Wildlife Photographer of the Year: la crudeza y hermosura de la naturaleza en fotos
Llega a Madrid una de las mejores exposiciones fotográficas de naturaleza del mundo, la que resulta del concurso ‘Wildlife Photographer of the Year’, organizado por el prestigioso Museo de Historia Natural de Londres. Son 100 instantáneas que nos muestran dos caras de una misma moneda: la increíble belleza de la naturaleza y la crudeza de la vida salvaje.
Hace un par de días, los usuarios de las redes sociales convirtieron en viral el vídeo de lo que parecía la historia de superación de un osezno que trepaba y caía y volvía a trepar por una peligrosísima pendiente nevada y a punto estaba de morir despeñado en el intento. El osezno seguía a su madre y, finalmente, tras unos angustiosos minutos, lograba alcanzar la cima y a su progenitora. “Nunca hay que rendirse”, “Siempre hay que seguir intentándolo”, fueron algunos de los mensajes que, sin pararse a pensar más allá, utilizaron los que hicieron correr como la pólvora ese vídeo en la inmediatez de las redes sociales. Un vídeo que, en realidad, no era otra cosa que una película de terror en la que -como en alguna de las mejores cintas de suspense- lo que causaba horror no estaba a la vista: un dron armado con una cámara de vídeo.
Varios usuarios que se identificaron como biólogos, unos, y expertos en fotografía de naturaleza, otros, alertaron de lo engañoso, tramposo y, por qué no decirlo, repugnante de aquel vídeo. Mamá osa jamás habría elegido ese camino suicida, y mucho menos acompañada de su cría, si no se hubiera visto empujada a hacerlo por la persecución del ruidoso y amenazante objeto volador que la presionó de tal manera que ella creyó que se trataba de un peligro implacable. Eso no es hacer fotografía de naturaleza, eso se llama provocar una suerte de potencial snuff movie traicionando no solo al espectador, sino también a los animales fotografiados y a la naturaleza en sí misma.
La fotografía de naturaleza ha de ser un arte en el que el ser humano detrás del objetivo jamás debe provocar una reacción. El humano debe ser tan solo un testigo imperceptible y ha de ingeniárselas para encontrar el mejor punto de vista y el instante mágico que logre hacer que una fotografía adquiera otro nivel. Hacen falta altas dosis de paciencia, oficio, amor y respeto a la naturaleza para lograrlo con honestidad y maestría.
La exposición Wildlife Photographer of the Year, organizada por el prestigioso Museo de Historia Natural de Londres, trae ahora a Madrid 100 inmejorables ejemplos de este compromiso entre creadores y naturaleza. El jurado internacional de este concurso está compuesto por seis profesionales de la conservación y la fotografía de naturaleza que han seleccionado estás instantáneas de entre las más de 45.000 imágenes presentadas por fotógrafos y fotógrafas de naturaleza procedentes de 95 países.
El resultado es emocionante y conmovedor. El recorrido por la muestra nos revela la gran belleza que atesora la naturaleza en algunas de sus manifestaciones, pero también nos enseña, con toda la crudeza, algunas de sus aristas más negras e implacables. En la vida salvaje no existen conceptos como el bien y el mal, no es un universo gobernado por la ética; impera el instinto de supervivencia y la ley del más fuerte. Es de agradecer que el jurado haya decidido destacar no solo aquellas imágenes que nos sorprenden por su vistosidad y lirismo, también las que nos golpean por su dureza y sus, a veces, insoportables dosis de verdad.
