Se nos va el pequeño, inconfundible y raro desmán
El desmán ibérico es una especie endémica de la península ibérica muy desconocida y que se encuentra al borde de la extinción: según los expertos, podría desaparecer en menos de 12 años. Su situación es crítica. Este pequeño, inconfundible y muy singular mamífero semiacuático es muy fácil de distinguir, pero cada vez más difícil de encontrar. No sabemos cuántos quedan y la única certeza que tenemos es que, según la última evaluación de su estado de conservación, su área de distribución en nuestro país ha descendido de forma dramática casi el 70% en solo tres décadas.
Por ISAAC VEGA / WWF ESPAÑA
Nocturno y esquivo, es también conocido como almesquera (catalán), muturluze iberiarra (euskera) y rato de almizcre (gallego). Su aspecto es una mezcla de musaraña con cola escamosa de rata de agua y frontal de topo, pero con una exclusiva trompa, desnuda y aplastada, que lo hace único.
Sus ojos son muy pequeños y no tiene pabellones auditivos, por lo que es casi ciego y sordo. No importa, lo compensa con un montón de vibrisas (pelillos) que recubren su trompa, una especie de doble tubería alargada que es mucho más que un simple y largo hocico. Está acabada en una central receptora de información ambiental, olores y sensaciones: el llamado órgano de Eimer, un extraordinario conjunto de receptores sensoriales táctiles que le permite reconocer su entorno, detectar presas y localizar obstáculos y presencias dentro y fuera del agua.
Es muy chiquitín: puede llegar a alcanzar 13,5 cm de longitud y pesar entre 50 y 76 gr, y su larga y gruesa cola, de hasta 16 cm, es más larga que su cuerpo. Bien alimentado, su aspecto es rechoncho y está cubierto por un pelaje largo y liso, castaño o grisáceo, con irisaciones y el vientre más claro.
Sus patas traseras son mucho más grandes que las delanteras y presentan membranas interdigitales adaptadas a la natación; mientras que usa sus extremidades anteriores para excavar y sujetarse a piedras o ramas en el lecho del río. Son curiosos y sus movimientos son cautos y a pequeños impulsos.
Aprovechan los huecos naturales como madrigueras y forman parejas estables, con períodos de celo que van desde enero a mayo y nacimientos entre marzo y julio: 1 y 5 crías (lo normal 4) y varias veces al año. Pocos desmanes superan los 3 años de vida.
Una auténtica joya zoológica
Nuestro querido, y casi desconocido desmán ibérico (Galemys pyrenaicus), es el único miembro de su género zoológico y es exclusivo de la mitad norte de la península ibérica, Andorra y sur de Francia. Los zoólogos han descrito cuatro especies del mismo género, pero tres de ellas ya han desaparecido y sólo se conservan sus restos fósiles.
Junto a su primo hermano el desmán ruso (Desmana moschata), que vive en las lejanas Ucrania oriental y Rusia central, forma el curioso grupo Desmaniinae, caracterizado por sus adaptaciones acuáticas desde finales del periodo Mioceno (hace 15 millones de años). Ambos pertenecen a la familia de los Tálpidos, por lo que están emparentados con los topos terrestres frecuentes en jardines y praderas.
En el limbo del olvido
Cuando en 2013 el Ministerio para la Transición Ecológica y Reto Demográfico (MITECO) aprobó su Estrategia para la Conservación en España, se suponía que la especie sobrevivía en siete áreas aisladas y relictas de una antigua distribución continua, probablemente existente hace unos 2.000 años. La especie estaba clasificada como “Vulnerable” y sólo “En Peligro de Extinción” en el Sistema Central.
Entonces pensaban que el desmán ibérico habitaba ríos y arroyos del norte de Portugal, el macizo Galaico, los Montes de León y la Cordillera Cantábrica y sus estribaciones, así como los montes de la meseta norte, el corredor Vasco, Pirineos (incluyendo Francia y Andorra) y los sistemas Central e Ibéricos meridional y septentrional. Y estaba presente en una docena de comunidades: Aragón, Asturias, Cantabria, Castilla-La Mancha, Castilla y León, Cataluña, Extremadura, Galicia, La Rioja, Madrid, Navarra y País Vasco.
