Sleaford Mods: desobediencia post-punk contra las políticas de austeridad
Su álbum ‘Divide and Exit’ está en las listas de mejores discos del año en el Reino Unido junto a ‘War on Drugs’ o ‘Future Islands’. No son más de lo mismo. Canciones contra la gestión económica de David Cameron o la precariedad laboral les han hecho merecedores hasta de un editorial en ‘The Guardian’.
NATALIA L. PEVIDA
La cabeza del Primer Ministro siempre en las putas nubes / su cara me recuerda a Gary Oldman en Drácula (…) Grandes sillas de cuero en mansiones han parido dos millones de alcohólicos que tú ignoras. Letras como éstas del disco Divide and Exit han logrado que el grupo Sleaford Mods haya acumulado un gran número de buenas críticas. Desde la revista Vice al New Yorker, pasando por Mojo, The Wire, la edición francesa de Nosey, o incluso un editorial en The Guardian. Ellos son dos tipos de Nottingham que representan la propia esencia del punk: la transgresión desde la antítesis de cualquier evasión.
Sleaford Mods es la voz enfadadísima y amarga de Jason Williamson. Más que cantar, Williamson -natural de Grantham, como Margaret Thatcher- discute consigo mismo. Le acompaña el bajo minimalista y la programación austera de Andrew Fearn. Aunque en el nombre de su banda lleven la palabra “Mod”, no hay rastro de guitarras Rickenbacker, ni amplificadores Orange. Por el contrario, las 14 canciones de Divide and Exit están a medio camino entre el post-punk de The Fall y el hip-hop neoyorquino de Wu-Tan Clan. El tema que les puso en el mapa desde su BandCamp fue la sórdida y escatológica Tied Up in Nottz.
Es su cuarto disco, pero es como si fuera el primero. Tanto Divide and Exit como los anteriores han sido financiados por un amigo suyo conductor de autobuses. Es decir, el cabreo de Williamson y Fearn es real. Los dos pertenecen a esa clasificación tan frecuente en las ETT´s de ‘trabajadores de nula o escasa cualificación’. Sintagma antipersona donde los haya. Como el propio Williamson reconocía recientemente en una entrevista: “Sobreviví mucho tiempo sólo con una cerveza y una chocolatina Mars al día”.
«Hasta el peluquero de Cameron tiene la Medalla del Imperio Británico» vocea Williamson en Tiswas. Y es que, según los últimos sondeos en Reino Unido, los británicos ven en el galopante aumento de la desigualdad, unido al cada vez mayor empobrecimiento de la clase trabajadora, su mayor problema. George Osborne, Ministro de Economía, parece estar dispuesto a regalar al sector financiero todo lo que no le dio tiempo a destruir ni al Thacherismo, ni a la Tercera Vía de Blair. Por si fuera poco, los gestos de clasismo de los dirigentes del Partido Conservador llegan a niveles insoportables. Sirva como ejemplo una campaña lanzada la pasada primavera en internet por el Ministerio de Economía, dirigida a la clase obrera en la que decía “Os bajamos los impuestos de la cerveza y el bingo para que los trabajadores podáis seguir cultivando vuestras aficiones”.
En este contexto, el diario The Guardian dedicaba su editorial del pasado 10 de septiembre al dúo de Nottingham, titulando “Elogio a Sleaford Mods”, y en el que señalaban: “Las vicisitudes económicas de la gente en estos tiempos se manifiestan en la telebasura; el clasismo es sólo un contexto del guion del programa Factor X. Pero, ¿dónde están las obras de teatro, novelas y discos que traten sobre estos problemas? Parte de la respuesta está en Sleaford Mods, con canciones incisivas sobre oficinas de empleo, jornadas de trabajo interminables, horribles resacas y espiral de fracaso.”
Entender el clima social mejor que ningún actor político es la razón por la que la escena underground británica sigue teniendo vigencia. Se trata de continuar una tradición inaugurada por Sex Pistols en Never Mind the Bollocks hace casi cuatro décadas, capitaneada después por The Smiths en los ochenta, y Pulp en los noventa. Un panorama al que no han querido pertenecer grupos indies contemporáneos como Keane, Muse o Kasabian,
Subversión a los cuarenta
La historia de Williamson y Fearn se torna aún más épica si tenemos en cuenta que no son unos veinteañeros. Toda una proeza en una época en la que revistas como New Musical Express conceden portadas a bandas cuyos miembros apenas rozan la mayoría de edad. No son pocas las voces críticas con esta tendencia, culpable en parte de que cada vez haya menos grupos que aporten canciones y trayectorias interesantes. Estrofas como Señor Williamson, ¿qué ha estado haciendo para encontrar un empleo desde que finalizó su último contrato? / ¡Que te jodan! Mi jornada terminaba a las once y diez / Son las doce en punto y todavía estoy aquí / Me entran ganas de mataros a todos, cabrones (Jobseeker, un single que forma parte de la colección Chubbep Up, 2014), difícilmente podrían salir de grupos como Arctic Monkeys o Two Door Cinema Club, inmersos desde adolescentes en la vorágine de festivales de presupuesto multimillonario como Glastonbury o Coachella.
Este es precisamente otro de los temas que hace a Williamson saltar como una hiena. Cada dos por tres hace declaraciones en la prensa contra los sanctasanctórum de la música indie británica, despachándose contra Paul Weller, Johnny Marr, Damon Albarn y, sobre todo, los hermanos Gallagher. A ellos va dedicada la canción A little Ditty: «Estás en la parte de arriba del pub / desfasando a tope e inventándote un pasado que nunca existió / cuando el Wonderwall cae sobre tí», en alusión a uno de los grandes éxitos de Oasis.
Y en España, ¿qué?
Aquí, el panorama es de sobra conocido: un índice de paro bastante más alto que en el Reino Unido y unos niveles de corrupción por encima de las posibilidades de cualquier sociedad civil. Un escenario en el que, salvo a los pertenecientes a la élite extractiva, la dinámica actual no permite a un amplio sector de la población más opciones laborales que el desempleo, o un trabajo de teleoperador o camarero, con independencia de su experiencia, formación o aspiraciones personales. Ninguna de estas opciones parece inspirar a los artistas patrios para hacer algo transgresor que de verdad articule el sentimiento actual de los tiempos. Si bien sería injusto obviar el compromiso de cantantes como El Chojin o Nacho Vegas, quizás nadie ha logrado llegar al nivel de Rosendo con la canción Flojos de Pantalón, de 1988 y aún válida para 2014, 2015 y probablemente 2016.
Comentarios
Por Kaiser Sossé, el 19 diciembre 2014
Buen artículo y grandes, muy grandes, las referencias patrias… Aunque eso de que «…Ninguna de estas opciones parece inspirar a los artistas patrios para hacer algo transgresor que de verdad articule el sentimiento actual de los tiempos…» me parece ridículo.
Le recomendaría al autor que escuchara algo de (por nombrar solo uno) Evaristo Páramos (La Polla y Gatillazo) y reformulara la oración.
Felices fiestas y un saludo !
Por Mundo Auricular, el 19 junio 2015
GENIAL .
Por Garbi, el 02 marzo 2016
Muy grandes, dos veces los he visto en directo el pasado año en Madrid, vienen a Donosti el próximo de de abril en el Albaola Center, no me los pierdo, son muy buenos,,,la manera de cantar de Jason es impresionante,,,
Por Garbi, el 02 marzo 2016
sorry, el 10 de abril