Teresa López, presidenta de Mujeres Rurales: “Tenemos orgullo rural”

Ilustración para el Día Internacional de las Mujeres Rurales en la web de Fademur.

En puertas de la celebración del Día Internacional de las Mujeres Rurales (mañana, 15 de octubre), que este año tiene el lema ‘Mujeres rurales como sostenedoras de la naturaleza’, y en pleno 20º aniversario de la Federación de Asociaciones de Mujeres Rurales (Fademur), nos trasladamos a Avilés (Asturias), donde esta asociación ha celebrado ambos eventos. Conversamos con Teresa López, su presidenta, que enseguida nos dice que el contacto directo con la naturaleza “es uno de nuestros activos” frente a conceptos asociados a las zonas rurales como abandono o aislamiento. “La conservación de la naturaleza y la lucha contra el cambio climático”, asegura, “forman parte de nuestra manera de actuar y sirven para diferenciarnos y mejorar nuestra presencia en el campo y en el mercado”.

Teresa López, natural de Cabanas (A Coruña), es una de las mil mujeres rurales que, llegadas de numerosos pueblos de toda España, abarrotaron el auditorio del Centro Niemeyer de Avilés hace una semana, el 8 de octubre. Azucena Rivas, secretaria de ANCA-Fademur Asturias y una de las dinamizadoras del evento, inicia su intervención, en alusión a este centro vanguardista lleno de curvas, recordando que “lo más bello de este planeta está hecho con curvas”. Las zonas rurales también están rodeadas de bellas curvas: montañas, ríos, bosques… De ello, y de logros y retos de las mujeres rurales hablamos con Teresa López, que hace un hueco a El Asombrario en su apretada agenda avilesina.

‘Mujeres rurales como sostenedoras de la naturaleza para nuestro futuro colectivo’: construir resiliencia climática, conservar la biodiversidad y cuidar la tierra para lograr la igualdad de género y el empoderamiento de mujeres y niñas. Casi nada, Teresa, el lema de este año de Naciones Unidas para conmemorar el Día Internacional de las Mujeres Rurales.

Muy apropiado para reflejar la realidad del momento que vivimos las mujeres rurales. Hemos tomado conciencia de que los pueblos son lugares donde podemos desarrollar innumerables proyectos de vida. Nada de verlos como algo abandonado y alejado. Y el contacto con la naturaleza es uno de nuestros activos, al igual que la sabiduría de nuestras mayores, ese rico conocimiento acumulado para aprender de primera mano cómo se cultiva o elabora cualquier producto. Tenemos orgullo rural y es posible que antes no le diéramos toda la importancia que tienen nuestros pueblos y su entorno, siempre pensando en que lo bueno y lo moderno estaba en la ciudad.

En esta línea apuntada por Teresa López, Carmen Calvo, ex vicepresidenta del Gobierno y actual presidenta del Consejo de Estado, afirmó en Avilés que, de la mano de las mujeres, “hay que poner de moda lo lento, lo reposado, lo artesano, lo rural, para que no se imponga ese ritmo frenético impulsado desde las ciudades”

¿Qué aportáis las mujeres rurales a esa transición ecológica, más respetuosa con la tierra, a ese andar más reposado?

Un ejemplo es que la mayoría de los emprendimientos de las mujeres rurales son más pequeños que los de los hombres, y en muchas ocasiones vinculados a la agricultura y la ganadería ecológicas. No aspiran a ser proyectos macro, sino que prima la voluntad de compartir y replicar. Como te decía, hemos abandonado cosas que se hacían bien en el pasado en aras de la modernidad, y ahora las estamos recuperando. Un buen ejemplo es el trabajo con la ganadería extensiva que llevan a cabo muchas ganaderas.

Teresa López, presidenta de la Federación de Asociaciones de Mujeres Rurales (Fademur).

Una de las máximas que se ha escuchado aquí en Avilés es la de no comprar el discurso del negacionismo climático ni el rechazo a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU.

En Fademur, en 2011, ya explicábamos qué era la huella de carbono y cómo hacer para reducirla desde nuestras actividades. El cambio climático es evidente y seguimos trabajando en esa línea, y junto a la conservación de la naturaleza pueden servir para diferenciarnos y mejorar nuestra presencia en el campo y en el mercado. Y por supuesto, los ODS no son nada ajeno a nuestro día a día. Cómo va a serlo eliminar la pobreza y conseguir la plena y efectiva igualdad entre mujeres y hombres.

Lograr la igualdad de género y el empoderamiento de mujeres y niñas es parte de ese lema del Día Internacional de las Mujeres Rurales. ¿En qué punto estamos?

De entrada partíamos de una situación complicada. Se hablaba de la mujer rural, en singular, como si fuéramos como el lince ibérico, una especie en extinción que sí, se la veneraba e incluso se entonaba cierta culpabilidad por su situación, pero no se hacía nada por ella, entre otras cosas porque no se hablaba de mujeres rurales. Había que poner en valor que no somos una, sino cinco millones, dispersas por todo el territorio, todas indispensables para garantizar el progreso de nuestros pueblos. Hemos logrado un cambio de mentalidad importante, nos hemos ganado la simpatía social para que se nos faciliten muchas cosas, y tenemos claro que la solución es la agenda feminista. Pedimos derechos, no favores.

Hablar y defender el feminismo en el medio rural, tan masculinizado, tiene que ser complicado

Desde nuestro nacimiento nos hemos considerado feministas, y trabajamos para facilitar la independencia económica de las mujeres, porque la sociedad nos había convencido de que lo nuestro era una ayuda. Te ocupabas de todo, de la casa, de los hijos, de las labores del campo, de los papeles de la explotación… pero era una ayuda, no un trabajo. Pues es un trabajo, que además, si no lo hicieras tú, habría que pagarlo. Porque encima, si te jubilas, no tienes ingresos, seguimos dependiendo de la pensión del marido, hasta el punto que muchas mujeres el primer ingreso directo que reciben es el de la pensión de viudedad, en la gran mayoría de los casos ya siendo muy mayores.