Pero ya entonces se tenían serias dudas y lagunas en el conocimiento sobre algunas poblaciones, algunas citas de su presencia eran antiguas y ha pasado más de una década nada favorable para la especie. Por ello, ahora lo más urgente es averiguar dónde sobrevive, cómo son sus poblaciones y qué necesitan para extenderse.
Excelente bioindicador de la calidad de cauces
Es un insectívoro muy glotón que cada día puede atrapar el equivalente a tres cuartas partes de su peso en invertebrados (insectos, crustáceos, larvas y gusanos) que viven en el fondo. Y aunque le han acusado de devorar alevines en piscifactorías no hay evidencia científica de ello y no se han hallado restos en sus heces.
Vive en cursos de agua dulce corriente, en gargantas y pozas con aguas frescas y cristalinas, desde casi el nivel del mar hasta donde nacen algunos ríos y arroyos, alcanzando los 2.500 metros de altitud en Pirineos; y es muy dependiente de la presencia de un caudal mínimo ecológico que esté bien oxigenado y libre de contaminación, para que pueda existir el rico supermercado de presas que necesita.
“El desmán ibérico es un excelente bioindicador de la salud de su hábitat y de las graves consecuencias de maltratar nuestros ecosistemas acuáticos, agravadas por la crisis climática. En nuestros ríos se nota de forma especial por la falta de precipitaciones de lluvia o nieve en las cabeceras, combinadas con largos periodos de severas sequías”, asegura Ramón Pérez de Ayala, del programa de especies de WWF España. “A ello hay que sumar la alteración de los caudales ecológicos, la fragmentación de los ríos y otras presiones sobre las masas de agua donde habita”.
Demasiadas amenazas
Al margen de ser presa natural y frecuente de nutrias y ocasional de otros depredadores, como garza real, cigüeña común, martinete y lucio; o cada vez más habitual de especies invasoras voraces como el visón americano o el mapache… Entre sus principales amenazas destacan la pérdida o degradación de su hábitat, por la construcción de obras públicas y la creación de barreras artificiales (como muros de presas) que interrumpen los cauces, fragmentan su hábitat y generan problemas de endogamia, eliminan refugios y crean zonas sin corriente y excesiva profundidad que alteran las comunidades de sus presas en los fondos.
Además, la pérdida o degradación de la vegetación de ribera erosiona las cuencas y destruye sus refugios y zonas de anidamiento, pudiendo incluso alterar las características de insolación y temperatura del agua en el cauce.
También las detracciones excesivas e incontroladas de agua a través de canalizaciones y tuberías, especialmente graves en momentos de estiaje, y que suelen provocar ahogamientos y lesiones. La contaminación orgánica o química de los ríos, por vertidos al cauce o difusa debida el uso de plaguicidas agrícolas o fitosanitarios en ganadería intensiva. Y prácticas como la pesca ilegal de salmónidos mediante vertidos durante el estiaje de lejía o cal viva, que en pequeños cauces elimina gran parte de sus fuentes de alimento, o el uso de trasmallos que puede provocar muertes por ahogamiento.
Finalmente, los impactos asociados a la crisis climática, como sequías pertinaces o inundaciones y riadas, disminuyen su hábitat disponible, causan disminuciones poblacionales y favorecen el establecimiento de nuevas especies invasoras que pueden convertirse en voraces predadores.
Frágil y muy vulnerable a la acción humana
Este amplio rosario de amenazas, unido a la fragilidad de los medios fluviales que habita y algunas características propias asociadas a una alimentación tan específica y su baja densidad poblacional, lo convierten en una víctima muy vulnerable a las amenazas de origen antrópico.
Desde WWF España advertimos de que su situación es realmente dramática: la especie está afectada por múltiples amenazas, con muy pocas medidas de conservación específicas implantadas y existe un riesgo inminente de que pueda extinguirse entre los próximos 7 y 12 años. “Nos enfrentamos a un gran reto: no sabemos cuántos quedan y, si no actuamos de manera eficaz y urgente, lo podemos perder antes de 10 años, en unas pocas décadas a más tardar”, sentencia Ramón Pérez de Ayala.
