Muchos teatros de Madrid se cambian de acera
La escena madrileña también se hace cargo del World Pride, que este año inundará la capital. Locales como los Teatros Luchana, Nave 73, la sala AZarte y DT Espacio escénico entonan estos días, desde las tablas, un llamamiento a la diversidad. Como muestra, un botón, que parte de un clásico reivindicativo de la libertad. Fuimos a ver ‘Bakxai’, la adaptación que Rebeca Ledesma ha escrito sobre ‘Las Bacantes’ de Eurípides.
El retroceso amenaza en cada esquina de lo que consideramos que es civilización. Nos aguarda como las ratas en las avenidas más limpias, recordándonos que siempre hay basura que tirar y que existe la posibilidad de pegar un salto atrás al encontrar una alimaña no deseada, desterrada en beneficio del progreso.
Ocurre con la suciedad de las calles y con lo retrógrado de toda sociedad. A veces, en los momentos de mayor esplendor, nace un foco de naftalina tan molesto como una mancha de grasa, pero para combatirlos tenemos siempre jabón lagarto, cultura que nos ayuda a encarar a aquellas voces que quieren decirnos que nos pasamos de tolerantes.
Lo mismo ocurre en Madrid durante estos días cuando nos lanzan a la cara las típicas frases: “No hay un día del orgullo hetero”, “no hay necesidad de que los hombres se desnuden en la calle”, “esto antes tenía sentido, pero ahora ya os hemos reconocido todos los derechos que pedíais”. Estas voces que no cesan vienen a decirnos, de forma implícita, que la igualdad es una cesión que el heteropatriarcado de hombres blancos hace al resto de la humanidad. Por estas mismas voces es necesario que la cultura salga al paso, que inunde carteleras y calles para que todo aquello que algún día se haya salido de lo normal siga reivindicándose.
Este es el caso de los Teatros Luchana y su programación LGTB+ durante este mes de junio, donde la temática queer llena la cartelera desde la Grecia clásica hasta piezas que tienen como trasfondo el homófobo mundo del fútbol. Esto ocurre con Bakxai, la adaptación que Rebeca Ledesma ha escrito sobre Las Bacantes de Eurípides. El montaje vale más por lo que calla que por lo que habla, o mejor dicho, vale más por lo que hablan los cuerpos de los actores que por sus propias palabras. Desde el momento en el que el espectador entra en la sala se verá inmerso en un mundo donde la sensualidad reina, donde el poder del cuerpo y el olfato, la textura, se imponen a las propias palabras. El coro recrea así un mundo violento y agorero a la vez que puramente sexual. Los amaneramientos y formas ambiguas conquistan la escena palmo a palmo, en una clara reivindicación contemporánea de las muy distintas formas de sensibilidad que tienen o deberían tener hueco en la identidad sexual de cada uno.
Esperemos que tras estos días de celebración de la libertad –de la libertad de cada uno, de todos y de todas, el orgullo no es otra cosa– las calles de Madrid no acaben como las de Tebas ni como las de ninguna tragedia griega. Que acaben como deberían ser siempre las calles de un mundo civilizado.
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