‘Tuvimos Vietnam en vez de infancias felices’: Un adiós a Michael Herr
El autor escribe sobre el periodista Michael Herr, fallecido hace unos días, que narró la guerra de Vietnam desde una perspectiva nueva. Más literaria e interpretativa, menos plana y menos basada en datos de bajas y objetivos. Su libro Despachos de guerra (que en España publicó Anagrama), se convirtió en un texto clásico del Nuevo Periodismo, y es el gran legado de este periodista inolvidable.
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«No tengo los instintos de un periodista y no poseo ni el entrenamiento ni la disciplina de un periodista”, confesó en una ocasión Michael Herr. Se refería, sobre todo, al tipo de periodismo estadounidense que había cubierto la guerra de Vietnam hasta el año 1967, el que atendía religiosamente los comunicados de su Ejército y tomaba sin disimulo un partido patriótico. Los despachos se enviaban a Washington, Nueva York o Los Ángeles con una intención tanto informativa como propagandística. Así había sido en la Segunda Guerra Mundial, esa contienda moralmente incontestable en la que Estados Unidos interpretó el papel de salvador providencial, ¿por qué habría de ser distinto ahora?
“Vietnam es lo que tuvimos en vez de infancias felices”, escribió Herr. La escalada en la guerra en el país asiático había hecho que en 1967 las bajas militares se doblaran y las civiles se multiplicaran aún más. Había sobre el terreno casi 500.000 soldados estadounidenses, y Lyndon Johnson era ya el atribulado personaje shakesperiano que daría el asunto por irresoluble y renunciaría a su reelección como presidente. Lejos quedaba la moral de hierro de la Segunda Guerra Mundial; el prestigio del país estaba por los suelos. Las protestas contra la guerra se sucedían en el mismísimo suelo de Estados Unidos. En ese año se produjo la marcha sobre el Pentágono que Norman Mailer, uno de sus impulsores y protagonistas, inmortalizaría en otro clásico del periodismo narrativo, Los ejércitos de la noche.
En este contexto, el periodismo al que estaban acostumbrados las agencias y los diarios norteamericanos era ya impracticable desde una posición mínimamente ética. Y pronto comenzaron a aparecer artículos que, además de cambiar el enfoque estilístico (de los despachos supuestamente asépticos a crónicas mejor escritas y más crudas en su acercamiento a la sangre), introducían elementos de crítica y desvelaban secretos que las Fuerzas Armadas trataban de ocultar. Caso paradigmático fue la revelación en 1969 de la masacre de Mi Lay por el periodista Seymour Hersh en el St. Louis Post Dispatch.
Dos años antes, el periodista John Sack había encandilado a la crítica con su cobertura de la Compañía M. El que fuera responsable de CBS en Madrid se sentía cansado de su trabajo rutinario, y convenció al director de Esquire, Harold Hayes, para que le pagara un pasaje a Vietnam y aceptara sus crónicas. Desde allí, sus despachos, aunque interesantes, no obtuvieron al principio el beneplácito de sus editores cuando quiso publicarlos como libro. Le conminaron a que leyera una crónica que un tal Michael Herr había escrito para la revista Holiday. Se llamaba Fort Dix: The New Army Game, y la intensidad y el dramatismo que Herr introducía en la narración y en los personajes era, precisamente, lo que le faltaba a los textos de Sack.
La reescritura de los despachos convirtió M en uno de los primeros referentes del Nuevo Periodismo, y la descripción de la brutalidad y la vesania paranoica del comportamiento de la compañía fue ponderada como un gran ejercicio de renovación periodística. El moderno reporterismo de guerra había nacido, y este hecho convenció al editor Hayes de que era hora de informar sobre Vietnam sin conmiseraciones patrióticas.
Michael Herr estaba deseando entrar de lleno en Vietnam. “Quería ir allí a escribir un libro, el mejor libro de guerra”, dice. Hijo de clase media judía, nacido en Siracusa (Nueva York) en 1940, Herr había comenzado como crítico de cine, y había sido enviado especial de la revista Holiday en Venezuela, Guam, Taipéi y otros sitios. Su talento explotaría en 1966 en la mencionada Fort Dix: The New Army Game, la crónica que tanto influiría en John Sack para convertir sus crónicas de Vietnam en uno de los mejores libros de periodismo bélico.
