Alberto Feijóo, señas de identidad de una juventud hiperactiva
“Something we used to know”. Es la reflexión de Alberto Feijóo (Alicante, 1985) sobre la juventud. Fotografías en torno a la nostalgia, la pérdida de la inocencia, el recuerdo de la vida cuando era más intensa; cuando el grupo, la música, los objetos atesorados lo eran todo, antes de que el rodillo de la edad normalizara nuestras vidas. Estos son los elementos que componen la exposición que se puede ver en Blank Paper, en Madrid.
¿Cuál es la génesis del proyecto?
El inicio fue un viaje a Berlín. Fui a hacer fotos sin tener claro lo que iba a hacer, solo que quería tratar el tema de la juventud. Hacer fotos a gente de mi edad o un poco más joven. Me di cuenta de que todo lo que capté era en parques, rodeados de naturaleza… Luego viajé a otras ciudades y fui generando mucho material. Después hice una selección y empecé a incluir imágenes de Youtube. En este trabajo mezclo imágenes tomadas de la realidad con capturas de pantalla de vídeos de Internet de conciertos. Los conciertos son de hace bastantes años y están en la red de manera perenne. Las capturas vienen a ser imágenes de archivo; luego está la imagen fotográfica de las cosas que me voy encontrando o que voy construyendo.
Lo primero en que cristalizó tu proyecto fue un libro. ¿Es tu primera edición? ¿Cómo fue la experiencia de autoeditarse?
Era mi primera publicación, sí. Había hecho intentos anteriores. Esta vez quería dar a conocer el trabajo sin más pretensión que articular un discurso en forma de libro y editarlo para que la gente pudiera verlo en casa, sin una pantalla por medio. Fue un experimento fallido porque edité solo 75 y me di cuenta de que tenía que haber hecho más. Pero me ha servido de aprendizaje.
Y ahora con ese material haces una exposición. ¿Te has sentido libre a la hora de hacerla?
Sí. Ha sido una vuelta atrás y a replantearme el proyecto de manera diferente. Hay una edición nueva y me he forzado a hacer algo nuevo. Lo he distribuido de otra manera. Hay unos paneles que recrean los corchos que todos teníamos y en los que pegábamos fotos, pósteres y recuerdos. Por otro lado, hay un cristal con una foto rota, fotos enmarcadas de forma tradicional. Y luego un bodegón de frutas como los que aparecen en mis fotos.
¿Cuál es tu imagen de la juventud?
La hiperactividad, ir de un sitio a otro, no preocuparte por lo que digan los demás y, sobre todo, expresar tu identidad sin complejos; yo estoy aquí, formo parte de un grupo, tengo mis colegas que me respaldan, tengo mi música que me identifica… Una época de tu vida que muestra tu forma de ser.
Comentabas que incluyes imágenes de conciertos antiguos, ¿es porque entiendes que la juventud repite este esquema generación tras generación?
Bueno, yo hablo sobre todo de mis recuerdos: camisetas, cedés, un muelle… Objetos que han formado parte de mi vida o de la de mi hermano, que marcan la identidad y la vivencia. Cuando pasamos a la vida adulta, todas esas cosas se van perdiendo y nos vamos estandarizando. Yo veo fotos de cuando mis padres eran jóvenes y eran increíbles: unos peinados, unas poses… Pero con el tiempo todo se aplaca y se vuelve más aburrido. Eso es lo que he querido analizar.
¿Existe relación entre fotografía y música?
Mi trabajo pretende lanzar preguntas sin mucha respuesta. Para que la gente que vea un trabajo mío elabore su propia historia. Trata de ser evocador. Con la música pasa algo parecido, en las canciones que me gustan apenas presto atención a la letra, me dejo llevar. Si la canción es buena, no intento entender todo. Me pasa igual con la fotografía. No quiero entenderlo todo. Las cosas que me interesan son aquellas que dan paso a mi propia interpretación. Y cuando alguien interpreta mis fotografías como algo diferente a la que era mi intención me parece muy interesante.
¿Qué grupos te gustan?
Me gusta de todo. Soy abierto en gustos musicales. En el trabajo he recurrido a grupos que me gustaban a mí y a mi hermano en nuestra juventud. He usado conciertos de Slipknot, Black Sabbath, Led Zeppelin, Patera… Rock en general.
¿Cómo defines tu fotografía, con qué te sientes cómodo?
Me siento cómodo trabajando en proyectos. Cada proyecto es un nuevo reto para hacerlo de otra forma, para utilizar materiales nuevos… Voy evolucionando conforme los proyectos van surgiendo. Es una manera de cerrar conceptualmente mis trabajos, producir, comunicarlos… y poder pasar a otro. Pero ahora que llevo varios veo que hay puntos en común. Por ejemplo, siempre hablo del tiempo, como memoria, las cosas degradadas por el paso del tiempo…
Pese a la preocupación por el paso del tiempo, no has caído en la moda de la retrofotografía, de recrear fotos antiguas.
No, a veces mi trabajo tiene referencia a fotos o formas artísticas ya existentes del pasado, más o menos evidentes, pero yo siempre intento elaborar. De hecho, casi todas mis fotos son construidas.
¿Pero te calificas de documentalista o te parece una clasificación trasnochada?
Sí, me parece pasado ese debate. Creo que hay barreras muy difusas. Yo trabajo de forma diferente al documental.
