Torres de vigilancia del Mediterráneo convertidas en faros de acogida
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Encendido del Talaioit de Son Fred (Sencelles – Mallorca) por los Derechos Humanos. Foto: Pep Aguilar.
El pasado 25 de enero cientos de personas convirtieron las torres defensivas de 180 rincones del Mediterráneo en excepcionales faros de acogida. Aquellas edificaciones, diseñadas históricamente para un uso bélico, símbolos de la exclusión, la separación y el miedo al “otro”, se iluminaron para guiar a quienes cruzan el mar en busca de una vida más digna y para defender el cese de las violaciones de los derechos humanos en todo el mundo. Les acompañó un manifiesto redactado por Amnistía Internacional. Es nuestra noticia que abraza de enero.
Lo hicieron en dos ocasiones, a las 13.00 y a las 18.30 h. De manera organizada, las atalayas, las torres defensivas (e incluso los talaiots en Mallorca) , lanzaron coloridas señales de humo a quienes cruzan este mar para afirmar que “a pesar de todos los obstáculos que se interpongan en el camino, por muy oscuro que este sea, la luz de la llama debe permanecer ahí, brillante, encendida, como símbolo de esperanza para toda la humanidad”. Así lo expresaron quienes participaron en este acto simbólico en Baleares, Cataluña, Aragón, la Comunidad Valenciana, Murcia, Andalucía, Marruecos, Líbano y Túnez. Con este sencillo gesto conectaron lo local con lo global, recordando que somos interdependientes.
El manifiesto, elaborado por Amnistía Internacional, recordaba que esa llama “nos mantiene en pie con fuerza para luchar por el cese de las violaciones de los derechos humanos en todo el mundo. Está en nosotros y nosotras mantenerla prendida, así que luchemos para que así sea por siempre”.
Este año, las torres de vigilancia de Palestina no se encendieron. En esos mismos instantes miles de palestinos comenzaban a regresar al norte de Gaza empujados por un deseado y frágil alto el fuego después del intercambio de prisioneros entre el ejército de Israel y el de Hamás.
Es cierto que el dolor y el daño que generan los asesinatos perpetrados durante una guerra exige soluciones inmediatas y efectivas. Ante tal urgencia los actos simbólicos pueden ser considerados anecdóticos, pero si somos capaces de entender que existe una violencia que se ejerce socialmente sobre las víctimas, sin que ellas se den cuenta, a través de la comunicación y del conocimiento y que se conoce como “violencia simbólica”; si aceptamos que puede obstaculizar la libertad de movimiento o acabar con un modo de vida… ¿por qué restar importancia a las acciones simbólicas que hagamos en nombre de la paz? Sustituir los cañonazos por humo y bengalas demuestra que existen millones de personas que no se sienten representadas por quienes organizan, apoyan y se lucran con los conflictos bélicos y que rechazan a quienes decretan campañas de deportación, levantan vallas, instalan tropas en las fronteras y tratan a los migrantes como delincuentes.
Esta acción bella y simbólica sirvió para denunciar una vez más las políticas de los gobiernos de la Unión Europea y la propia Unión Europea, capaces de generar mayor sufrimiento y riesgo de vulneraciones de derechos humanos para las personas que buscan llegar a Europa. La implementación del Pacto Europeo de Migración y Asilo podría consolidar “posiciones orientadas a reforzar cada vez más el modelo de la Europa Fortaleza y hacia una externalización de fronteras que nos envilecen como sociedad».
Según la Organización Internacional de las Migraciones, al menos 3.523 personas perdieron la vida o desaparecieron en la travesía de este mar en 2024, aunque organizaciones como Caminando Fronteras calculan que el año pasado murieron y desaparecieron 10.457 personas en las rutas de acceso a España. Entre ellos, muchos menores de edad. Según Amnistía Internacional, los niños y niñas que viajan solos y solas son los más vulnerables; por eso propone que se aplique el principio de no devolución, y propone a las autoridades y partidos que adopten un reparto vinculante y equitativo que garantice su adecuada acogida.
Ante decretos como los que ha dictado Trump nada más acceder al poder (que perpetúan los prejuicios, estigmatizan y deshumanizan a las personas migrantes), frente a la división y violencia que estas leyes generan en la población en nombre del miedo, el prejuicio y el odio, iluminar 180 torres defensivas permite recordar las verdaderas causas de este problema y, por tanto, sus verdaderas soluciones.
Organizaciones como Amnistía Internacional ya han propuesto planes alternativos: que España y Europa abran “rutas legales y seguras de acceder a su territorio”, ofrezcan una acogida digna y unos procesos de asilo justos, además de “acabar con las devoluciones ilegales en las fronteras”. Exigen que España garantice el acceso a procedimientos de asilo en la frontera sur (Canarias, Ceuta y Melilla) y que eso se lleve a cabo con todas las garantías, incluida la asistencia letrada e intérprete desde el principio y de calidad, “adaptando el sistema a las necesidades y los perfiles de las personas solicitantes de asilo e integrando un enfoque de igualdad de género y diversidad”. La entidad tampoco olvida que activistas y organizaciones de salvamento y rescate suelen ser criminalizadas por cumplir con la obligación de búsqueda y salvamento de personas migrantes con el fin de llevarles a un puerto seguro, permitiendo y facilitando que puedan solicitar protección internacional.
Probablemente, el profesor de matemáticas al que se le ocurrió la idea de volver a iluminar las torres de vigilancia de Mallorca hace nueve años no imaginaba la mecha que estaba encendiendo. En 2016, Josep Lluis Pol lanzaba una idea al resto de docentes del Instituto de Educación Secundaria Marratxi: volver a hacer posible la conexión visual entre las torres de Mallorca. En aquel momento se conmemoraba el IV centenario de la muerte de Joan Baptista Binimelis, matemático y autor del sistema de señales de fuego y humo que fue utilizado desde el siglo XVII. Con el apoyo de la Sociedad Balear de Matemáticas SBM-EQUIS, aquel año se resignificaron 50 torres de vigilancia en Mallorca. Aquella reapropiación del espacio público resultó lo suficientemente atractiva como para que en los años posteriores se unieran otras comunidades autónomas e incluso otros países de la orilla del Mediterráneo. El pasado 25 de enero, cientos de personas se encaramaron una vez más a torres, atalayas y talaiots del Mediterráneo para transmitir un mensaje poderoso de solidaridad a las futuras generaciones.
Fotografía de portada de Pep Aguilar.
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