Hablemos de avances…

Para nosotras ha sido muy importante que en la nueva Política Agrícola Común, la que entró en vigor el año pasado, haya un mayor protagonismo de las mujeres en la agricultura y la ganadería, para que las ayudas se vinculen a nuestra efectiva participación en estos campos. También la ley española de 2011 de titularidad compartida de las explotaciones agrarias supuso un avance importante.

Sin embargo, cuando se aprobó esta ley se hablaba de un potencial de hasta 50.000 explotaciones que se podrían acoger a esta ley y de momento solo hay 1.245, la mitad en Castilla y León.

Somos conscientes de que hay que modificar e incluso cambiar maneras de actuar muy instauradas. Todavía hay mujeres que van a las oficinas comarcales agrarias para iniciar el trámite de la titularidad compartida y enseguida les dicen que es más fácil instaurar una sociedad civil o te encuentras con otro tipo de trabas burocráticas. Desde 2011, cuando se aprobó la ley, propusimos que, además de eliminar esta discriminación por ser mujer, había que utilizar el cruce de las numerosas bases de datos de las que disponemos en diferentes registros administrativos para saber qué explotaciones cumplen con la titularidad compartida. No hay por qué esperar a que la explotación lo pida, se les puede ofrecer.

Lorenzo Ramos, secretario general de la Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos (UPA), ha dicho aquí en Avilés que hay que potenciar y proteger estas explotaciones familiares frente a los fondos de inversión y las grandes empresas que apuestan por macrogranjas y grandes monocultivos intensivos. Por cierto, nada benévolos con el medio ambiente.

Por eso hay que apostar por las mujeres rurales. Es necesario proteger las explotaciones en las que trabajan ambos miembros, blindar esa figura e incentivarla. Es un trabajo conjunto para convencer a la sociedad que los pueblos tienen futuro, y que sus problemas son problemas de todas y de todos, estemos en el mundo rural o en el urbano. Si no tenemos oportunidades las mujeres en los pueblos, facilitadas por la titularidad compartida, la futura ley de agricultura familiar o los estatutos de mujeres rurales que aprueban algunas comunidades autónomas, estos se masculinizan, se despueblan y desaparecen.

También se ha expresado en Avilés lo insuficiente de las medidas contra la violencia machista en lugares con mala conexión a internet, donde las pulseras de control de maltratadores no funcionan, donde alejamientos de 500 metros de la pareja supone que en la mayoría de los ocasiones la mujer se vaya del pueblo por no estar en boca de todos y donde el maltratador tiene una amplia comunidad de amistades que incluye en muchos casos a la Guardia Civil.

Hemos avanzado mucho en general, pero en el medio rural quedan cosas por hacer. Por ejemplo, tener una fotografía real de cómo nos afecta para diseñar protocolos realmente efectivos. Hay que garantizar que llega la protección y la ayuda con el rediseño de los protocolos. En el medio rural vive el 20% de la población y tenemos el 36% de los asesinatos. Los datos no son buenos y las medidas son insuficientes, pero también es importante cómo se presenta el medio rural, casi siempre como espacios aislados propicios para los asesinatos. El foco se tiene que poner en el agresor y no presentar nuestro medio como espacio de inseguridad, como un lugar hostil para las mujeres.

Pero ese medio sigue necesitando de nuevos impulsos…

Efectivamente. Sobre todo hay que mejorar la prestación de servicios básicos. No podemos tener un sistema sanitario en los pueblos que retrotrae a los años 80, con visitas esporádicas de los médicos. Hay que repensar los servicios desde la necesidad del siglo XXI, en educación, en sanidad, en transportes…

Por cerrar en positivo, lo que está claro es que más mujeres rurales y asociaciones de ellas destacan por sus emprendimientos e iniciativas.

Las mujeres rurales somos más dinámicas y estamos ahora más movilizadas y sensibles a los retos, innovaciones y oportunidades. Somos muchas, diversas y dispersas, pero cada vez más organizadas. El trabajo en red ha jugado un papel importante, Cuando en un pueblo te sientes la única que emprende o idea algo nuevo, no es lo mismo que en la ciudad. Se activa entonces la necesidad de acceder a la capacitación, a formación, a cómo dar a conocer tu proyecto, cómo generar sinergias con mujeres en tu misma situación… Todo eso lo impulsamos en Fademur, con cosas concretas, como los cursos de pilotaje de drones, que otorgan más independencia y rentabilidad al trabajo de muchas mujeres, o con la plataforma Ruraltivity, desde donde se impulsan casi 500 proyectos para ayudar a superar obstáculos que sufren muchas mujeres por emprender desde sus pueblos, como el acceso a financiación y formación, una menor visibilidad, problemas logísticos y trabas burocráticas.

“Si las mujeres tuvieran el mismo acceso a los recursos productivos que los hombres, el rendimiento agrícola podría aumentar entre un 20% y un 30%, por lo que alimentarían a entre 100 y 150 millones de personas más”. Esto último forma parte de la información de la ONU vinculada al Día Internacional de las Mujeres Rurales. Una demostración más de que la lucha por la igualdad de las mujeres rurales, como dice Teresa López, debe seguir en pie y se deben extender otros de los mensajes lanzados en la cita de Avilés: que la igualdad sea una realidad, no una aspiración, recordando además que el medio rural es más que un espacio, es un modo de vida.

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