¿Tienen sentido hoy los museos de Zoología y Ciencias Naturales?
Como colofón a las celebraciones de los 250 años del Museo Nacional de Ciencias Naturales de España, el segundo más antiguo del mundo, se celebró en Madrid un ‘cónclave’ de 12 directores de otros tantos museos de los más importantes de Europa y América. Entre los asistentes a estas jornadas pioneras estuvo el científico español Gonzalo Giribet, que dirige el Museo de Zoología Comparada de Harvard, Estados Unidos, un experto en la filogenia de los organismos vivos, fundamentalmente de los invertebrados, de los que ha secuenciado muchos genomas. Por cierto, una de las punta de lanza de ese museo ha sido el famoso biólogo Ed Wilson, fallecido en diciembre, que lanzó la propuesta de que había que conservar la mitad del planeta sin intervención humana. Hemos hablado con Giribet.
Lejos están los tiempos en los que una parte del mundo sabía de la naturaleza que había en la otra parte por visitas a los museos en las que se descubrían seres fascinantes cuya existencia hubiera sido inaccesible en sociedades muy lejanas. Hoy, los museos nacionales de historia natural ya no sólo son lugares de divulgación, en competencia con la nube digital y los viajes físicos, sino también centros punteros de investigación que resultan fundamentales para diagnosticar las crisis ambientales desde la ciencia que acogen.
Ahora los directores de estos museos están unidos en un convencimiento común: ante la pérdida de biodiversidad global, hoy más que nunca son necesarias sus colecciones históricas. También coinciden en la importancia de establecer redes internacionales de apoyo y trabajo mutuos, como algunos de los proyectos ya en marcha: el europeo DISSCO, en el que se desarrolla una gran infraestructura científica para crear una colección accesible a todo el mundo, o el Earth BioGenome Project, por el que se secuencia el genoma de millones de especies.
Sobre todo esto le preguntamos a Gonzalo Giribet; el encuentro se desarrolla en la sede en Madrid de la Fundación BBVA.
¿Cómo llegó a ser director de este museo norteamericano?
Soy profesor del Departamento de Biología Evolutiva en Harvard desde el año 2000 y desde que empecé era el responsable de las colecciones de invertebrados. Además, siempre he hecho mucho trabajo de campo. Este museo se creó en 1859 y es uno de los más antiguos del mundo. En la época de su creación ya había grandes museos en Europa y éste surgió a raíz de que el naturalista Louis Agassiz dio en Boston una conferencia y se le ofreció ser profesor en Harvard y llevar las colecciones que tenía y que ilustraban la variedad de las relaciones entre diferentes formas de vida animal.
Los museos de ciencias en el pasado era una forma de conocer sin viajar, pero ahora nos movemos por todo el mundo e incluso, sin movernos, tenemos la información en la ‘nube’. Esta sociedad que no tiene que ver con aquella del siglo XIX en la que surgieron estos museos ¿cómo está transformando su realidad?
Una de las cosas que intentamos hacer es sacar más provecho a esos ejemplares que tenemos desde hace 150 o 100 años para investigar cómo han cambiado las distribuciones de las especies. La única forma de saber dónde estaban antes es con estas colecciones. Además, hoy con las técnicas genéticas, extraemos su ADN y obtenemos nuevos datos. Les estamos dando un valor distinto al que tenían en el pasado, cuando sólo se estudiaba su anatomía. Y si la revolución genética les ha revalorizado, también lo hace la revolución digital, porque antes sólo se veían en los museos y ahora se pueden poner en la red. Incluso existe el llamado gemelo digital, muy útil cuando un nuevo museo no tiene ejemplares de organismos que allí habitaron y que están en otro. Es una forma de acceder a ellos a distancia para poder investigar ciertos asuntos con ellos. Para otros, como análisis químicos o genéticos, necesitamos tenerlos físicamente. De hecho, se mandan ejemplares por correo, aunque a veces los hemos perdido.
¿Pasan con frecuencia esas pérdidas?
Sí las hay. En el incendio, en 2018, del Museo Nacional de Río de Janeiro se quemó el 90% de sus fondos y el 100% de los ejemplares que tenían en préstamo de nuestro museo. Es un riesgo enviar materiales, así que lo que sí estamos intentando hacer es crear un sistema de becas para favorecer la investigación, sobre todo con objetos que no están en sus países de origen. Nosotros tenemos muchos ejemplares de las primeras expediciones a Brasil y así estudiantes de allí podrán venir a estudiarlas en Harvard. Creo que es positivo que las colecciones estén centralizadas, porque se tiene una mejor idea de la biodiversidad, pero así añadimos responsabilidad a instituciones con colecciones muy grandes.
