Veinte sabios nos dan las claves para vivir bien

© Carlos Pérez Morales

© Carlos Pérez Morales

La abuela Margarita © Carlos Pérez Morales

Son sabios, porque han vivido mucho y lo han hecho bien. Porque han sabido acumular experiencia en vez de obsesionarse con los falsos mitos de la eterna juventud y la felicidad permanente. Son 20 abuelas y abuelos en conexión con la tierra y el tiempo, a los que ha entrevistado la periodista y escritora Elena García Quevedo en su libro ‘La voz de los sabios’. A este tipo de gente apenas les escuchamos, pero tienen muchísimo que enseñarnos.

«El maestro está en el centro de nosotros. Escucha: ‘Mis pies me conectan con la tierra, mis piernas sostienen mi cuerpo y protegen mis genitales, mis manos acarician o golpean, mis brazos son extensiones del corazón’. Mi cabeza es el indicador. Y mi corazón pone caridad a lo que hago. Ahí está el maestro: en el corazón».

Así habla la abuela Margarita, de 80 años, en México, chamán descendiente de indígenas mayas y chichimecas; un tipo de persona que no suele salir en los medios de comunicación, pero que es una de las protagonistas del libro La voz de los sabios (Ediciones Luciérnaga), escrito por la periodista Elena García Quevedo, que ha sido corresponsal de la SER, coguionista de documentales como Invisibles e Invierno en Bagdad, y escritora de libros como La voz de la tierra y la mujer chamán y Viajes que despertaron mis cinco sentidos. Ahora saca este volumen de «entrevistas a abuelos cuya vida ha sido un gran viaje de superación», como dice el subtítulo en portada. Ahí está recogida, durante muchos años y muchas entrevistas de muchas horas, la sabiduría en muy diversas formas, desde la sencillez del agricultor a la filosofía del escritor José Luis Sampedro.

En la introducción lo cuenta bien la autora: «Este libro es un viaje a través de la sabiduría vital de 20 personas de edad que son reconocidas en su entorno por su relación de equilibrio con la tierra; por haber sabido sacar lo mejor de sí o, como anónimos alquimistas, haber sabido destilar la esencia de la vida para atravesar las crisis y crecer con ellas. Pero también es el resultado de una búsqueda personal que comenzó hace muchos años, cuando sentí que no estaba contenta con mi vida y tampoco sabía qué hacer para cambiar porque había claves que no tenía o debía haber olvidado; todos las habíamos olvidado. Ahora, además, vivimos una crisis sin precedentes, nuestras formas de vida, los valores y el sistema en el que estamos inmersos están en jaque; da la impresión de que hemos olvidado cómo estar en equilibrio con la naturaleza y con nosotros mismos. Sin embargo, todo está ahí, nunca se fue».

-Elena, ¿hay algo que hila todos tus trabajos?

-Sí, las raíces, la reivindicación de la tierra, de la mujer; que es a fin de cuentas lo mismo.

-Todo está ahí, pero lo hemos olvidado…

-Es que esta sociedad está muy loca; y gran parte de esa locura viene de la desmemoria. Porque en nuestra sociedad hemos apartado a los abuelos, a los sabios; no escuchamos a los que más experiencia tienen. Y los mitos y la historia enseñan a vivir. Nos enseñaban a crecer, a cómo afrontar los miedos. Antes aquí, como en las comunidades indígenas, las familias se reunían al anochecer en torno al fuego y mantenían enormes tertulias en las que los mayores iban contando historias larguísimas de lo que les pasaba y lo que les había pasado, y los más pequeños se iban durmiendo escuchando esas historias… Ahora eso se ha perdido, crecemos sin escuchar a los mayores.

«Hay plantas que viven sin tierra y te preguntas cómo pueden lograrlo; las raíces buscan el poco humus entre las piedras. Después se convierten en una planta con fuerza. De ahí tenemos que aprender. Eso nos enseña con qué poco se puede vivir». (Agustín Beroiz, hortelano de Navarra).

-Nos quitaron el fuego para ofrecernos las satisfacciones inmediatas y materialistas del capitalismo, y ahora también nos arrancan eso, ¿no? Puede ser peligroso ese descarnamiento…

-Mi teoría es que quieren esclavos… Hemos sustituido el aprendizaje de las historias auténticas por historias falsas, que si la felicidad eterna, la juventud eterna, el amor eterno que ofrecen las películas de Hollywood… Todo eso es mentira, y desesperamos buscando algo que no existe…

Elena García Quevedo. © Juan Carlos Muñoz.

