Una película en la que el amor no es como en las películas
Una película distinta que no propone un amor de 10, sino de 6,5. Eso es ‘Seis y medio’, dirigida por Julio Fraga, con bajo presupuesto, y que gracias al éxito que cosechó en el Festival de Málaga -seis nominaciones a los premios de la Asociación de Escritores Cinematográficos de Andalucía (Asecan)- y en el Festival Nuevo Cine Andaluz de Casares ha tenido un desembarco en salas comerciales que tampoco ha sido de 10, sino de 6,5. Pero que da muchas satisfacciones al público relatar una de esas historias de amor que no se suelen ver en el cine.
Seis y medio es un largometraje donde el amor no es como en las películas. Aquí la historia no es la de un amor perfecto, ni tampoco la de un imposible; es un idilio de 6,5; un amor de tiempos presentes. Todo surgió por un guión de Víctor Maña (Premio de novela Vargas Llosa 2013). El guionista y novelista presento está historia a Cristina Rojas y Homero Rodríguez, dos actores que tenía unas cuantas tablas como pareja en el teatro con su compañía Tenemos Gato. Dos intérpretes que el guionista consideró ad hoc para un trabajo que mezcla comedia con drama y suspense con lirismo. “Lo que me gustó es que el lenguaje de Víctor no es coloquial, es poético, siempre me ha gustado la poética y la metáfora”, comenta el director.
El guión de Víctor Maña está lleno de conversaciones corrientes, de las que tienen las parejas en la vida real. Estos diálogos son el punto fuerte de una película que narra una relación amorosa entre un hombre y una mujer. Una historia que así contada podría ser simple, pero que nos acerca a reflexiones complejas. “Se trata de valorar el amor para saber cuánto amas; te lleva a reflexionar sobre si tu pareja te quiere al mismo nivel que tú y te deja el mensaje de que no hace falta quererse un 10, que con un 5 es suficiente”. Todo el mundo nos sentimos identificados con uno u otro”, afirma Fraga.
Discusiones entre los protagonistas, dudas, infidelidades, el recuerdo y presencia de relaciones pasadas por parte de ambos, todos estos elementos tejen la trama de una historia de amor en la que ambos se podían querer más. Viendo la película uno puede plantearse, como dice el realizador, que “el sentimiento de mariposas en el estómago se llama angustia”. “En la película se explora en sentimiento de inseguridad muy común en las relaciones, que a veces se estabiliza y llega la paz”.
El largometraje tiene una puesta en escena cercana al teatro; prácticamente toda la película ocurre dentro de un piso, solo unos cuantos planos nos dan un respiro fuera de esa intimidad de la pareja. En ese piso ocurren acciones cotidianas mientras los personajes barajan un debate interno entre si se quieren lo suficiente o no, un duelo entre continuar una relación imperfecta o inclinarse por la soledad. En el filme entran terceras personas a la que no vemos, podemos oírlas hablar con los protagonistas y también escuchamos hablar de ellas, pero no entran en escena porque ese espacio está reservado para los dos protagonistas de la historia de amor imperfecta.
Su protagonista masculino, Homero Rodríguez, insiste en la visión realista de la película: “No llega a ese sentimiento perfecto, pero hay cosas bonitas en la relación. Es una mirada poco frecuente que todos vivimos”. Sin ornamentos ni idealizaciones, la película muestra una evolución desde un amor inseguro y sombrío a un final… No encontraremos un punto de giro, sino varios. “Mi personaje empieza por sacarse la espina de su pareja anterior y evoluciona hasta un final que no cuento, es mejor ver”, explica Cristina Rojas. Para acompañar y remarcar las evoluciones juega una baza fundamental la banda sonora de Paloma Peñarrubia.
Por todo ello, Seis y medio es una película diferente, que elige como núcleo central el amor intermedio dando una nueva visión de ese sentimiento. Los celos, la convivencia y las emociones del pasado son otros de los puntos fuertes de esta historia a la que le falta la pasión desmedida, pero en la que, a veces, sin que nadie se dé cuenta, está llena de cosas buenas. Sin duda, el largometraje enseña que el amor poco apasionado no es un problema y puede tener un final mejor que un amor de 10…
… Porque cuando dos no se quieren al máximo, siempre podrán quererse más.
Comentarios
Por Alex Mene, el 10 junio 2016
Tiene buena pinta. Habrá que verla.