Pero Herr quería darle otra vuelta de tuerca a su acercamiento a la guerra, y cambió la revista Holiday por Esquire. En una carta a Harold Hayes le habló de “alcanzar la cumbre del periodismo”. Herr no quería enviar notas informativas clásicas, para las que se sentía negado y en las que, además, no creía. Buscaba otra cosa. “Anécdotas, textos bien estructurados, esbozos de mapas geográficos, perfiles de personalidades, incluso reportajes sobre los combates”, escribió.
Herr llegó con 27 años a Saigón, a finales de diciembre de 1967. El 30 de enero, cuando se encontraba en una base de las Fuerzas Especiales, comenzó la Ofensiva del Tet, que cambió la percepción general (también la suya) de que Estados Unidos tenía ganada esa guerra a poco que insistiera. “Todas las viejas suposiciones sobre la guerra, sobre nuestras posibilidades de conseguir la ‘victoria’ más innoble han cambiado”, escribió a su editor.
El panorama desolador que Herr vivió los días posteriores a la Ofensiva del Tet marcó su nueva visión de la guerra de Vietnam: heridos y muertos amontonados en las carreteras, ataques de mortero que explotaban a escasos metros, esquirlas que dejaban tuerto al conductor del jeep que lo transportaba… Herr estaba en el infierno y se sorprendía ante los corresponsales que insistían en enviar noticias alentadoras desde posiciones alejadas del frente. “Algunos corresponsales son increíblemente falsos, viven tan bien de sus nóminas que puede que nunca sean capaces de adaptarse a la paz”, escribió con ironía.
Aunque la guerra de Vietnam fue profusamente televisada, Herr creía que el mejor modo de narrar la guerra era el periodismo escrito, a través de crónicas y libros. “Con toda mi arrogancia y mi ignorancia quise ser aquel que lo demostrase”, diría años después. Y lo consiguió: el estilo de los despachos que envió en aquella época es lírico a veces, seco y cortante las más, siempre insistente, como el ruido de las metralletas. Los soldados de EE UU no son piezas mecánicas, sino personas con afanes y con miedos, embrutecidas por una guerra inmisericorde que los animaliza. “No había nada noble en la guerra”, diría el periodista.
Herr abandonó Vietnam en 1969, pero no sería hasta 1977 cuando publicaría Despachos de guerra, una narración de su experiencia en la guerra a partir de los despachos que desde allí mandó a Esquire. Fue un éxito instantáneo. The New York Times dijo: “Despachos de guerra es sencillamente uno de los mejores libros escritos sobre la guerra de Vietnam. El estilo de Herr proviene de la era del rock psicodélico, las películas de los Beatles y de ese drogata llamado Hunter S. Thomson”.
Apocalypse now, la película sobre Vietnam de Francis Ford Coppola, está basada tanto en la novela de Joseph Conrad El corazón de las tinieblas en lo que hace al viaje iniciático, como en Despachos de guerra en las historias y la ambientación de Vietnam. La narración de gran parte de los despachos recuerda la atmósfera con la que Martin Sheen remontaba el río en su barcaza, rodeado de silencios y peligros, reales e imaginarios. Y emulando al atribulado Kurtz, al que dio vida Marlon Brando en ese filme, Herr se retiraría poco después del oficio y de la vida pública. Apenas participó en la escritura de algún guión, como el de La chaqueta metálica, de Kubrick, que reconoció también la influencia de los Despachos, y poco más.
Vivía en Delhi, un pequeño pueblo del Estado de Nueva York, sin conceder entrevistas. Toda su lección de periodismo está escrita en Despachos de guerra, reeditado por Anagrama hace un par de años. El viejo Nuevo Periodismo sigue vivo para enseñarnos las verdades eternas del oficio.