –Dostoyevski sufrió de epilepsia, Andy Warhol podría entrar dentro de lo que se califica espectro autista–, esta arcilla les permitió expresar al primero un concepto de belleza que sobrecoge y al segundo llevar sus repeticiones a iconos de la cultura popular.

Escribes de personas geniales. ¿Cómo encaja el término genial en toda una serie de patologías que afectan al cerebro?

La genialidad viene de un superflujo de ideas, pero también hay que saber qué hacer con ellas. La genialidad de muchas personas es la disciplina; aunque sufrieron diversas patologías, siempre supieron cuál era el camino. En el libro trato diferentes formas que tiene el cerebro de procesar la información. Me gusta explorar esta genialidad, pero también saber dónde están los límites, como puede ser la locura; no mitificar el lugar común del genio atormentado.

Hablar de algunas de las enfermedades que han tenido escritores o pintores ¿ayuda a conocer mejor el fenómeno de la creatividad? Supongo que la cuestión es no mitificar el dolor.

Utilizo a los artistas para explicar cómo funcionaba su cerebro, que es explicar cómo funciona el nuestro. El arte también nos define como especie. Yo prefiero en algunos casos hablar más de condiciones que de enfermedades, como cuando hablo de la sinestesia, del autismo, ya que son condiciones de neurodivergencia. Manifestaciones que no siempre las integramos bien en la sociedad, a pesar de usar expresiones sinestésicas como: esta persona es una amargada. No hay que ser Franz Liszt o Kandinski para vivir una experiencia sinestésica, pero esta tampoco nos convierte en artistas.

Todos caemos dentro de un espectro de variabilidad en cuanto al comportamiento, y el problema sería el contexto social. Cuando esto es alienante se vuelve incapacitante, pero esta línea la dibuja también la sociedad. Así que tenemos que aprender a manejar esta diversidad e integrarla en el funcionamiento de todos.

Hablas de tu país, del peyote, de los cambios de percepción que se pueden dar en el cerebro.

Yo estoy muy orgulloso de la multicultura que se da en México. De los indígenas; reivindico el arte de los wixárika, donde la influencia del peyote es innegable. No todo es hablar del arte canónico; hay otras formas más marginales, como el Art Brut; quería reivindicar a esa gente que había estado fuera del canon. El surrealismo amplificó la ideas freudianas del subconsciente y los sueños como manifestaciones artísticas. Mediante el arte se exploró las posibilidades del psicoanálisis y en algunos casos ayudado por los psicotrópicos. El cuadro de Remedios Varo Mujer saliendo del psicoanalista sigue teniendo múltiples interpretaciones. México acogió a muchos artistas surrealistas.

Afirmas que la ficción no es entretenimiento, que es una herramienta evolutiva.

Sí, esto lo retomo de un ensayo del escritor mexicano Jorge Volpi que se titula Leer la mente; dice que es una herramienta tal útil como un hacha o un anzuelo. Esto nos hace conocernos a nosotros mismos y parte de una verdad biológica: lo que hoy se conoce como neuronas espejo son neuronas que se activan cuando vemos las acciones del otro, pero también cuando leemos sobre las vida de otros. Así que sí, los libros nos permiten vivir otras vidas. Cuando leemos a Madame Bovary somos Madame Bovary. La ficción nos ayuda a explorar otros sentimientos.

El lado izquierdo y el derecho del cerebro… Con los artistas ha sido recurrente hablar de ellos, ¿qué vigencia tienen respecto a la creatividad?

Hemos simplificado muchas cosas de cómo funciona el cerebro. Hay que huir de los reduccionismos. Es cierto que el izquierdo y el derecho trabajan de manera diferente, pero la realidad la formamos a través de esas dos experiencias. Es el tejido calloso donde se integra la información de nuestra realidad.

Cada uno de los artistas que nombras evidentemente vivió bajo unas condiciones particulares y sociales.

Así es; esas tres grandes mujeres que son Sylvia Plath, Virginia Woolf y Anne Sexton, grandes escritoras que sufrieron depresión posiblemente por sus condiciones sociales, por el machismo, por los abusos sufridos. Así que no hay que mitificar ciertas condiciones para ser buen artista.

En el genio atormentado, ¿la lógica sucumbe a la sinrazón?

Cito al matemático John Nash, a quien todo el mundo conoce por la película Una mente privilegiada, que decía que lo mismo que le llegaban las respuestas a la ecuaciones le llegaban voces de otro tipo. Es difícil encontrar lógica al mundo, así que cuando estudiamos la materia y la física cuántica, lo impresionante es que conservemos la razón. Me gustan los procesos por los cuales se llega a una situación; por eso hablo de lo que pasa en las redes neuronales. El suicidio puede tener un base biológica, con las nuevas teorías de la inflamación, pero surge también de estresores tanto sociales como psicológicos.

¡Nos tendremos qué adaptar entonces al estrés!

Existe un concepto que ha sido criticado por algunos filósofos, como es el término resiliencia. El cerebro tienen cierta estabilidad psicológica, capacidad para aguantar estos estresores, que tienen que ver con ciertos sectores como el hipocampo y la amígdala. Lo normal es ser resilientes, pero hay personas a las que estos mecanismos pueden fallarles y pueden producirles una patología. Se abusa de la palabra para cubrir un problema sistémico y para aguantar cosas que no deberíamos. Esta palabra no justifica muchas cosas que ocurren dentro del sistema. Las redes de apoyo son fundamentales para todos, incluidos los artistas.

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