Wild 10, un encuentro mundial para girar hacia lo salvaje
La oceanógrafa Sylvia Earle. Foto: MAR RAMÍREZ
Salamanca acogió la semana pasada Wild 10, 10º Congreso Mundial de Tierras Silvestres, con un millar de participantes y una clamorosa ausencia de alta representación política española. Dos prestigiosos embajadores estadounidenses de la defensa del planeta, la oceanógrafa Sylvia Earle y el presidente de la Fundación Wild, Vance G. Martin, hablaron con ‘El Asombrario & Co.’ para subrayar la importancia de cambiar ya de modelo de relaciones con la naturaleza. «Los próximos 10 años serán más decisivos para el futuro del planeta que los últimos 10.000 años», nos dijo Earle.
RAFA RUIZ /Fotogalería: JUAN CARLOS MUÑOZ
«Hemos dedicado nuestra historia a conquistar la naturaleza. Ahora ha llegado el momento de cambiar de ola; ha llegado el momento de firmar un pacto de convivencia con ella». Este fue el mensaje esencial que envió la famosa oceanógrafa Sylvia Earle, la cousteau norteamericana, en Salamanca, que se convirtió la semana pasada en capital natural al acoger, por primera vez en un país mediterráneo, la décima edición del Congreso Wild, que persigue hacer del planeta un lugar más salvaje (‘Make the world a wilder place’ es su lema). Allí nos fuimos a entrevistar a esta mujer de 78 años, que ha liderado un centenar de expediciones marinas a lo largo de seis décadas y contabiliza 6.000 horas bajo el agua, y que ahora encabeza la Mission Blue (mission-blue.org), cuyo objetivo es la declaración de áreas marinas protegidas. Tal prestigio ha alcanzado esta mujer que The New Yorker y The New York Times le llaman «Her Deepness» (Su Profundidad, jugando con el concepto de Su Alteza, Her Highness, reservado a las casas reales). «Comencé a bucear en 1952; y sigo haciéndolo en torno a una vez al mes. En agosto estuve en el Golfo de México y en dos semanas iré a Palau, en el Pacífico». Y en todo este tiempo, ¿qué ha visto?, ¿certifica de primera mano el deterioro de lo azul del planeta azul? «En todo este tiempo, han sucedido dos cosas muy importantes. Por un lado, sabemos más de los océanos y de todo el planeta que en toda nuestra historia anterior. Hemos desarrollado la tecnología suficiente y acumulado los conocimientos suficientes para disponer de un análisis preciso de lo que está sucediendo, para descubrir cosas que nuestros abuelos jamás llegaron ni a imaginar. Pero al mismo tiempo hemos desarrollado un poder de destrucción desconocido hasta ahora. Más de la mitad de los arrecifes de coral se han perdido en estos 60 años que llevo buceando. ¿Esperamos a que desaparezcan todos?». Sylvia Earle insiste, tantas veces como le preguntes o intervenga en el congreso de Salamanca, en un concepto: «Estamos a tiempo. Tenemos la oportunidad de detener este deterioro. Tenemos los medios para destruir el planeta, pero también para salvarlo. Sabemos hacerlo. Hagámoslo».
¿El medio? «El primer paso es la concienciación de cuanta más gente mejor, y para eso es fundamental la divulgación y la comunicación, congresos como este, Wild10, y el trabajo de ustedes, los periodistas. En este sentido, necesitamos un esfuerzo mayor. Porque si el aire y los océanos tienen un problema, nosotros tenemos un problema. No podemos aislarnos, abstraernos, de las dificultades del planeta. Y los océanos son el principal factor del mantenimiento de la salud del planeta».
¿Alguna zona que le preocupe más, que vea en mayor peligro? «En los últimos 10 años se ha hecho un estudio del grado de salud de los mares, el Ocean Health Index, y el grado de salud global al que se ha llegado es de 60, contado en una escala en la que 100 es muy bueno y 0 es muy malo. Estamos en un 60. Pero es verdad que hay zonas que soportan mayor estrés, mayor presión, como el Mediterráneo. Cuando Cousteau buceaba, nos descubrió un mundo de una asombrosa biodiversidad; ahora, en muchas de esas regiones, lo que encontramos es un mar vacío. Y lugares como el Ártico y la Antártida, zonas que estaban a salvo por lo inaccesibles…; ese privilegio se ha perdido, por nuestra capacidad ya de llegar a cualquier sitio».
«Hemos llegado a un punto en el que tenemos que elegir», continúa. «Lo que hagamos en los próximos diez años va a ser más determinantes para la salud del planeta que los últimos 10.000 años. Cuidemos el agua, cuidemos el aire, porque eso significa cuidar nuestro futuro. Cada día que pasa perdemos algo. Nunca el planeta estuvo tan mal, pero nunca tuvimos tantas oportunidades, tecnología, información, modelos de predicción para actuar, para salvarlo y salvarnos. Cambiemos de dirección antes de que sea demasiado tarde. El futuro está en nuestras manos. Convenzamos a los que tienen poder que debemos cambiar de ola».