Elena García Quevedo © Juan Carlos Muñoz

«Me gusta sentarme a los pies del Roblón. Me habla. Le digo: cuéntame algo. Y él me contesta. Veo lo que ha visto: la tierra hace cientos de años, el paisaje sin pantanos, las nevadas. La primavera tiene una variedad inmensa de flores y el roble, cuando brota, es como un terciopelo rosado. La naturaleza es una fuente inagotable de satisfacción para mí. Aquí te coge como algo suyo porque sabe que te comunicas con ella como con todo. Cuando estoy en el hayedo alto de Piedras Luengas me tumbo en el suelo y veo pasar la luz a través de las hojas; es como si el árbol destilara la energía en mí. Tumbada en el suelo siento que aquí no ha estado nadie nunca». «Soy una mujer de pueblo, pero no porque viva en el pueblo, sino porque formo parte de la montaña y la quiero como a una madre». (Piedad Isla, ya fallecida, era fotógrafa de Cervera de Pisuerga, Palencia).

-¿Y por qué les hemos apartado?

-Hemos cambiado el mito de la sabiduría por el mito de la juventud.

-La gente mayor no vende… En las revistas no les quieren. En RTVE y periódicos han jubilado a los mayores de 55. Triste para una sociedad no ver ningún reflejo de gente sabia y experimentada, ¿no? Se promueve no solo desde la empresa privada, también desde el supuesto servicio público. Incluso yo he recurrido en el título al truco comercial, al gancho, al eslogan, para que nos lean… ¿Habrán llegado nuestros lectores aquí, a la línea 71?

-Ofrecemos sombras de la realidad en vez de la realidad misma. El mito de la caverna de Platón. Tener referentes es básico para que una sociedad no se pierda. Si se los quitas, esa sociedad es mucho más manipulable; es más fácil despistarla, engañarla… Los abuelos son incómodos. No estamos dispuestos a dedicarles tiempo para escucharlos.

-Con lo que has aprendido entrevistando a estos sabios, ¿te notas distinta?

-Soy un poco más yo misma. La clave de la felicidad es integrar todo lo que eres, todos tus tiempos, tus raíces; uno tiene siempre que vivir en paz con sus raíces. Hubo un tiempo en que yo renegué de mi tierra, de mi pueblo de Burgos, y necesité viajar mucho, conocer a los pueblos indígenas, convivir con ellos, para reencontrarme con todo lo que significaba mi tierra, mi pueblo, mis raíces… Hasta que no me fui lejos no hice las paces con lo más cercano

-Para encontrarse dicen que antes hay que perderse…

-Exactamente

-Incluso con la aspereza castellana…

«Una forma de miedo es encontrarse ante el vacío: miedo a la muerte, a quedarse solo, al sinsentido. Pero hoy se mete miedo a la gente para manejarla. Una sociedad amedrentada se maneja, pero no es humana porque se le quita lo más importante. Si no le ves el sentido a la vida, necesitas llenar el vacío con cosas, títulos, carreras. Tienes una cosa y luego otra, una ilusión después de otra. Lo que ofrece la sociedad de consumo al principio encanta, pero a la larga deja vacío. Hay muchos tipos de drogas: unas legales como la televisión y la violencia del cine, y otra ilegales; pero todas son un grito de socorro. Todo es una forma de búsqueda que nace del vacío». (Ana María Schlüter, que vivió la posguerra española y, en Alemania, la Segunda Guerra Mundial, fue entrevistada con 80 años en Brihuega, Guadalajara).

-¿Cómo nos salvamos?

-El amor es la clave de todo.

-Curioso, en todas las entrevistas que he hecho en la última semana acabamos en lo mismo: el amor lo es todo. Me lo ha dicho el autor teatral Guillem Clua, el actor Raúl Tejón…, ahora tú. ¿No será que en tiempos tan difíciles, en los que nos están despellejando tanto, necesitamos o mucha revolución o mucha ternura?

-Todos tenemos un corazón; eso no nos lo pueden arrancar.

-Bueno, también veo mucho interés en poner el sexo por encima del amor.

