Víctor Coyote: “Tengo influencias de las Rosalías, Rosalía de Castro y la otra”
Dibujante e ilustrador, actor y director de documentales y videoclips, escritor… Y músico, que ha pasado del ‘punkabilly’ latino de los ochenta a composiciones que ahondan en mezclas curiosas de ritmos universales. Sigue en brecha y en sus trece, nada nostálgico, y saca ‘Cumbia de milagro’. ¿Cómo afronta su regreso a los escenarios? “Los contras: que eres más viejo y feo que Maluma. Los pros: que eres tan viejo y feo como Madonna”.
Nació en Tui (Pontevedra) hace más de 60 años. En la edad de estudiar y tras comprobar que la fronteriza población paterna se le quedaba pequeña para sus inquietudes artísticas viajó a Madrid, donde se vino a estudiar la carrera de Bellas Artes. Comienza dibujando en el mítico Madriz, publicación auspiciada por el enrollado ayuntamiento de aquellos años (mediados de los ochenta), y seguiría en el proyecto, ya sin el dinero del cabildo, en su siguiente etapa en Medios revueltos.
Durante toda su vida ha mantenido esa colaboración con sus comics en diferentes proyectos, municipales o underground; últimamente hemos podido verle en las páginas de la revista M21 Magazine. También ha publicado cuentos, como Tío Budo (Fulgencio Pimentel). En su faceta de actor hemos podido verle en películas como ¡Átame!, Justino, un asesino de la tercer edad o Matías, juez de línea. También ha sido director de los documentales Traballadores de contrabando, Só concertinas y Afranio. En la dirección de videoclips destaca el que realizó para la canción de Los Rodríguez La milonga del marinero y el capitán.
En lo musical también hay un currículo jugoso. En 1988 debutaba con un primer doce pulgadas de su grupo, Los Coyotes, con los que había empezado a funcionar a primeros de los ochenta. A ese le seguiría el primer Lp de la banda, Puro semental, publicado al año siguiente. La discografía del peculiar grupo se completaría con diferentes maxis y singles que se publicarían en los siguientes cuatro años.
Tras aquella experiencia en el mainstream, Víctor se mantiene en sus trece, buscando mezclas curiosas, ahondando en ritmos universales pero poco previsibles; cambia su traje de marciano punkabilly latino y se deja caer en brazos de algo menos sudoroso, más sensible. En solitario saca a partir de mediados de los noventa, sin ninguna regularidad, diferentes catálogos de canciones: Lo bueno dentro, Lucha de migajas, ¿A qué viene ahora silbar? o De pueblo y de río. También tiene tiempo, entre tanto, para juntar un buen lote de relatos biográficos y escribir Cruce de perras.
En fin, que Víctor Coyote es un tipo de su tiempo que supo acercarse y cabalgar la gran ola de la Movida Madrileña sin quebrarse la dignidad en la pirueta, un hombre que miró siempre a su ombligo antes que al de cualquiera que saliese en la portada de una revista, una persona inquieta pero disciplinada, un tipo con pulso y gusto firme, elegante e inteligente en su propuesta y en su forma de vestir. Recientemente ha publicado Cumbia de milagro, un artefacto que aúna la música y el diseño, tres canciones y una serigrafía que prometen ser el adelanto de su siguiente disco.
Regresas a la composición musical tras años dedicado al diseño gráfico y la ilustración…, ¿es así?
No. Yo siempre he trabajado en diseño gráfico, ilustración. Y además en la música. Siempre he alternado las dos cosas. Voy sacando adelante discos, comics, obra gráfica a medida que puedo.
¿Qué hace o qué provoca que regreses con un nuevo EP?
Hace cinco años saqué otro disco, De pueblo y de río, que era un disco de versiones. Había una canción de Amalia Rodrigues, otra de una canción griega de los 70, una con aires de Puerto Rico, etc. Cuando he podido, he sacado otro disco.
Con este regreso, ¿has comprobado si la gente se acuerda de Los Coyotes?
Es muy fácil. Los Coyotes no eran un grupo de primera división en los 80. Por tanto, la gente que se acuerda será porque es aficionada a la música. Los menos aficionados sólo se acuerdan de los grandes: Mecano y de Loquillo, de Radio Futura, por ejemplo. Las cosas funcionan así.
Fuisteis pioneros en una estética y un estilo, ¿recuerdas cuáles eran en aquel entonces tus influencias musicales?
El Professor Longhair, Peret, Elvis, Los Coasters, Adam & The Ants, Elvis Costello, Ruben Blades, la cumbia colombiana, la música tradicional portuguesa, La bomba de Puerto Rico, José Vicente Torrealba, Cheo Feliciano, Camarón, Santana.
¿Y qué influencias podrías señalar ahora en este nuevo proyecto?
El Professor Longhair, Peret, Elvis, Los Coasters, Adam & The Ants, Elvis Costello, Ruben Blades, La cumbia colombiana, la música tradicional portuguesa, La bomba de Puerto Rico, José Vicente Torrealba, Cheo Feliciano, Camarón, Santana y las Rosalías (Rosalía de Castro y la otra).
En estos tiempos, es complicado arrastrar a la gente a ver conciertos underground, ¿se ha perdido el interés?
A mí siempre me ha parecido difícil arrastrar a la gente a ver conciertos. Hoy, ayer y en tiempos del charlestón.
El EP que has publicado lleva un envoltorio muy peculiar y mimado, ¿cuál es el concepto?
Procuro que los discos tengan valor por mi trabajo musical y por mi trabajo gráfico. Editar una serigrafía con un EP de tres canciones es ofrecer al público dos productos del mismo autor que pueden tener un sentido parecido en intenciones artísticas, aunque no sean exactamente lo mismo.
Llevas eones en el mundillo, ¿qué pros y qué contras tiene empezar un nuevo proyecto siendo un viejo conocido?
Los contras son: que eres más viejo y feo que Maluma. Los pros: que eres tan viejo y feo como Madonna.
¿Qué puntos en común guarda dibujar con tocar música?
Bueno, lo mejor son las diferencias. Cuando dibujas, pintas o diseñas, haces algo que es más solitario e individual. Lo acabas y queda hecho. Cuando tocas en directo, y en la música es una parte muy importante, haces algo que se produce en ese mismo instante y normalmente compenetrado con otra gente. Es otro tipo de emoción.
Vives en Madrid, ¿cómo asimilas el cambio político en el ayuntamiento de la capital?
A ver. Ningún político me ha sacado a mí las castañas del fuego, ni ha condicionado –a no ser de modo puntual- mi modo de entender la música ni mi trabajo gráfico. Yo soy un autónomo -por suerte, no un falso autónomo-, no un funcionario. Dicho esto, como dicen los tertulianos cursis, prefiero que no haya un ayuntamiento demasiado de derechas, que luego les gusta la pintura de Antonio de Felipe.
Tú estabas cuando el Madrid de Tierno Galván, ¿se parecía en algo aquel Madrid a este?
Yo siempre he dicho que la nostalgia ocupa un tanto por ciento escaso en mi vida; en cuanto llega al 12% me mosqueo. Por tanto, no quiero ni calcular lo que ha significado Tierno Galván en mi vida. Y Madrid siempre se parece a sí mismo. Mi pueblo, Tui, también.
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