Sylvia Earle estuvo acompañada de un millar de delegados, participantes, ponentes, asistentes al Congreso Wild10 (el anterior se celebró en 2009 en México DF). Vance G. Martin, presidente de la Wild Foundation (www.wild.org), organizadora del congreso, nos contó que ha resultado, dadas las circunstancias de crisis en España, todo un reto, por la falta de apoyos recibidos. No ha sido solo tacañería económica, sino también política, por la escasa visibilidad que ha decidido darle el Gobierno del PP, a pesar de todo lo que moviliza este tipo de congresos. A Wild9 acudió el presidente de México, Felipe Calderón; a Wild10 no ha ido ni el ministro de Agricultura y Medio Ambiente de España. «Hemos tenido que salvar muchas dificultades», ha reconocido Vance. «Pero en ningún momento pensamos en tirar la toalla, porque queríamos traer a España un mensaje positivo, y la experiencia Wild se basa en cuatro principios: es abierta, diversa -con especial atención a las comunidades indígenas-, positiva y práctica, queremos hacerle llegar a los gobernantes proyectos concretos, positivos, que sirvan de semilla para otros». Y dentro de esas iniciativas cargadas de energía positiva, Vance subraya dos: la Coalición Wild para los Jóvenes y las Wild Cities. ¿Algún ejemplo de Wild City? «Chicago, Estocolmo, Victoria, en Canadá… Ciudades que firman un acuerdo para convivir con la naturaleza dentro de sus límites y a su alrededor».
Vance, que vive en Colorado (EE UU) -«bueno, más bien vivo a bordo de un avión»-, fue uno de los pioneros en la fundación y los encuentros Wild, en los años setenta en Sudáfrica. «Vivíamos unos tiempos muy duros, con el régimen del apartheid, y quisimos poner en marcha una experiencia que acogiera a todos». Aun así, en los años ochenta cambiaron su cuartel general a EE UU. «No había manera de que Sudáfrica dejara de ser la mofeta, la apestada, del mundo y eso obstaculizaba mucho nuestro trabajo. Desde EE UU podíamos trabajar por un concepto mucho más global, que era nuestro deseo». Y desde 1977 hasta 2013, hasta Salamanca, que durante diez días se ha convertido en Capital de las Tierras Silvestres y se ha llenado de exposiciones de fotografías y actividades en torno a la naturaleza, como el estupendo mural que el colectivo de street art Boa Mistura pintó en una enorme medianera de un edificio de la ciudad bajo el lema «Hacia lo salvaje», como el título de una canción de Amaral, que, por cierto, sirvió de himno en la gala de clausura. Frente a ese escaso apoyo institucional y empresarial en España, María Feduchi, directora ejecutiva de Wild en España, quiere contraponer y destacar algo: «A mí lo que más me ha impresionado ha sido el apoyo de toda la familia Wild, cómo se han volcado en este congreso, pagándose muchos sus propios desplazamientos y alojamientos; además del centenar de fantásticos voluntarios que hemos tenido, y el apoyo de la ciudad de Salamanca a nivel de público, cómo han respondido a nuestras convocatorias».
¿Y por qué Europa? Vance lo subraya: «Porque Europa es ahora mismo capaz de enviar un mensaje de esperanza en el sentido de conseguir un planeta más salvaje. Es el continente con mayor densidad de población, pero a la vez está registrando una vuelta de la naturaleza. Están creciendo los bosques, el número de ejemplares de especies amenazadas como los osos, los lobos, los linces, los buitres, las águilas… (Según el informe Living Planet, el tamaño de la población animal silvestre en Europa ha crecido un 6% desde 1970 hasta hoy). Eso es un ejemplo, un mensaje positivo de que sí podemos». Efectivamente, muchas de las presentaciones y mesas de trabajo de Wild10 se basaban en lanzar al mundo el mensaje de que ahora, precisamente ahora que estamos en la era del Antropoceno, como tituló una reciente portada de The Economist, y en los países más azotados por la crisis, es el momento no de mirar hacia otro lado, de insistir en lo mismo que nos ha llevado a burbujas y túneles, sino de mirar a la protección de la naturaleza -aparte de que esté en juego nuestro futuro como especie- como opción de negocio, de riqueza, de creación de puestos de trabajo, de nuevas vías de desarrollo. Algo que aún cuesta entender. Según las conclusiones finales de Wild10, el interés público, de la sociedad, por el medio ambiente ha caído dramáticamente en Europa, pasando de las primeras posiciones a los puestos 11 y 12 de preocupaciones, desplazado por todos los asuntos económicos. En ese sentido, España, que podría jugar una baza importantísima, de liderazgo, en Europa, sigue empeñada en modelos insostenibles de crecimiento, como la destrucción de la costa y de parajes protegidos, tanto que ni el ministro Cañete consideró que el Congreso Wild10, que venía a celebrarse a su país, mereciera siquiera una visita suya. Parece que esa es la idea de cuidar y fomentar la Marca España.
En fin… Alguna vez algo caerá por su propio peso. Es la sencilla e implacable ley de la gravedad (en todos los sentidos de la palabra).
«Ha llegado la hora», insistió en Salamanca Her Deepness Sylvia Earle.
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