Una visita ‘revolucionaria’ y artística para personas con discapacidad
Mañana, 3 de diciembre, es el Día Internacional de las Personas con Discapacidad, ‘El Asombrario’ quiere acordarse de ellas, para que les prestemos más atención, a través de una interesante experiencia: “Qué chulo! Está pegao”. Pili reacciona con entusiasmo ante los collages de Marcel Dzama. Eva se incorpora a la conversación y habla de las mujeres que aparecen en las obras: “Ellas son la revolución”. Carmen Fernández Ortiz, historiadora del arte, lleva tiempo ejerciendo de anfitriona en las exposiciones de La Casa Encendida de Madrid con grupos con discapacidad intelectual.
Hoy toca Marcel Dzama (Canadá, 1974), un artista contemporáneo que dibuja una Revolución. A unos les llama la atención la técnica; a otros, los dibujos. Hay mujeres que danzan, animales, calaveras… Es una revolución dibujada que ha de ser femenina, dice el artista.
Lorena, José Luis, Sara, Eva, Pili, Ramón son jóvenes, simpáticos y entusiastas del Taller Terapéutico Rafael, de la Asociación para el desarrollo de la pedagogía curativa y socioterapia Rudolf Steiner.
(el nombre alude al filósofo y pedagogo austríaco) que recorren formales, junto con su monitor Owen Clay, la exposición en La Casa Encendida de Madrid. Observan murcielágos, calaveras, “yo lo veo macabro”, dicen algunos; la mayoría juega con la imaginación, ven las obras como una película de terror. El plato fuerte llega con el gran mural de Dzama pintado en una de las salas. Dos mujeres enmascaradas sostienen la apertura de un telón poblado de vegetación, gatos, pelícanos, cabras. El entusiasmo se desborda y todos se lanzan a hablar. Un gran puzzle con muchas interpretaciones que Carmen Fernández controla con preguntas y reflexiones.
Marcel Dzama vivió en su infancia una corta temporada en una granja. Desde entonces, los animales forman parte de su mundo y son perfectos para representar historias mitólogicas y fábulas en la línea de Samaniego. A la manera de esos murciélagos que dibuja, Dzama trabaja de noche en su cosmos imaginario que se abre a ensoñaciones como la de este mural, una obra efímera. Eva, la treinteañera que destaca del grupo Rafael, lee en voz alta una de las reflexiones de Marcel Dzama: “Algunas ideas las tomo de un libro, de las noticias, de la radio, de la charla con un amigo o simplemente del azar. Esas ideas se quedan ahí, en espera, pero con vida propia, a veces me parece que son mucho más vivas en ese estado de duermevela que para mí es un lugar especialmente creativo, ahí empieza todo”.
Dzama se ha hecho popular por sus obras dadaístas –dibujos, marionetas, dioramas- y ha colaborado en varios vídeos musicales, por ejemplo en The Suburbs, del grupo Arcade Fire, y diseñado dos álbumes para el cantante Beck. Reconoce la influencia de Duchamp, Picabia y Joseph Beuys. Tiene obras en el MoMA de Nueva York y en la Tate Gallery de Londres, y dicen que Brad Pitt y François Pinault coleccionan sus dibujos.
El grupo mira de cerca los animales fantasmagóricos, el carnaval, vaqueros y pistolas. Todo tiene un aire teatral, a veces violento y siempre con un toque de humor. Se maravillan ante la imagen del disfraz. Mujeres y hombres que Dzama representa con antifaces. En la sala de los dioramas los personajes se escapan del plano de la pared y llegan a las tres dimensiones. El artista representa bailarinas como las de las cajas de música. A estos jóvenes se les van los pies y el cuerpo ante los monitores del vídeo Death Disco Dance (2011), donde se recrea un ballet con algunos de los personajes que aparecen en los dibujos de Dzama. Cuesta sacarlos de ahí.
Continúa el recorrido por las salas y a la pregunta de qué es para ellos una revolución, se embalan: “Hay otras revoluciones como la guerra, el oeste de las películas. Se expresa con armas, y con obras de arte”. Eva es más explícita: “La mujer se revoluciona, pero haciendo cosas, trabajando, en política, haciendo deporte”. ¿Feminista, dices? “No, no, pero no me gusta que los hombres se aprovechen de las mujeres”.
Son dibujos claustrofóbicos, repetitivos. Las paredes de la segunda sala están recubiertas por un papel continuo, The cast and crew of the old revolutions (2017), con personajes vistos en las obras de Dzama. La instalación Turning Into puppets (2011) sugiere muchas preguntas al grupo Rafael. Hay marionetas como el Hombre de Hojalata, el de la película El Mago de Oz. Los chicos hablan de reciclaje de latas de tomate, de espadas, de zombies.
Las risas estallan ante The love of all things golden (2017), un Trump amante de las cosas doradas, del que Ramón asegura que le recuerda a Rajoy, un “Rajoy naranja”.
Cuando Carmen Fernández les pregunta si aman disfrazarse, todos asienten y hablan de su grupo de teatro que ha montado una pieza sobre Lorca con fragmentos de La Casa de Bernarda Alba y El amor de don Perlimplín con Belisa en su jardín. Ellos han pintado el telón e interpretan varios personajes.
En la última sala se proyecta el vídeo de Marcel Dzama Une danse des bouffon. Los bailarines danzan sobre un tablero de ajedrez y Kim Gordon, la cantante de Sonic Youth, interpreta a Maria Martins, la amante de Duchamp.
La visita ha durado más de una hora y amenaza con desmadrarse. La revolución dibujada llega a su fin. El grupo regresa a Pozuelo de Alarcón, una localidad cercana a Madrid, donde los gestores del Taller Terapéutico Rafael están muy preocupados porque su proyecto atraviesa dificultades económicas.
‘Dibujando una Revolución’, de Marcel Dzama. Hasta el 7 de enero en La Casa Encendida de Madrid.
Comentarios
Por Álex Mene, el 02 diciembre 2017
Interesante exposición e iniciativa educativa.