¡Socorro! ¡Un pulpo gigante ha invadido mi salón!

LAS ACCIONES ARTÍSTICAS EN LAS CALLES NO HAN DE LIMITARSE SÓLO AL SPRAY O LA PINTURA. HAY GENTE ORIGINAL Y EMPRENDEDORA QUE PREFIERE HACER LAS COSAS MÁS A LO GRANDE. A TAMAÑO GIGANTE, PERO INFLABLE, ESO SÍ.

MANUEL CUÉLLAR, Madrid

“Nuestras obras son chistes llevados demasiado lejos”. Así definen sus intervenciones los artistas británicos Luke Egan y Pete Hamilton también conocidos como Filthy Luker. Comenzaron a trabajar en 1996 y los ingredientes principales de su trabajo son el aire, la luz, el tejido sintético, mucha imaginación y sobre todo humor. Ambos poseen una empresa llamada ‘Diseños en el aire’ con la que, junto al también artista Pedro Estrellas (que realmente se llama Peter Stars) crean esculturas hinchables y luminosas que alquilan o venden para eventos de empresas. Pero lo más interesante son sus apariciones espontáneas y públicas que realizan por diversas ciudades del mundo desde hace años. En España, visitaron Salamanca en 2008. Así han logrado convertir todo un barrio en el fondo del mar, han transformado el enorme lado del andamio de una obra en un juego de marcianitos o han metido un pulpo gigante en edificios de más de cinco plantas.

Son famosos por haber apostado por los elementos hinchables para crear su propio estilo dentro del arte urbano. Le preguntamos a Luke Egan si en su filosofía está pensar que el arte callejero es algo más que los sprays y Banksy, y nos responde, cómo no, con humor: “¡No!, todo gira alrededor de Banksy. Antes de él no había calles, ni siquiera había arte”. En torno a 2004, cuenta Egan, ambos artistas pensaron que debían realizar apariciones por sorpresa en diferentes partes del mundo para, al menos por unas horas, cambiar el paisaje de algunas ciudades. Fue entonces cuando idearon una serie de esculturas y trucos específicos para la guerrilla artística urbana. Y el éxito fue casi inmediato. Tanto que sus intervenciones se ven de una forma mucho más positiva que la de otros artistas, tal vez porque dieron con la fórmula menos invasiva y más cercana al público dentro del universo del arte callejero. “¿Pedir permiso?, sólo a mi madre”, bromea Egan, “en estos momentos la gente nos pide que intervengamos en sus ciudades o se alegran mucho si se lo pedimos. No creo que ser ilegal haya de ser una característica necesaria para considerar una obra como arte callejero. Lo importante es que la gente pueda verla y acceder a ella”. Una de las obras más características de Filthy Luker es genial de puro simple: son dos enormes balones hinchables en forma de ojos que sitúan en los lugares más variopintos como la copa de los árboles, estanques, lagos, cornisas de edificios… en una suerte de Gran Hermano lleno de humor. “Uno de los mejores momentos de nuestras intervenciones consiste en ver a los policías reír a carcajadas en lugar de correr a detenernos”, asegura Luke Egan.

Aunque no todo es tan amable. Otra cara de la moneda artística de Filthy Luker consiste en proyectos más combativos en los que sí están presentes los sprays así como el látex e incluso animales disecados. “Uno de nuestros últimos proyectos lo llevamos a cabo en abril de 2012 cuando creamos un enorme juego interactivo de Space invadersutilizando elementos de obras como conos, vallas y cables. Por la noche, la instalación se iluminaba y el público podía jugar apretando un botón situado en un bolardo”, explica Egan.

“Mucha gente podría pensar que nuestros hinchables son muy caros de ejecutar, pero no cuestan mucho más que una buena mochila llena de botes de pintura en spray”, explica Egan que asegura que desde que estaba en la escuela quería ser artista: “En el colegio la única asignatura en la que más o menos podías hacer lo que te daba la gana, era la clase de arte y, además, era complicado hacerlo realmente mal”. Así empezó todo.

Ahora, con su empresa ha creado un cacharro que denomina Musii(Inflable interactivo multi sensorial) que parece diseñado también para los más pequeños. “Es un ingenio para jugar y desarrollar terapias mentales y para hacer música”, asegura el artista. La demostración de que el arte callejero puede no estar reñido con la actitud emprendedora y el humor blanco.

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