La situación del desmán ibérico es tan preocupante que recientemente el MITECO ha puesto en marcha una propuesta para incorporarlo, junto a la focha moruna, a la lista española de especies “En Estado Crítico”, donde hasta ahora sólo hay un mamífero (visón europeo), tres aves (alcaudón chico, cerceta pardilla y urogallo cantábrico), dos moluscos (margaritona y nacra) y una planta (jara de Cartagena). Por lo que es clave la puesta en marcha de medidas urgentes de actuación para revertir su situación.
Una situación que es reflejo del pésimo estado de conservación de los ríos en todo el mundo, tal y como refleja el último Informe Planeta Vivo (IPV), publicado por WWF el pasado octubre. Este análisis de la organización concluye que el 85 % de las poblaciones de vertebrados que viven y dependen de los ecosistemas de agua dulce han sufrido un mayor declive en los últimos 50 años.
Nuestro país no es una excepción y, aunque en los últimos años la situación ha mejorado un poco, gracias en parte a la directiva marco del agua y a la Estrategia Nacional de Restauración de Ríos del MITECO, queda mucho trabajo por hacer. Ahora, para nuestro pequeño protagonista la meta es asegurar el buen estado ecológico y de conservación de su hábitat, ya que estos instrumentos no contemplan medidas específicas para esta especie. “No se trata solo de salvar al desmán ibérico, sino de salvar nuestros ríos: garantizar un régimen de caudales ecológicos, retirando obstáculos y restaurando los ecosistemas fluviales, en armonía con lo que ordena la legislación europea”, explica Pérez de Ayala.
Comité de crisis para salvar al desmán
Para abordar las medidas más urgentes en la conservación de la especie, a principios de octubre, WWF organizó unas jornadas técnicas con la participación de medio centenar de expertos: científicos, conservacionistas y técnicos del Gobierno central, Comunidades Autónomas y Confederaciones Hidrográficas con presencia de la especie. La conclusión final fue unánime: la situación del desmán ibérico es realmente preocupante.
Entre los temas abordados, destacan la destrucción y los cambios producidos en el hábitat fluvial que han producido una grave fragmentación de las poblaciones y el declive poblacional continuado, ocasionando numerosas extinciones locales. Se analizaron los problemas de endogamia en una especie que cuenta con cinco unidades evolutivas muy diferentes que, por ahora y según los expertos, no deberían mezclarse entre sí. No obstante, se puso en valor las translocaciones y los refuerzos poblacionales, como herramienta clave para revertir la situación a corto plazo.
Para los expertos, es imprescindible un plan de cría en cautividad que asegure la supervivencia de la especie en caso de catástrofe en el medio y mantenga la diversidad genética con individuos viables en futuras reintroducciones en el medio natural. Pero es muy complicado; hasta ahora no se ha logrado y hay que seguir intentándolo.
Por último, se analizó cómo seguir a la especie para conocer en detalle la evolución de sus poblaciones, el éxito de las translocaciones y otras medidas de conservación. Sabemos cómo detectar su presencia buscando excrementos y con análisis genéticos, pero no es posible hacer un censo nacional y contarlos sin capturarlos. Por ello, es clave desarrollar otros métodos de estudio que permitan identificar individuos a través de los excrementos o el estudio del ADN ambiental, que posibilitaría detectar su presencia en muestras de agua.
A la vista de la situación, desde WWF solicitamos al MITECO, a todas las CCAA y a las Confederaciones Hidrográficas donde habita, que durante 2025 pongan en marcha medidas urgentes de recuperación de la especie, habilitando los fondos necesarios y complementado las competencias y capacidades de las distintas administraciones, así como actualizar la Estrategia Nacional del desmán ibérico.
Tenemos el deber de evitar la extinción de esta pequeña joya exclusiva de nuestros ríos y arroyos, no sólo por su singularidad y el disfrute de su presencia, sino también para asegurarnos que podemos seguir contando con un magnífico sistema de alerta temprana de la calidad de nuestros cauces fluviales. Si hay desmanes aún tendremos esperanza para nuestros ríos y para la Humanidad.
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