Toom Pak, el arte de ponerle música de percusión al reciclaje
Toom Pak cumple 17 años en una continua búsqueda de melodías con instrumentos que sus componentes crean dando una segunda vida a la basura. Desde botellas de plástico y neumáticos a bolsas de papel y tambores de lavadoras, este grupo madrileño de músicos logra extraordinarios espectáculos y lleva a cabo una encomiable labor de hablar de las bondades del reciclaje en decenas de colegios. De forma divertida. A través de la percusión.
Saltan chispas. En el escenario y en las butacas. En el escenario, chispas de las radiales que los ocho componentes de Toom Pak tienen en las manos, y chispas de emoción en los niños a quienes han absorbido con su espectáculo. Esta es una constante en los miles de funciones que este grupo de madrileños ha realizado en los últimos años. Decenas de miles de niños han visto ya cómo de sus manos la botella de plástico de un refresco, un neumático, una bolsa de papel o el tambor de una lavadora salen reconvertidos en instrumentos musicales. Es la magia del reciclaje, en su caso, el arte de la renovación de la basura en cultura.
El grupo Toom Pak surgió hace ya 17 años por iniciativa de cinco amigos de Alcalá de Henares, impulsados por un profesor rumano de percusión que tenían en el Conservatorio. Hoy ya no tienen un hueco en su agenda para este curso, tal es la demanda de colegios que reclaman su show anglo-músico-ambiental. Ahora, además, sus ocho componentes están a punto de dar un salto con el que quieren conquistar el mundo de los adultos con ese peculiar universo de notas y ritmos salidos de los objetos más dispares. Así que, mientras ensayan sin descanso su último estreno educativo, Planet Channel, andan preparando un futuro lanzamiento en colaboración con miembros del grupo teatral Yllana, un paso más en su carrera que aún no tiene fecha.
Las dos naves que tienen en Alcalá de Henares, donde ensayan, inventan y producen sus obras, son un auténtico desván de cachivaches, si bien donde unos vemos trastos ellos detectan oportunidades de creación: de allí han salido unos 150 instrumentos diferentes, desde la sorprendente tacitarra, creada con la tapa de un retrete, a tuberías reconvertidas en trombones. “Siempre estamos maquinando. Ahora hemos conseguido una técnica para afinar diferentes notas con botellas de plástico gracias a unas válvulas con las que les metemos diferentes cantidades de aire a presión”, explica Gorka González, que ejerce como director de Toom Pak.
De ‘Reciclart’ a las 3R y ‘Planet Channel’
Desde que lanzaron su primer show, Reciclart, hasta hoy la evolución del grupo no ha parado. Son cambios que han ido afianzando su propuesta, sin perder el eje didáctico, como explica González: “Comenzamos siendo nosotros mismos, contando la historia de unos jóvenes que se inventaban instrumentos con la basura y hacían música, luego incorporamos el inglés y ahora tenemos una carga dramática y actoral que antes no existía. Lo que no ha cambiado es ese mensaje ambiental implícito en todo lo que hacemos ni el esfuerzo en mantener la calidad”.
Tras aquel primer Reciclart llegó luego una nueva versión: Reciclart 2.0, a la que seguirían, curso tras curso, otros espectáculos, como Cubo de Rubbish, Inventors o The 3R’s. Incorporar el inglés fue un gran paso que les abrió muchas puertas escolares. Este curso ya tienen una gira completa por colegios de buena parte de la geografía española con su último estreno, Planet Channel. “Como en algunos anteriores, tiene un argumento; en este caso se trata de un canal de televisión ficticio en el que salen cuatro investigadores que van por el mundo resolviendo problemas ambientales. En cada parte, intentamos destacar siempre la importancia de cuidar la naturaleza, por ejemplo usando más la bicicleta que el coche”, explica el músico. “Ya tenemos funciones en Extremadura, Andalucía y Madrid. Nos gustaría llegar a más colegios, pero la realidad es que no da más de sí el calendario. Ya no podemos ir a tantos sitios como nos reclaman”, reconoce.
Aprender a reciclar haciendo música de percusión en los coles
Y es que Toom Pak resulta adictivo y son muchos los centros que, año tras año, repiten función. En 2018, con el fin de cubrir la demanda, duplicaron los miembros del grupo, pero este curso volvieron a ser los ocho que componen cada obra, más alguna adhesión puntual, en busca siempre de esa calidad que ofrecen en sus espectáculos. “Lo perfecto sería encontrar algún patrocinador que nos permitiera financiar la formación de más personas para tener dos o tres grupos por los colegios y poder atender a todos”, explica Gorka. “Son actividades en las que el precio tiene que ser económico, para que puedan pagarlo, así que somos nosotros los que nos encargamos de todo, lo que nos limita el tiempo. Sabemos que la clave de nuestro éxito es la calidad y no vamos a bajar el nivel”.
Entre las puertas que han abierto en los últimos años está LAB, una iniciativa para la oferta de shows en eventos de todo tipo (empresas, instituciones oficiales, fundaciones, etcétera). Ayer, por ejemplo, cerraron el primer día del Congreso de APIA, los periodistas de medioambiente. También otro proyecto discográfico llamado Deejay, destinado a salas de baile, que de momento tienen aparcado con la intención de reactivarlo en el futuro. Sus colaboraciones con artistas, como Miguel Campello (cantante de El Bicho) o el grupo Maldita Nerea, son otra faceta in crescendo.
Pero es el trabajo con el grupo Yllana lo que ahora tienen en el horizonte para seguir creciendo y creando, en la línea del arte dramático que iniciaron en 2016 para el Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida, con la obra Los hijos de Vulcano, bajo la dirección musical de Carmen Paris. El director de Toom Pak habla su estilo y del de Yllana: “Ellos han creado un lenguaje gestual y nosotros una música original, pero ellos son más canallas, tocando temas que evidentemente no son para público infantil, pero sí para un público adulto al que queremos llegar”.
Mientras ese momento llega, niños y niñas, padres y madres –cada nuevo show, además, se estrena en salas de teatro para un público familiar– siguen disfrutando de su inmensa energía creativa, musical y física, derrochada a raudales en las funciones. Con ellos en escena, el ritmo se adueña del cuerpo y resulta imposible no acabar haciendo percusión, con un zapato, con un palito, con los dedos… Todo sostenible y reciclable.
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