Viaje al Reino de los buitres
Hoy ‘El Asombrario’ viaja hasta el extremo oeste de la provincia de Salamanca, a la Reserva Biológica Campanarios de Azaba, una maravilla de dehesas y bosque mediterráneo, propiedad de la Fundación Naturaleza y Hombre. Objetivo: conocer sobre el terreno uno de los puntales del Proyecto Rewilding Europa, que persigue facilitarle a la naturaleza la conquista de espacios en el continente más densamente poblado. La visita comienza por todo lo alto. Nos esperan un centenar de buitres para hacernos partícipes de su ‘lunch’ de pollo muerto.
RAFA RUIZ
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Solo un cristal-espejo por medio; y ellos a tres metros. Una marabunta de un centenar de buitres negros, cuervos y buitres leonados. Inquietantes. Intrigantes. Mirando tan fijamente a los 30 pollos muertos que les hemos dejado como gancho y al cristal tras el que nos escondemos a ras de suelo en absoluto silencio, que hasta resultan desafiantes con sus plumajes negros, sus ojos torvos, sus cuellos pelados, sus poderosos picos curvos. Desconfían. Se toman dos horas de vuelo alto en círculos hasta que bajan al muladar. Finalmente, despliegan ante nosotros un festín de diez minutos. Una ceremonia de muerte en la que no quedan ni los huesos. Desaparecido todo rastro de comida, siguen mirando extrañados a ese cristal que les devuelve su propia imagen. Se posan jerárquicamente sobre un tronco seco derribado. Y van levantando poco a poco el vuelo en busca de más cadáveres desde su atalaya aérea. Los cuervos continúan en animado y áspero graznido sobre los detalles de las migajas de vísceras que han podido rebañar haciendo malabares entre las grandes carroñeras. Dos decenas de milanos reales no han cesado de revolotear y vigilar el desarrollo del banquete.
Estamos en la Reserva Campanarios de Azaba, extremo occidental de la provincia de Salamanca, en la raya con Portugal, en uno de los corazones de lo que llaman Oeste Ibérico, una de las zonas de Europa con mayor extensión continua de naturaleza poco tocada, de riqueza de biodiversidad. En el Reino de los buitres; por este territorio se mueven varios centenares, tanto leonados como negros, más valiosos pues han vivido más amenazados de peligro de extinción. En un horizonte de dehesas, ese extraordinario ejemplo de bosque sostenible, que a lo largo de los siglos ha sabido combinar bien el aprovechamiento del ser humano en armonía con la vida silvestre. Un espacio que puede recordar a lo lejos las enormes extensiones de sabanas africanas, con llanuras y suaves ondulaciones y árboles dispersos, allí acacias, aquí encinas sobre todo, pero también robles y alcornoques.
Estamos en una de las cinco zonas elegidas por el Proyecto Rewilding Europa.
Los buitres han dejado de mirarnos. Han levantado el vuelo. Salimos del hide, que nos ha servido de refugio para poder observarlos tan cerca sin que ellos se percataran Y paseamos por la dehesa con Carlos Sánchez, presidente de la Fundación Naturaleza y Hombre, propietaria de la finca y responsable de este proyecto Rewild.
Campanarios de Azaba, nombre que le viene de las montañas y del río que la festonean, es una finca de 522 hectáreas que se dedicó hasta 2009 a la explotación ganadera. Ese año fue adquirida por 2,9 millones de euros por la Fundación Naturaleza y Hombre, fundada en 1994 y cuyo núcleo de acciones apuntaba a Cantabria (cuenta con proyectos de conservación en la Bahía de Santander y en la Montaña paniega). Se ponía en pie el sueño/empeño de Carlos Sánchez, que había crecido y había desarrollado su amor por la naturaleza por estas tierras, y que desde pequeño se había fijado en los extraordinarios recovecos de vida silvestre que crecían en este terreno. De adolescente lo recorría en bicicleta buscando aves con los prismáticos, y ese flechazo ahí se le quedó, dentro, hasta que ahora muestra orgulloso, convencido y convincente, lo que está haciendo la fundación: quitarle la carga de actividad intensiva humana -llegó a haber en esta finca 1.200 cabras; cuando fue adquirida por la fundación pacían aquí 70 vacas y comían bellotas 250 cerdos- para facilitarle a la naturaleza, a la vida silvestre, que se vuelva a hacer dueña de esta tierra de encinas, tomillo y cantueso, jinetas, garduñas y meloncillos, corzos, buitres y cigüeñas. Ahora, introducidos por el hombre, solo hay unas decenas de caballos salvajes (garranos y de las retuertas) y 10 vacas sayaguesas, de esas autóctonas que no necesitan manejo humano. «Cuando nos planteamos este proyecto en torno al bosque mediterráneo, vi claro que tenía que ser en esta finca, sobre todo por su terreno ondulado que le da más riqueza de biodiversidad y paisaje, y por el valor de su arbolado con más edad. Y a por ella vinimos». Ahora, cada vez que la recorre, descubre un nuevo paso hacia adelante de colonización de la naturaleza, de acuerdo con sus propias leyes. Y en estos días de octubre, se muestra jugosa y saludable. Tanto que hasta ha sido merecedora del primer título de Reserva Entomológica de la península ibérica, por su alta riqueza de insectos.
En eso precisamente, en renaturalizar, consiste el Proyecto Rewilding Europa; web con espectaculares galerías de fotos), que ha seleccionado ya cinco áreas, cinco proyectos, en el Viejo Continente para darles su aval: junto al Oeste Ibérico, figuran el este y el sur de la cordillera de los Cárpatos, el delta del Danubio y Velebit, en Croacia; y comienzan ahora a trabajar con los Apeninos Centrales. En todos se potencia hacer retroceder la presencia humana para dar más facilidades al esplendor de lo natural, pero siempre sabiendo compatibilizar los intereses y la buena sintonía de todas partes, fórmula que a la larga suele dar mejores resultados que las rigideces proteccionistas. Se avanza por la senda de convencer a todos de lo positivo de rewild Europa, de darle nueva vida.
En este sentido, aunque la Reserva Campanarios de Azaba sale adelante gracias principalmente al dinero público que llega de Europa vía Proyectos LIFE y a fondos privados, que llegan también de más allá de los Pirineos, sobre todo desde la Fundación MAVA, de Suiza (creada por Luc Hoffmann); una de las preocupaciones prioritarias de este tipo de proyectos Rewilding es conseguir su sostenibilidad, no solo natural, sino también financiera. Por eso, Carlos Sánchez se muestra especialmente ilusionado con sus planes de ecoturismo (un apunte: curiosa la reacción del corrector del word, que cuando escribes ecoturismo te lo cambia a esoterismo). En fin, que los planes de la fundación incluyen un hotelito de 10 habitaciones con un 10 en tranquilidad y vistas, y que poco a poco ya está echando a andar en este Reino del silencio; y el acuerdo con la Asociación Española de Fotógrafos de Naturaleza (Aefona), para atraer a profesionales y aficionados a un territorio privilegiado que ofrece estampas impactantes. Como ese centenar de buitres negros y leonados zampándose pollos muertos a una distancia de solo tres metros.
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