Vamos a reconstruir España y Europa sobre bases sociales y ecológicas

El Parque del Retiro en Madrid.

El Parque del Retiro en Madrid en una imagen de archivo.

La terrible pandemia, que vamos a superar como comunidad, nos deja un mensaje nítido: tenemos la oportunidad de ensayar modos de vida más lentos, menos consumistas y con menos necesidad de movilidad motorizada. Nos encontramos ante una transición ecológica forzada, y de esta cuarentena debemos sacar lecciones ecosociales respecto a nuestro desaforado sistema capitalista.

Los partidos verdes llevamos años reclamando un cambio de modelo socioeconómico que nos permita compatibilizar nuestra existencia con la supervivencia del planeta. La insostenibilidad de nuestro modelo de producción y consumo, de usar y tirarlo todo y a toda velocidad, sin considerar el coste ni la huella ecológica, es un hecho que está presionando las costuras de la biosfera hasta sus límites de resiliencia.

Hace tiempo que llevamos diciendo que o iniciamos por las buenas una transición ecológica hacia otro modelo realmente sostenible y con justicia social, o terminaremos haciéndolo a la fuerza y de mala manera, con las peores consecuencias sociales para la economía y para el empleo.

Y en esto que, justo cuando Europa y España empezaban a reconocer la necesidad de iniciar una transición aunque fuese tímida hacia un modelo económico bajo en carbono, llega el coronavirus y nos deja encerrados en casa, sin poder coger coches o aviones, reduciendo los desplazamientos diarios hasta un 75%, reduciendo drásticamente las emisiones y la contaminación del aire, y aumentando exponencialmente el teletrabajo obligado.

Nos encontramos con una especie de transición forzada en tiempo récord para evitar las consecuencias mortíferas de una pandemia. Las consecuencias económicas van a ser terribles, pero convendría obtener las enseñanzas sociales necesarias para aprender cómo realizar una transición gradual, pero mucho más rápida que la planteada hasta ahora por el gobierno español, hacia otro modelo social y económico cuando la situación se normalice.

La terrible pandemia, que vamos a superar como comunidad, nos deja un mensaje nítido: tenemos la oportunidad de ensayar modos de vida más lentos, menos consumistas y con menos necesidad de movilidad motorizada.

Porque no olvidemos que la comunidad científica lleva tiempo advirtiendo que con el cambio climático nos espera un escenario igual de duro o peor que el que estamos viviendo. Pero en lugar de ser temporal, como esperamos que sea este confinamiento, será crónico y agravándose cuanto más retrasemos la inevitable transición. Este mismo año hemos comprobado en nuestras propias carnes lo que la catástrofe climática puede llegar a suponer, con el desastre del Mar Menor, incendios terroríficos en Canarias o inundaciones nunca vistas en el Mediterráneo. Hemos tenido la fortuna de no tener que lamentar muchas víctimas por estos sucesos meteorológicos extremos, pero los avisos y las señales están ahí, así que conviene que, en cuanto podamos, iniciemos una transición rápida y drástica pero, con las lecciones aprendidas, más ordenada que a la que ahora nos ha obligado el coronavirus.

Estamos dejando claro que en caso de necesidad podemos prescindir de muchas cosas que nos parecen irrenunciables. Si hay tanta gente que puede teletrabajar, ¿por qué empeñarnos en desplazarnos decenas de kilómetros diarios en coche privado? ¿Son necesarios tantos vuelos cada día, muchos de ellos domésticos? ¿Por qué no podemos reducir la jornada laboral y dedicarle más horas al ocio y la familia?

La emergencia sanitaria del coronavirus está poniendo a prueba muchas cosas, y no sólo el modelo sanitario. El avance de la digitalización y el uso de las redes telemáticas se muestra como un elemento clave para poder prescindir de viajes y reuniones presenciales muchas veces superfluas y enormemente costosas.