Actualmente se habla del boom fotográfico que hay en España. Pero parece que ese fenómeno no sale del ámbito fotográfico y no se ve un reflejo en el mundo del arte en general, en galerías, en publicaciones… Como licenciado en Bellas Artes, ¿crees que este fenómeno tendrá reflejo fuera de las fronteras de la fotografía?
Yo con mi trabajo intento llegar no solo al mundo de la fotografía, que sería solo un primer nivel. No hago distinción: pintura, escultura, fotografía… Todo es uno. En el mundo de la fotografía se está dando el caso de gente que compra fotolibros y los colecciona, pero es algo minoritario e independiente. Cuando sales fuera, como cuando fui a Paris Photo en noviembre, te das cuenta de que hay un mercado diferente al que tenemos aquí, casi endogámico; vi que puedes trascender este círculo cerrado de la fotografía.
¿Y crees que eso es posible en España?
Es muy difícil. Aquí no se valora la fotografía, sobre todo si lo comparo con mi experiencia en París. Nos falta un punto de evolución. Pero todo esto que se hace y que está teniendo tanta repercusión fuera, yo espero que acabe creando unos cimientos y que dé sus frutos en el futuro.
¿Consideras que hay una generación de nuevos fotógrafos?, ¿te identificas con ella?
Cada uno es de su padre y su madre. En un artículo salía eso de “la edad de oro de la fotografía española”; eso de alardear es muy nuestro. Yo estoy totalmente en contra de esos triunfalismos. Creo que esto es algo natural, que se ha ido fraguando durante mucho tiempo y que ahora está dando algunos frutos. Pero apuntarse una medalla no tiene sentido. Esto pasó antes en Francia, Inglaterra… Pero España estaba en estado salvaje. Tenía que suceder.
¿Cuáles son tus referencias fotográficas?
Van cambiando y no me ciño solo a la fotografía. Veo la foto como parte de una nube en la que cabe la escultura, pintura, mucho cómic y novela gráfica, cine… Mis referencias fotográficas varían, y autores que me interesan dejan de interesarme y otros que me interesan no se parecen en nada a lo que hago yo, como por ejemplo Sally Mann, aunque me inspira. Una fotógrafa que sí se parece es la francesa Lise Sarfati. Tengo puntos en común con sus códigos, sobre todo en retrato.
Me encanta que menciones dos mujeres. Lo digo porque a veces no aparecen.
Están ahí como cualquiera. No hago distinciones por sexo. Me da igual si son o no chicas. Tampoco estoy a favor de defender a las mujeres porque sean mujeres. Ahora hay muchos premios en los que solo se pueden presentar mujeres; eso tampoco me parece bien. No hay premios solo para hombres.
El otro día un fotógrafo me decía que una chica es quien mejor puede hacer el retrato de otra chica. Yo no comparto ese tipo de distinciones. El sexo no me influye para nada.
Tu entorno más cercano, tus amigos, tu familia… ¿entienden tu fotografía?
Hay un escalón que voy salvando poco a poco. Pero tampoco me interesa acercar a mis amigos más íntimos a este mundo. Hay dos amigos muy cercanos de toda la vida que no han visto ni mi web. Pero no me importa. No saben lo que hago. Es difícil abrirse camino en el entorno más cercano, en la familia. No acaban de ver esto como un trabajo.
Te lo pregunto porque considero que todos somos grandes consumidores de fotografía, y con los móviles más, pero hemos evolucionado muy poco en el aprendizaje del lenguaje fotográfico. El gran público sigue pidiendo fotos bonitas, instantes decisivos…, pero tus fotos no responden a ese esquema clásico.
Hay poca reflexión respecto a la imagen fotográfica y mucho consumo. Llamamos foto a lo que no es foto. Lo que hay en Instagram lo llamo imágenes, no fotografías. La fotografía es algo para rememorar, disfrutar, tener en casa. Pero Instagram es como comida basura: poca calidad, rápidas, fáciles de entender. Pero convivo con eso perfectamente. Hay fotos para reflexionar, para recordar, para lanzarte preguntas… Y otras para consumir. Se trata de saber identificar cuál es cuál.
¿Crees que tendría que haber educación sobre la imagen en los colegios, ya que estamos tan rodeados de ellas, igual que enseñan a analizar textos escritos?
Yo he aprendido por iniciativa propia, pero sí que tendría que haber algo más relacionado con la imagen y con la estética. Es una idea un poco romántica, pero debería haber algo para que la gente sepa valorar lo que ve, entender, interpretar, tener referencias. Sí que veo que hace falta una educación más visual.
¿En qué estas trabajando ahora?
Esta exposición va en marzo a Alicante, al Photo Alc. Y estoy con proyectos nuevos, trabajando ideas nuevas, conociendo gente que me inspira. Estoy desarrollando conceptos diferentes sobre el mundo del lenguaje, la lectura, el surrealismo… Intentaré plantear nuevas preguntas al espectador.
Exposición ‘We used to know’. Blank Paper Escuela. Nao 4, 3º. Madrid. Hasta el 6 de marzo
Comentarios
Por Josepedro, el 27 enero 2014
Las ideas y observaciones son muy bienvenidas.
Original y novedosas, sigue así Alberto.
Por LiveBook, el 30 enero 2014
En una sociedad sin salida laboral, los proyectos crecen y el talento vence. Sigue así.