¿Hay países que exigen que se les devuelvan colecciones históricas de sus territorios conseguidas en expediciones antiguas?
Sí, porque antes no existían normas para sacar nada. Hoy ya no podría ser. Yo trabajo en muchos países, como Australia o Nueva Zelanda, y recojo ejemplares de organismos de nuevas especies, pero hay que realizar muchos trámites y el ejemplar tipo de esa especie tiene que quedarse en el país. No sé qué pasará en el futuro. Luego hay países que tienen legislaciones muy estrictas. En Argentina, por ejemplo, si se envía un fósil que se encontró allí de vuelta para un estudio, ya no puede sacarse de nuevo del país. A lo mejor algún día todos los países disponen de museos en muy buenas condiciones y pueden volver las colecciones adonde salieron, pero hoy no es aconsejable que vuelvan a algunos lugares para acabar pudriéndose sin las condiciones adecuadas o quemadas por dejación con un edificio.
Se está viviendo una crisis de biodiversidad tremenda, caen las poblaciones de vertebrados y de invertebrados, ¿somos conscientes de lo que perdemos?
Sí, es tremendo. Pero comenzamos a ser conscientes de ello. En Estados Unidos ya se alquilan abejas para que polinicen campos de cultivo. Las llevan en camiones de lado a lado. Y también se conocen números. Se comentaba en este foro que en Alemania y Países Bajos se han reducido los insectos un 85% en un periodo muy corto. Aun así, las extinciones hoy son pocas en continentes respecto a las que hay en islas o ecosistemas de agua dulce, como lagos o ríos. Unas lo hacen por acción directa de la destrucción de su hábitat y otras por la llegada de especies invasoras que acaban dominando. Además, hay que sumar los impactos del cambio climático, como la acidificación de los océanos, el calentamiento del agua o en la tierra, que empuja a muchas especies autóctonas hacia los Polos, mientras las tropicales se extienden. Por ejemplo, ya podemos decir que el Mediterráneo Oriental es tropical.
En estos cambios ¿qué papel tienen los museos de Historia Natural?
Las colecciones de los museos nos ayudan mucho a la hora de comprobar estos cambios. Tenemos muchos muestreos de la vida que había en un lugar y momento del pasado. A veces nos dicen que para qué seguimos recolectando y es precisamente para ver la evolución, comprobar índices de contaminación, presencia de invasoras, extinciones, cambios en las distribuciones… Son fundamentales para entender cambios en la biodiversidad que se están dando. Hubo un científico visionario de Berkeley que hace más de 100 años hizo un muestro de todos los mamíferos del Parque Nacional de Yosemite pensando ya en que un siglo después se compararan las poblaciones y se viera qué había pasado. Además, ahora con ADN podemos ver qué ha pasado con los genes. Los museos tenemos mucho que hacer y debemos mostrar a la sociedad la importancia de mantener colecciones pasadas y las nuevas.
Luego es una tarea sin fin porque se siguen ampliando los fondos para su estudio…
Sí, pero el panorama ha cambiado mucho. Antes una expedición recogía todo lo que encontraba. Ahora no. Necesitas permisos para cada cosa. Pero también hay que aprovechar que en los museos tenemos cajones llenos de especies que ya no existen y de las que podemos conseguir nueva información con las técnicas genéticas, incluso averiguar por qué desaparecieron. A lo mejor algunas especies de aves sucumbieron al virus aviar, que en el XIX no se conocía. No obstante, en general, casi siempre en las extinciones recientes ha estado detrás la mano humana.
¿Por qué ir hoy a un museo de ciencias naturales?
Porque no es lo mismo ver un original que una copia en internet, como no es lo mismo ver un concierto en directo que escuchar un disco. Estuve hace poco en el Museo de la Evolución Humana, y allí están las recreaciones de ancestros, pero lo que emociona es ver los fósiles originales. Es verdad que los museos tendrían que aprovecharse mejor para ver especímenes con un significado muy importante. A mí siempre me gustó ver animales disecados y esqueletos…, pero mis alumnos ya no quieren verlos. Hay que hacer otro tipo de exhibiciones en las que se expliquen mejor cómo funcionan los ecosistemas. Con más películas y vídeos y con ejemplares importantes. Y también debemos centrarnos mucho más en cuestiones relacionadas con la actualidad del cambio climático, de especies invasoras, de pérdida de biodiversidad, de bioética…
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