Seis grandes actrices y actores de más de 70 años se confiesan
Tres actrices y tres actores españoles de entre 70 y 80 años se suben a escena. La grandeza del teatro repasando sus trayectorias vitales, la historia de España, el pasado y el presente; también el futuro. Son Ana Marzoa, Amparo Pamplona, María Luisa San José, Juan Ribó, Paco Racionero y Guillermo Montesinos. ¡Silencio! Un respeto. Hablan ellos. De ellos. Y merece la pena escucharles. En las Naves del Español en Matadero, Madrid.
Son seis grandes y emociona y también produce ternura, mucha, escucharles, porque se desnudan y confiesan sus dudas y sus flaquezas, hablan de su infancia y de cómo viven la edad madura. Y da un pellizco en la sensibilidad de cualquiera con sensibilidad escuchar a Guillermo Montesinos cuando dice: “A mí la vejez me ha pillado por sorpresa”. Te ríes, pero te retuerce el estómago. Y habla de cómo se ve mirando la televisión con sus tres perros y hablando solo. Y cuando Ana Marzoa confiesa lo que le gusta remolonear en la cama por las mañanas, y que habría preferido tener una relación más directa con la creatividad, y no a través de intermediarios, haber sido, por ejemplo, escritora. Y cuando comentan los innumerables programas de Estudio 1 que Amparo Pamplona interpretó en TVE en los años setenta. Y cuando recuerdas que Juan Ribó protagonizó el primer desnudo integral masculino en un escenario español con Equus (que ahora ha vuelto al teatro madrileño Infanta Isabel). Cuando María Luisa San José, que formó parte de aquel grupo de mujeres guapas a las que se conoció como “las reinas del destape” en el cine español, protesta porque las catalogaron de “chicas fáciles”. Y cuando Paco Racionero besa la foto de sus padres que siempre le acompañó en los camerinos antes de salir a escena.
Son seis grandes de nuestro teatro que ahora, a raíz de unos talleres montados por Luis Luque y Álvaro Lizarrondo, dan cuerpo y alma a un texto que merece aplauso y respeto sobre su historia y, en cierto modo, también la historia de España, pues repasa los tiempos de la televisión única –la pública–, de la censura, de la huelga de actores y actrices para lograr un día semanal de descanso retribuido, del cine de la movida, de los tiempos actuales y cómo viven su vejez y cómo les ilusiona volver a trabajar, volver a un teatro (a ese escenario desnudo pintado en rosa en Matadero) y volver para hablar de parte de sus vidas. De sus padres y madres, de sus infancias, de las funciones que compartieron, de directores como Adolfo Marsillach y Miguel Narros, de compañeros como Fernando Fernán Gómez y José Bódalo, de lo que le aconsejarían a un actor o actriz primerizo.
En la rueda de prensa de presentación, Natalia Menéndez, directora artística del Teatro Español, explicó que Celebración forma parte del proyecto La Sénior, “centrado en recuperar y preservar la memoria de nuestros mayores”, “busca aplaudir la labor de nuestros mayores y también hacerles partícipes de nuestra programación”.
En esa presentación ante la prensa, María Luisa San José reconoció que tenía una “asignatura pendiente con el público”, explicarle que no ha sido solo “una señora guapa” (que lo ha sido y lo es, sí, también), sino que, más allá de esa etiqueta, quiere reivindicar su recorrido, su carrera teatral, y Celebración le permite ese ajuste de cuentas. La impresionante voz grave de Ana Marzoa emociona casi con cualquier cosa que diga: “Es inevitable que te entre un poco de melancolía, pero también se habla del presente y del futuro, y eso hace que la función sea viva e ilusionante”. Amparo Pamplona: “No, no somos seis abuelos cebolleta contando batallitas”. Juan Ribó: “Es todo un reto, porque los actores necesitamos máscaras para salir a escena. Celebración me ha enseñado cosas de mí que estaban un poco… dormidas”. Guillermo Montesinos: “Nos hemos emocionado como tontos… Pero lo más interesante es estar vivos y poder contarlo. Y trabajar. Yo lo que quiero sobre todo es trabajar”. Y Paco Racionero, el mayor del grupo, con ya más de 80 años: “Casi toda mi vida he hecho comedia, y he de reconocer que este papel, hacer de mí mismo, me ha costado, que ha sido duro, y que algunos días he llegado a casa llorando. Pero también he pensado: Paco, por fin estás haciendo algo de provecho”. (Risas: enlatadas no, por favor, sino de las de verdad).
Y si la función comienza proyectando retales de algunos de sus trabajos de jóvenes, como paco Racionero en el famosísimo programa infantil La mansión de los Plaff (TVE, 1979/1981) o el taxista de Guillermo Montesinos en la película de Almodóvar Mujeres al borde de un ataque de nervios (1988); Celebración termina, antes del baile final, con conmovedoras interpretaciones de pasajes de algunas obras maestras del teatro. Impresionantes los monólogos de Ana Marzoa en Doña Rosita la soltera, de Federico García Lorca (ese que también decía tan bien Aitana Sánchez Gijón en la última película de Pedro Almodóvar, Madres Paralelas), y de Amparo Pamplona como la Laurencia de Fuenteovejuna (Lope de Vega).
Silencio. Un respeto. Hablan ellas y ellos. Una función, en fin y en cierto modo, de teatro clásico.
‘Celebración’. Naves del Español en Matadero (Madrid). Sala Fernando Arrabal. Dramaturgia de Álvaro Lizarrondo y Luis Luque. Dirección de Luis Luque. Hasta el 23 de octubre.
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