Sin duda una de las más impactantes de la muestra es la que hemos elegido para abrir este reportaje y que su autor, el fotógrafo británico Nicholas Dyer, ha titulado Jugando con la cabeza. Este es su pie de foto: “Un par de cachorros de perros salvajes africanos, en un macabro juego con la cabeza de un babuino chacma: los restos de su desayuno. El perro salvaje africano, también conocido como licaón o lobo pintado, está en peligro de extinción y es más conocido por la caza de impalas y kudus. Pero en los últimos cinco años, en el Parque Nacional Mana Pools, en el norte de Zimbabue, el fotógrafo ha sido testigo de tres manadas diferentes que matan y comen babuinos de forma regular, algo muy poco común, sobre todo porque los babuinos son capaces de infligir heridas graves. La técnica de caza ha sido perfeccionada por Blacktip, la madre de estos cachorros, hembra alfa de la manada de Nyakasanga. Esa mañana, el fotógrafo había rastreado a pie a la manada durante 3 kilómetros, asistiendo a intentos de caza de impalas antes de que los perros finalmente se apoderaran de un babuino. No fue suficiente para alimentar a toda la manada, pero satisfizo a nueve cachorros. Se detuvieron cerca del cráneo del babuino y luego comenzó la diversión“.
La fotografía ganadora del holandés Marsel van Oosten es la otra cara de la moneda. Una espectacular instantánea de una pareja de monos dorados de nariz chata en el bosque de las Montañas de Qinling, en China, el único hábitat de estos primates en peligro de extinción. Según el jurado, “el retrato ganador captura la belleza y fragilidad de la vida en el planeta Tierra y nos muestra uno de los extraordinarios seres con los que compartimos nuestro planeta”.
Nueve fotógrafos españoles han resultado ganadores y finalistas en diferentes categorías del concurso. El joven fotógrafo Carlos Pérez Naval ha ganado en su categoría de 11 a 14 años y Javier Aznar González de Rueda ha obtenido el premio al Portfolio de Fotógrafo de Naturaleza y ha sido finalista en la categoría de Comportamiento de Invertebrados con un trabajo sobre insectos. Cristóbal Serrano ha sido ganador en dos categorías: animales en su entorno y Mirada Creativa. Orlando Fernández Miranda ha resultado ganador en la categoría Entornos de la Tierra, Joan de la Malla en la de Fotoperiodismo de la Naturaleza y Andrés Miguel Domínguez, finalista en Comportamiento de Invertebrados. Además, Antonio Fernández, finalista en la categoría de Plantas y Hongos, y José Manuel Grandio, finalista en Naturaleza Urbana.
Otra de las instantáneas más duras le ha valido al fotógrafo español Ricardo Núñez Montero el galardón en la categoría de Comportamiento de Mamíferos. Núñez fotografió a Kuhirwa, una joven hembra de gorila de montaña que se resiste a creer que su cría ha muerto y lo abraza y acicala llevándolo a cuestas como las otras madres. Semanas más tarde, empezó a comer lo que quedaba del pequeño. Desde los elefantes que acarician los huesos de los miembros fallecidos de la familia hasta los delfines que tratan de mantener a flote a los compañeros muertos, hay evidencia de que los animales expresan visiblemente la pena. Que también podemos apreciar algo más que instinto de supervivencia y la pura ley del más fuerte. Las acciones iniciales de Kuhirwa pueden interpretarse como luto, y su comportamiento muestra el dolor de una madre que ha perdido a su hijo.
Wildlife Photographer of the Year es una exposición que no deja indiferente en la que los animales, la naturaleza y el ser humano enseñan sus caras más amables y salvajes. Una muestra que sorprende y emociona, y que, sobre todo, nos transmite que son muchas las personas comprometidas con el medioambiente y con un planeta al que no paramos de maltratar de mil formas distintas.
‘WILDLIFE PHOTOGRAPHER OF THE YEAR 2018’, EDICIÓN MADRID. Sala Mercadal del Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid, COAM (Hortaleza, 63). Del 9 de noviembre al 9 de diciembre. Lunes a viernes no festivos: de 11.00 a 14.00 y de 17.00 a 21.00 h. Sábados, domingos y festivos: de 11.00 a 21.00. Última admisión a las 20.30 h.
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