Sin duda, las consecuencias económicas para muchos sectores van a ser terribles. Pero también tenemos la oportunidad de demostrar que los Estados y la Unión Europea son lo suficiente robustos como para resistir el embate de la pandemia y establecer medidas de mitigación potentes que pongan a salvo a la población, empezando por la que puede ser más castigada por la subsiguiente crisis económica.

Tenemos la oportunidad de dejar de considerar los servicios públicos como un gasto económico en lugar de como inversión social imprescindible. Y sobre todo, tenemos la oportunidad de tomar conciencia de la fragilidad de nuestra especie y nuestro modelo socioeconómico y buscar alternativas de verdad sostenibles.

Vamos a reconstruir este país y el continente sobre bases sociales y ecológicas.

Alejandro Sánchez es diputado de EQUO-Más Madrid en la Asamblea de Madrid

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Comentarios

  • Jose Luis Peña

    Por Jose Luis Peña, el 26 marzo 2020

    Es verdad. Si no hacemos nosotros la transición hacia una economía racional y un estilo de vida con más sentido común, la contaminación, las pandemias y las catástrofes naturales nos obligaran a hacerla o a caer en la decadencia.

  • Narciso

    Por Narciso, el 26 marzo 2020

    ¿Realmente crees que se reconstruirá este pais y el continente sobre bases sociales y ecológicas?
    O la ingenuidad te lleva a confundir deseo y realidad.
    ¿Un país con altísimos niveles de fracaso escolar, desigualdad, falta de transparencia, gasto en juegos de azar, pobreza infantil, corrupción,… va cambiar a partir de ahora eligiendo a políticos honestos?.
    Si, creo que es la ingenuidad la que habla por ti.

  • Ruben Tristan

    Por Ruben Tristan, el 26 marzo 2020

    En Mexico el partido verde fue usado para lucrar en el nombre de los ecosistemas… el “niño verde” un joven corrupto que se llenó los bolsillos de dólares vendiendo terrenos y propiedades alegando autoridad en la materia… sus crímenes impunes hasta la fecha…

  • JOSE ANTONIO FUERTES COLLAR

    Por JOSE ANTONIO FUERTES COLLAR, el 28 marzo 2020

    Sobre la necedad de la especie humana creo que se ha dicho todo. Es obvio que estamos avanzando hacia el desastre más absoluto.
    Los «ricos» – este es un término relativo- podemos permitirnos el lujo de pensar en cómo evitarlo. Ahora bien.
    Por abajo tenemos que los «los otros» – los de ahí fuera – no están pensando en salvar el planeta si no en disfrutar de lo que tenemos los ricos o, al menos no padecer una existencia miserable.. Ojo. Estos son muchos miles de millones de PERSONAS.
    Por arriba tenemos a los ricos de verdad o «superricos» quienes, o bien piensan que gracias a sus fortunas podrán librarse o bien simplemente no piensan en otra cosa que en ser más ricos.
    Es decir; estamos atrapados entre ambos. O sea; estamos jodidos (condenados).
    A mi entender solamente tenemos una opción; el pragmatismo. Yo entiendo por pragmatismo lograr convencer a los superricos que pueden ser más ricos todavía desarrollando negocios dentro de un nuevo paradigma económico.
    Ese nuevo paradigma económico debe proporcionar una vida digna a los miles de millones de seres que viven miserablemente.
    Una vida digna implica consumo de bienes y servicios. Es decir implica miles de millones de nuevos clientes para los superricos. Obviamente no se puede continuar con el modelo actual. El modelo debe ser el de la economía circular, sostenible. Visto con ojos de mercader el «nicho de negocio» es gigantesco y de paso no abandonaremos a su suerte – que también será la nuestra – a la inmensa mayoría de la población humana, a la fauna y a la flora, por que, en el fondo y sobretodo sabiendo como sabemos de la incapacidad que «los otros» tienen, estamos actuando igual que los superricos.
    De no actuar con pragmatismo seremos arrastrados hacia el desastre irremediablemente.

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