Se va Manu Leguineche, el jefe de una tribu en peligro de extinción
La periodista Julia Luzán conoció bien a Manu Leguineche, hombre curtido en mil batallas y uno de los reporteros españoles más íntegros, que falleció ayer. Nos recuerda aquí lo que este vasco de Guernica significa y algunos de los muchos momentos que compartió con él en su retiro en el campo de Guadalajara.
Jesús, un hombre octogenario que ha visto discurrir su vida paralela a la de Manu Leguineche, cuidaba el jardín de la casa del periodista en Brihuega (Guadalajara) a los pies de los restos de la muralla árabe. Cada día, mientras Manu vivió, entraba por la puerta trasera, regaba, vigilaba los tomates y echaba a Muki, la gata señorona, el ojito derecho de Leguineche, para que le dejara cortar la hierba. Jesús lloraba hoy como un niño. Su Manu había dejado de sufrir por esa enfermedad terrible que le fue dejando sin movilidad, sin habla, sin sueño, atado a una silla de ruedas, mirando cómo discurría la vida sin participar de ella.
Manuel Leguineche (Arrazua, Vizcaya, 1941) ha sido el jefe de una tribu muy particular, la de los periodistas curtidos en mil batallas y la de aquellos que ya no están en las redacciones porque los nuevos amos del periodismo los han expulsado. Manu se reiría, con esa sonrisilla maliciosa que dejaba asomar cuando decía una maldad, viendo la cantidad de necrológicas fariseas que se apropian de él. Todos, dicen los corifeos, querían a Manu. Todos sabían de su vida y milagros. La mayoría desconocían la soledad de un hombre tímido, un vasco nostálgico, al que robaban los contables y que daba todo por sus amigos.
Íntegro en sus afectos y creencias, nunca se vendió al mejor postor. Los grandes diarios se lo rifaban. A todos les dijo no. Miguel Delibes le inoculó el virus del periodismo, y él encontró su Vietnam. A partir de ahí, ninguna guerra o revolución le fue ajena. Hasta que la enfermedad le impidió viajar, se recorrió medio mundo y escribió sobre todo, Filipinas, Australia, Yugoslavia… Cuarenta libros de viajes, de crónicas. Fundó dos agencias de noticias, Colpisa y Fax Press. Recibió el Premio Nacional de Periodismo, el Cirilo Rodríguez, el Ortega y Gasset y muchos más. Él los dejaba en las estanterías abarrotadas de libros que conducían hasta su guarida, donde escribía, leía y veía los partidos de fútbol de su Athletic hasta que la enfermedad le obligó a dejar ese cuarto y trasladarse a la planta baja. Cuando le construyeron un ascensor para que pudiera subir a su refugio, Manu rompió a llorar y pidió que le sacaran de allí.
Pero para conocer al Manu Leguineche íntimo yo les recomiendo un libro, La felicidad de la Tierra. En él se huele el campo de Guadalajara, los campeonatos de mus, el cordero asado, la jara de El Tejar de la Mata, el canto del cuco o el de la alondra. El centro del mundo en una aldea por la que desfilan todos los que han compartido su vida. Con Manu te ibas de excursión por los pueblos de Guadalajara a ver al carnicero, a los dueños del bar de la calle Vallehermoso de Madrid, o recalabas en el jardín húmedo de la noche a escuchar tocar la guitarra a Manolo, el médico que le cuidaba como a las niñas de sus ojos. Y como experiencia surrealista podía invitarte a una cena a orillas del embalse de Entrepeñas viendo cómo la Luna se ahogaba en los meandros del Tajo.
Manu Leguineche despide una época del periodismo, la de la integridad. Él ya no entendía lo que estaba ocurriendo. En su casa se hablaba de noticias, de periódicos. Fue tan generoso que arriesgó su dinero en algún que otro proyecto sin futuro. En los últimos tiempos, iba de homenaje en homenaje escoltado por Pedro y Pepe, sus amigos, y por Gabriela, la mujer búlgara que ha vivido a su vera cuidando de él. Don Manu, como ella le llamaba, le miraba con ternura cada vez que ella acercaba la cuchara de comida a su boca. Hoy muchos nos sentimos huérfanos porque Leguineche, el vasco de Guernica, siempre supo hacer periodismo del bueno, auténtico. Brindemos por él.
Comentarios
Por Adagio, el 23 enero 2014
¿Por qué en un rinconcito una noticia como ésta? Muchos estamos emocionados por el fallecimiento del gran Manu Leguineche. ¡Va por ti, Maestro!
Por Erasme, el 23 enero 2014
Sin duda uno de los más grandes. He procurado seguirle desde que empezó a escribir.
Lo echaremos de menos.
Por Miguel Larrea, el 23 enero 2014
fantástica Julia. Tu Jacinto también era amigo de Manu y ambos míos. El mejor artículo junto al de Mariano Guindal que he leído sobre Manu. Me llamaba Miguelito y aprendí todo sobre los entresijos de las empresas periodísticas. Pena.
Por Rosa, el 23 enero 2014
Por amigos comunes, tuve la suerte de conocerlo.Eran los años 70 y Manu era un hombre fuerte y alegre.Felices días en Miraflores de la Sierra.No lo volví a ver aunque siempre seguí sus crónicas.
Espléndido en el sentido amplio de la palabra.Su manera de vivir era darlo todo, con la naturalidad de quien no concibe vivir de otro modo.
Por Periodismo Sobrecogedor, el 23 enero 2014
Manuel Leguineche.Un tipo grande,apasionado por la profesion de contar lo que ve.Honesto e integro.Que falsos son algunos que le lloran.Quizas la mas falsa sea Pilar Cernuda,esa corrupta periodista estrella de la «prensa Gurtel» ultimamente dedicada a denigrar al juez Elpidio Silva y defender a Miguel Blesa y los 4o ladrones de Caja Madrid.
Por Roberto Villalón, el 23 enero 2014
Precioso. Nos lo has hecho humano a los que no lo conocíamos.
Por Manuel ("El médico de Manu"), el 23 enero 2014
Querida Julia, yo que he estado con Manu casi todos los días en estos últimos ocho años, quiero decirte que, el articulo es fantástico, totalmente ajustado a la realidad, una descripción exacta que solo puede hacer una gran periodista como tú, capaz de captar los sentimientos de la forma mas sutil y ponerles palabras…
Por Ciudadanor, el 26 enero 2014
Los periodistas, los que manifestáis que el periodismo es una cosa,pero lo que se ve por las televisiones o radios es otra( creo que es así,¿no?),¿No podríais revelaros? Lo pregunto en serio,¿eh? Con la mejor intención.
Saluditos