-Es la base de Hollywood y de la publicidad. Responde al sistema capitalista, cambiar esencias por formas.

-Tú dices: llevo dos años sin esta enamorado, y la gente lo entiende perfectamente; pero di que llevas dos años sin follar…, verás… Ya estoy escuchando las risitas…

-Te ven como un bicho raro, como un friki.

-¿Alguno de tus abuelos se había hecho la cirugía estética?

-¡Por favor…!

-Hemos abandonado el fuego, nos hemos olvidado de cómo crecer y envejecer…

«El miedo es no saber quién eres y tampoco que eres el todo para ti. ¡Tú eres lo más importante para ti! Yo busco dónde está mi miedo y voy a por él. A veces mi miedo hace bien a alguien y hay que preguntarse a quién beneficia. Observa cómo los políticos de hoy predican miedo. ¡Si crees lo que dicen estás perdido!». (Cruz Estanislao vive en un pueblo en plena ribera del Ebro y hasta hace poco se ha ganado la vida como agricultor).

-Me dan ganas de terminar con estas frases de los políticos, pero lo voy a hacer con el final de tu introducción- Dices: «Con los pies bien afianzados en la tierra, las piedras del pasado nos permitirán recuperar el equilibrio para retomar el rumbo: ser cada vez más quienes somos en este tiempo de cambio que nos toca vivir».

Permíteme que te corrija y terminemos con algo de lo que me dijo ese gran sabio humilde, el escritor José Luis Sampedro: «Mire usted, la educación que hay ahora es para crear productores y consumidores, nada más. En cuanto el niño empieza a hablar empiezan a indoctrinarle, a enseñarle el pensamiento único, el dogma. Las palabras clave del mundo oficial de hoy, lo que quieren que aprendamos son productividad, competitividad e innovación. Pero en vez de productividad, la palabra es vitalidad. Y en vez de innovación, es conservación. Y en vez de competitividad, es cooperación. Habría que pensar en asociarnos, vivir pacífica y apaciblemente en este mundo porque esta es la vida que tenemos que ejercer y desarrollar. Para mí, la educación sería rectificadora de la actual: educación que conduzca a saber vivir en armonía con la naturaleza porque somos naturaleza».

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Comentarios

  • José Manuel

    Por José Manuel, el 04 febrero 2014

    Un rayo de esperanza en este mundo realmente loco y esclavo. Los mayores servimos para algo más que parchear los agujeros de la economía de los hijos y cuidar de los nietos. Bonita la filosofía expuesta y que nos ayuda a caminar con firmeza hacia nuestras convicciones por encima de la esclavitud a la que nos ha sometido el capitalismo.
    Gracias.

  • jua

    Por jua, el 05 febrero 2014

    Estoy de acuerdo vivir y envejecer es parte de la vida y valorar al ser humano y a la naturaleza, forma parte de ella

  • Luis

    Por Luis, el 07 febrero 2014

    Necesitamos pensamiento verde y pensamiento decrecentista. Empecemos ya. Un comienzo puede ser Equo:

    http://www.elpisapapeles.com/entrevistas/la-actualidad-con/entrevista-politica-equo-juantxo-lopezdeuralde-ecologia-paro-corrupcion-rajoy-barcenas.php

  • José Manuel García Rupérez

    Por José Manuel García Rupérez, el 22 febrero 2014

    Excelente reflexión sobre la filosofía de nuestros mayores a quienes obviamos,en muchas ocasiones, de forma miserable. Cada «abuelito» lleva escrito en sus manos, en sus ojos y en su corazón un libro de sabiduría que todos deberíamos leer atentamente para seguir sus huellas y no errar en el camino.

  • Nely García

    Por Nely García, el 10 junio 2014

    La abuela Margarita puede haber acumulado una sabiduría extra: sin embargo, yo he conocido abuelas no tan sabias en apariencia, que vivieron de una forma banal. Primero el trabajo para la supervivencia, después el amor y los hijos, con todas sus consecuencias y contrastes, de felicidad, o sufrimiento,y que acabaron sus días asimilando una especie de deber cumplido, aceptando el inexorable fin con resignación natural.

  • javier

    Por javier, el 04 diciembre 2015

    No sé si quieren esclavos o unos esperan favores de los otros y así se mantiene el desorden social… Magnífica entrevista

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