“Tenemos que empezar a gestionar el reciclaje de los bioplásticos”

Auxiliadora Prieto Jiménez es una investigadora pionera en el campo de los bioplásticos.

Auxiliadora Prieto Jiménez es una de esas investigadoras españolas que realizan uno de esos trabajos que tratan de hacer un mundo mucho mejor, en su caso con menos basura plástica. Ella es pionera en España en las investigaciones sobre ‘bioplásticos’, producidos con bacterias, desde su laboratorio del Centro de Investigaciones Biológicas Margarita Salas; además, coordina a nivel nacional la plataforma SusPlast del CSIC, que reúne al personal investigador de esta institución implicado en lograr que el impacto de este material tan duradero sea el menor posible.

Dado que eliminar el uso de los plásticos es un imposible, pues se han convertido en imprescindibles, Auxiliadora sí cree posible que un día dejen de ser el problema por una producción y un consumo desbocados. Recientemente, uno de estos trabajos en Science alerta de que en solo 25 años duplicaremos esa contaminación si no tomamos medidas. Buscar y coordinar soluciones es parte del trabajo diario de nuestra nueva invitada a la entrevista circular.

¿Cómo acabó en el mundo de los bioplásticos?

Cuando acabé Farmacia en la UCM hice el doctorado en Biotecnología Microbiana en el CSIC. En una estancia de dos años en Suiza, tuve la ocasión de colaborar con un pionero en bioplásticos producidos con bacterias y, a mi regreso a España, monté un grupo de investigación en esta línea, que aquí casi ni se conocía. Ahora somos más de 20 personas.

¿De dónde sacan las bacterias que necesitan?

En realidad, hay muchos tipos de bioplásticos. En el caso del que producimos aquí, son bacterias del medio ambiente domesticadas para trabajar en el laboratorio. El cuello de botella es la capacidad de producción. Se necesitarían grandes tanques como los de las cerveceras para producirlas a escala industrial, pero eso no lo tenemos aquí. Esas plantas de producción están en China o Estados Unidos. Europa llega tarde y en España existen algunos proyectos en marcha como el nuestro, pero a pequeña escala. Nuestra planta piloto solo nos permite producir un kilo de bioplástico para su uso en la investigación.

Usted coordina una plataforma interdisciplinar en el CSIC que trabaja en cómo mejorar los problemas que genera este material. ¿En qué consiste SusPlast?

En realidad, es la unión de 45 grupos de investigación que trabajan en áreas diferentes del CSIC, pero relacionadas con este tema. Están los que desarrollan estrategias químicas y biotecnológicas para el reciclado, los que buscamos nuevos polímeros sostenibles, los que trabajan en el eco-diseño, los que analizan los impactos en la salud y el medio ambiente o los que se dedican a la certificación de plásticos con un menor impacto ambiental. De este modo, el CSIC se prepara para atender las demandas de la industria, de los gestores y la sociedad.

¿Hemos demonizado en exceso los plásticos?

Está ocurriendo en algunos sectores. Y es evidente que hay que reducir su consumo, reutilizar lo más posible y reciclar, pero también es una realidad que ahora no podemos vivir sin este material, porque está en todos los lados. Por eso trabajamos en disminuir sus impactos. En mi laboratorio, haciendo esos polímeros con bacterias para que se degraden en poco tiempo y utilizando residuos para su fabricación en vez de recursos fósiles; otros usan algas, restos vegetales o fécula de patata.

¿Y qué hacemos con estos bioplásticos que tenemos ya en las bolsas cuando los tiramos?

Es importante señalar que los bioplásticos también hay que reciclarlos. Desde luego, tardan en descomponerse menos que un plástico convencional, pero no se pueden dejar por ahí, porque su producción también conlleva gasto de energía y supone un esfuerzo. Además, tampoco se descompone inmediatamente. Dependerá de qué está hecho, la temperatura ambiente, la humedad, la luz, los microorganismos… Una cosa es lo que tarda una bolsa de fécula en desintegrarse en el laboratorio y otra si está tirada en cualquier sitio. Pero ese reciclaje no se está haciendo. Ahora se mezcla con el resto o se composta. Y el compostaje está bien, aunque la tendencia debe ser el reciclaje. Es una gestión que tenemos que hacer y para eso estamos investigando.

Otro problema son los aditivos químicos que llevan todos los plásticos.

El problema es que algunas de las fórmulas son secretas, y es difícil realizar un seguimiento de todos los aditivos incluidos. En el caso de los bioplásticos, no hay una normativa clara al respecto. De ahí la importancia de la certificación; es decir, comprobar la seguridad de los nuevos materiales. En Susplast trabajamos en desarrollar protocolos, porque la industria siempre avanza y hay que probar si hay o no riesgo en lo que se inventa.

¿Es posible que algún día lleguemos a un sistema circular al 100% de los plásticos?

Hay que pensar que sí. El problema es qué hacemos con lo ya hemos producido desde hace más de 50 años y que está por ahí de un modo u otro. Los impactos de la salud han empezado a saberse hace pocos años. Ahora se negocia un tratado global desde la ONU para abordar la contaminación por plásticos, pero la duda es cómo lo van a reducir en países de escasos recursos. Habrá que ver, pero se avanzará. También parecía traumático prohibir fumar en los bares y se hizo. Es verdad que en sociedades como la UE hay conciencia, pero, aun así, hace falta inversión para conseguir un 100% circular. Debe ser una prioridad. En todo caso, aunque al final ese tratado sea de mínimos, ya será un avance respecto a lo que hay ahora.

¿Esos bioplásticos en los que ahora se investiga podrían usarse para el sistema alimentario, que genera tantos envases?

Hay cosas que venden envasadas que son absurdas. Un plátano ya tiene su cáscara. Por eso señalaba que lo primero es reducir la producción y consumo, sobre todo en los de un solo uso. Luego, y según el tratamiento que tenga el envase, que pueda reciclarse bien y se le pueda dar salida. Ahora, por ejemplo, hay una gran demanda de residuos de plástico de botellas para la moda.

¿Cómo ve el estado de la conciencia ambiental?

En lo referente al plástico, en Europa no hay quejas, creo que hay bastante concienciación. Pero en otros países menos desarrollados no es igual, porque tienen que abordar otros problemas no menos importantes.

¿Es el principal problema ambiental al que nos enfrentamos?

Es difícil poner un ranking, pero la contaminación plástica es impactante, porque al final daña la biodiversidad. Los microplásticos entran en la cadena trófica, se los comen los peces que nos comemos nosotros y, además, en general afectan al cambio climático, porque provocan un aumento en las emisiones de CO2.

¿Se siente optimista o pesimista cuando mira al futuro?

Tengo que ser optimista. Si no, no trabajaría en este tema, y creo que iremos mejorando

¿Qué prácticas ambientales o sostenibles pone en marcha en el día a día?

No sé qué contestar de forma específica; probablemente, por deformación profesional, pongo atención en todo lo que se me ocurre que puede ayudar a mantener un planeta saludable, no dejar luces encendidas, tratar de generar pocos residuos optimizando recursos, etcétera… Creo que lo que la mayoría de gente hace en nuestros días.

¿Un lugar al que escaparse cuando sale del laboratorio?
Un bosque. Me da igual donde esté o qué árboles tenga. Me basta con que me transmita tranquilidad. Con que tenga muchos árboles y sienta el silencio, un silencio en el que estén incluidos los ruidos de la naturaleza, es suficiente.

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