Una película española, premio en el ‘Cannes’ de los cortos
El madrileño Adrián Orr gana con Buenos días Resistencia el premio al mejor documental en el Festival de Vila do Conde, certamen portugués considerado como el Cannes de los cortometrajes. La historia de una familia compuesta por un padre y tres hijos que hace de la supervivencia algo tan cotidiano que casi incita a la rebeldía.
JOSÉ RAMÓN OTERO ROKO
Dicen los entusiastas del Festival de Cine de Vila do Conde que el certamen portugués es el Cannes de las películas que duran algo más de un instante. En esta ciudad a pocos kilómetros de Oporto se celebra, nunca mejor dicho, la producción creativa de lo más pujante de un panorama industrial, pero sobre todo artístico, para el que las limitaciones del formato son ventajas estructurales que permiten a menudo trabajar entre amigos, elaborar historias a partir tan sólo de un momento crucial de inspiración y estar cerca de quienes se sienten más próximos a esa cosa que llamamos “cine” y que a veces, también en algunos de esos instantes que proporciona Vila do Conde, es un momento idéntico a uno que nos quedaba por vivir en nuestras cortas vidas.
“Curtas” se dice en galaico‐portugués “cortometraje”. Quién dijo que la proporción áurea de las imágenes debía ser de una hora y media. Las películas, como la de 22 minutos del madrileño Adrián Orr, que ha ganado con Buenos días Resistencia el premio al mejor documental, son vehículos para promover una empatía inmediata que deje una huella concreta en la memoria. El realizador de cortos trabaja con el conocimiento inconsciente de que cuando su obra sea mostrada no lo será en solitario, sino que formará parte de un programa compartido con otras piezas del puzzle de la existencia colectiva. El del largometraje, no. En el largometraje la aspiración es ofrecer en solitario el alimento de al menos un día y, a veces, el de una vida. Esa diferencia hace al cortometraje un medio afortunado, susceptible de ser utilizado por radicales, creadores de situaciones esenciales y memorables.
Buenos días Resistencia (2013) no es exactamente un documental, es una recreación. La cámara sigue el despertar de una familia, real, compuesta por un padre y tres hijos pequeños que se levantan (en el sentido más cotidiano de una palabra de la que por otro lado los días que vivimos aún esperan su polisemia) y que llama a sublevarnos ante una normalidad en la que percibimos todos los efectos de la condena a la que nuestra sociedad es sometida. No hay futuro así, pero no cabe otra opción que la perseverancia, para llegar a no sé dónde o al menos al siguiente día. No hay un marco social vinculante, eso que intentó ser el Estado durante unas décadas, pero no por ello podemos dejar de sentirnos reflejados en los hábitos que conformaban una subsistencia con alguna seguridad. En la película de Adrián Orr no se pronuncia ninguna de las palabras que nos llevarían inmediatamente a la alarma, pero no porque esta no sea visible y evidente, sino porque esa realidad, la de la supervivencia, se ha interiorizado de tal modo en esta familia que les permite seguir adelante camino de lo imposible. La precariedad, parece decirnos, se ha banalizado de tal modo que desconocemos sus gestos corrientes. El país sigue en marcha, los niños desayunan un vaso de leche, se visten entre juegos, van al colegio, pero todo está a punto de derrumbarse porque a la tenacidad sólo le basta para quebrarse un nuevo obstáculo insuperable. Donde un día pensamos de los niños que podrían hacer de sus vidas lo que quisieran, ahora la esperanza ha retrocedido hasta las líneas de una resistencia silenciosa en la que se intenta que los grandes poderes no hagan con ellos lo que quieran.
Vila do Conde es un festival de cine de las certezas. El formato obliga a la precisión, la precisión a la objetividad, la objetividad a la denuncia radical. A un minuto se sucede un minuto y enumeramos certidumbres y evidencias, pruebas que intentan ser refutadas, al otro lado de las trincheras, por la pantallas del mundo al revés donde la realidad dura una fracción de la vida de una “curta”.
Puedes leer otros textos del autor en su página Cine y Periodismo.
Comentarios
Por Howard, el 20 julio 2013
Hola, sin indicar a los lectores donde se puede ver este corto, el articulo no vale nada. A no ser que sea como en una tienda de esas que dice solo mirar, no tocar.
Por José Ramón Otero Roko, el 20 julio 2013
Hola Howard. Siento mucho no ofrecer un enlace directo para que podáis ver el corto y juzgarlo por vosotros mismos. Esta es una de las servidumbres a las que obliga el sistema analógico de distribución de cine, la mayoría de las veces no se cuenta con internet y no se ofrece una distribución paralela a través de la red. Periodistas y programadores pueden verlo en páginas como Madrid en Corto http://www.madridencorto.es/2013/buenos-dias-resistencia (la película ha tenido milagrosamente financiación de la Comunidad de Madrid) pero el público, por ahora, sólo puede disfrutarlo en los festivales. Seguramente más tarde llegue a las plataformas como Filmin, Vimeo o Youtube. Lo lamento y es algo que, por desgracia, a día de hoy es inevitable casi siempre que se dan informaciones sobre Festivales de Cine en cualquier medio. De alguna manera el espectador que acude a uno de esos certámenes va un año por delante del resto de espectadores.
Un saludo.
Por Howard, el 20 julio 2013
De acuerdo, gracias por responder al menos, espero que de aqui a un año si sea posible verlo en Filmin (tampoco me refería a gratis). De todas maneras, me parece un error, supongo que al exponerlo en festivales obtienen ingresos… pero para dentro de un año, cultura tan marginal como esta habrá perdido todo el efecto de la publicidad que le habeis hecho la crítica y periodistas con lo que afectará a su difusión entre la gente en general.
Un saludo y gracias (siento si he sido un poco hosco pero esta falta de acceso a este tipo de cultura si no puedes asistir a los diferentes festivales es realmente frustrante).
Por José Ramón Otero Roko, el 20 julio 2013
Howard, tienes razón y es frustrante, pero es la propia normativa de los festivales la que lo impide en muchas ocasiones. Todos quieren ofrecer algo único que aún no se puede encontrar en internet y premiar de esa manera la asistencia del público. Es la «primicia» que es un concepto del siglo XX, muy vertical y escalonado, cuando hoy por hoy lo que vivimos es la difusión horizontal de ideas y creaciones, mucho más masiva y democrática.
Y un apunte, un cortometraje no es cultura marginal. En todo caso es cultura marginalizada (porque no se la apoya, porque no se difunde por quienes tienen que hacerlo, etc). Pero cualquiera que cuenta una historia tan universal como esta, la de la lucha del día el día, nos está hablando a todos y eso no es marginal, eso en todo caso es algo que algunos invisibilizan porque no les interesa que se conozcan esas realidades.
Un saludo.