‘Truman’, la mirada de un perro directa al corazón
La nueva película de Cesc Gay, ‘Truman’, protagonizada por Ricardo Darín y Javier Cámara, puede ser una seria candidata a llevarse alguno de los grandes premios en la 63 edición del Festival Internacional de Cine de San Sebastián, que acaba de arrancar.
“No podemos terminar esto así, no nos lo merecemos ninguno de los dos”. “Con todo esto aprendí una cosa: lo más importante en la vida es el amor, las relaciones”. Hay un momento en ‘Truman’, la magnífica nueva película del director barcelonés Cesc Gay, en la que todos los espectadores sobrecogidos por un metraje que no da tregua al corazón y a las emociones, comprenden el inevitable paralelismo que existe entre determinadas pérdidas amorosas, entre algunos fracasos sentimentales repentinos que se cimentan en la ausencia premeditada, y la muerte.
Y es entonces cuando entre el respetable arrecian los ruidos de pañuelos, de kleenex o, por qué no decirlo, de llantos cómplices por la vehemencia del desasosiego que provocan esas sensaciones y situaciones con las que nos sentimos identificados desde el primer segundo. Es prácticamente imposible sentarse a ver esta película y que no te toque la fibra de una manera u otra. Truman, desde luego, no es para ti, si es horchata lo que corre por tus venas o si has decidido forrar tu corazón premeditadamente de escarcha. Digamos que es un trabajo no apto para seres humanos que jamás hayan experimentado lo que significa la palabra empatía, pues la materia prima de la que se nutren sus guionistas son los sentimientos más básicos: la lealtad, la fraternidad, el amor, el compromiso, la incertidumbre, el miedo, la aceptación, la pérdida y la ausencia.
Habrá quien trate de tirar por tierra el trabajo de Gay (En la ciudad, Krámpack, Una pistola en cada mano), acusándolo de premeditación en lo lacrimógeno. Esos serán los críticos feroces y cobardes incapaces de admitir que es humano sentir un nudo en el estómago ante determinadas situaciones. Que es humano ponerse de inmediato en la piel de un hombre que sabe que le quedan pocos meses de vida y busca una familia adoptiva para Truman, su perro, su único compañero ya mayor, que le ha acompañado durante toda la vida. Pero ciertos toques de humor diseminados con maestría aquí y allí, y sobre todo las magníficas interpretaciones de Ricardo Darín y Javier Cámara convencerán al espectador inteligente de que nos encontramos ante una película basada en la cruda verdad. Frente a una historia con un protagonista que está, lamentablemente, cada día más presente y que sólo pasa de largo sin tocar, aunque sea tangencialmente, la vida de unos pocos privilegiados: el cáncer.
La película, coproducción española y argentina, se llevó una sonora ovación tras el pase de prensa y durante gran parte de su metraje no se escuchaba en la sala ni el vuelo de una mosca. Alguno de los dos actores protagonistas podría llevarse a casa la Concha de plata por la mejor interpretación masculina y Cesc Gay un galardón por la dirección o por el guión, que firma junto a Tomás Aragay. Entra en las quinielas por méritos propios. Y probablemente, más allá de certámenes y de galardones, Truman logre el premio mejor: el boca a boca. Ese que termina llenando las salas cuando una historia logra eso que aparentemente parece tan fácil como ir directa al corazón.
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