Teatro que te invita a mirar a la gente que pasa por la calle
Domingo por la mañana. Barrio madrileño de Malasaña. Calle Velarde. El número 5. Entramos. Un vermú. Y asistimos a una experiencia teatral sencilla y emotiva, con mimbres de nostalgia y melancolía. Poética y divertida. La obra ‘Imagina una ventana’, con dramaturgia y dirección del argentino Fabián Díaz (Villa Ángela, Chaco, 1983), es teatro desnudo y emocional, que nos traslada a lugares de la infancia y nos invita a fijarnos en la gente que pasa por la calle de nuestra ciudad y en la que apenas reparamos, en la que cada vez, en este mundo de prisas y conexiones por pantallas, reparamos menos.
La obra es el fruto de una residencia artística en este versátil local malasañero, que programa espectáculos escénicos no convencionales, que es puro teatro y es pura vida. Me cuenta Fabián, que lleva solo tres años en Madrid: “Lo primero que vi cuando estuvimos en el lugar fue la ventana, que prolonga hacia la calle un espacio pequeñito. Así que nuestra propuesta se basó en poner en relación el afuera con el adentro a través de esa ventana”.
¿Cómo fue el proceso de creación? “Trabajamos entre los pasados octubre y abril, encontrándonos una o dos veces por semana. Desarrollamos una serie de pautas en torno al exterior, la ventana y el interior. Y a partir de esas pautas empezamos a armar el guión. Decíamos por ejemplo: para el próximo ensayo, cada uno trae una canción, o trae un listado de adónde va la gente; o para el próximo día cuenten el relato de una ventana que les marcara en su vida. Y así se nos fueron produciendo escenas, microsituaciones…”.
Así, dos actrices y tres actores (Sara Torres, Zuria Gómez, Jerónimo Salas, Santiago Orquera Vecile y Pedro Miguel Martínez) consiguen conectar con el público (poco más de una docena) desde el primer minuto. Sin alharacas ni postureos. Con la autenticidad de quien canta, dibuja, recuerda su infancia, recuerda una ventana de su infancia…, de quien le pide a quien pasa por la calle que se detenga un momentito para leerle una poesía. Y se detienen. Y sonríen. La ciudad humanizada. La calle, detenida. La gente que pasa, que, de repente, por unos instantes, interactúa con actores y público. El afuera y el adentro.
Estrenaron en primavera, y, en vista del éxito por el boca a boca, aquí están de nuevo en otoño. En Malasaña.
“Hay una estructura del material. Hay un recorrido, un trazado, estable”, me cuenta el director. “Pero cambia mucho la representación en función de la gente que transita por la calle. Hay una partitura, pero siempre en realidad hay oscilaciones del material en función del paisaje urbano. Tratamos de trabajar con el vivo de ese paisaje, interpelamos a la fugacidad, a lo que pasa cada instante, sin violentarlo, manipularlo, tergiversarlo, ni interrumpirlo”.
Sigue Fabián: “Yo estaba muy capturado por mirar hacia fuera, mirar lo que está pasando. Mirar de verdad a lo que está pasando. Estar en el presente de esa gente que transita, una práctica casi outsider en el tiempo en que vivimos; hay pocos momentos hoy día para posar la mirada, detenerse en esas personas que están ahí al lado, cerca, que pasan. Más que llevarse un argumento, un mensaje, uno se lleva una sensación, una impresión, que es afectiva sobre todo, que tiene que ver con eso de quedarse mirando, quedarse contemplando. Ese gesto, ese mirar inaugura relatos, fantasías, imaginaciones… De repente, ese extranjero, ese extraño que circula por la calle, lo sentimos más cercano”.
Coincide Sara Torres, argentina de Mendoza, de Maipú, una de las actrices de la obra, mujer que siempre llena la escena, que, por su manera de proyectar las palabras, logra que lleguen siempre muy adentro, consigue con facilidad trasladar al público a los lugares que ella transita: “Pertenecemos a una comunidad, tenemos unos vínculos, aunque sea solo posar la mirada en el otro, eso te hace querer comprenderlo, interesarte por él, preocuparte por el otro, sentirte humano. Me hace pensar en mí y en el resto de las personas”.
Fabián: “Lo más lindo para mí es que la gente quiera compartir un dibujo en la ventana (en ese escaparate de El 5 de Velarde), un corazón, una casita, su nombre…”.
Y realmente cuando acaba la función –de una hora–, durante al menos esa mañana de domingo, te vas fijando más en la gente de la calle, compañeros de una sociedad cada vez más interconectada en la lejanía y más desconectada de lo cercano.
‘Imagina una ventana’. En El 5 de Velarde, Madrid. Dos pases los domingos 15, 22 y 29 de octubre. A las 12 y 13.30 h.
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