‘Working Glass’, el arte de compartir y exponer experiencias en vidrio
Tiene sentido, mucho sentido, llamar ‘Working Glass’ a la exposición que estos días (hasta el 27 de abril) protagoniza las salas del Museo del Arte en Vidrio de Alcorcón (MAVA). Se han creado obras ex profeso dentro del taller del museo, algunas de ellas en colaboración entre los artistas expositores y la mayoría compartiendo disciplinas, prestándose ideas y materiales, incluido vidrio reciclado procedente de envases como las botellas que depositamos en los iglús verdes; trabajando en red colaborativa. Toda una experiencia, comisariada por el artista E1000, que ha visitado nuestro colaborador especializado en medioambiente Javier Rico, incluido un concierto muy ‘vidrioso’.
“Han usado todo tipo de vidrio: desde el vidrio industrial comprado, cortado y termoformado, hasta el reciclado y reutilizado de botellas”. María Luisa Martínez es la directora del MAVA y resume así el material empleado de partida y que ha contado con dos personas más de referencia: David Duque, técnico del taller del museo, y E1000, comisario y uno de los artistas con obras en Working Glass.
“Hemos trabajado el vidrio desde la experiencia personal, muy a lo Bauhaus, pringándonos con el material, sin encargar ni una sola pieza a alguien externo para después montar la instalación”, explica E1000, un artista cuya obra recoge muchos elementos del campo y de la calle, como la base con inscripciones de alcantarillas que identifica una de sus composiciones. E1000 ya ha pasado por las páginas de El Asombrario, precisamente en el salto que dio del arte en la calle a una galería, y con el vidrio y la madera como materiales de referencia.
Ahora su trabajo forma parte de una obra colectiva con quince artistas más. “Cuando me ofrecieron el comisariado”, cuenta E1000, “tenía claro que quería reunir a un grupo de artistas sin una idea de partida; quería ir más a la praxis con la gente, compartiendo conocimientos y experiencias para llegar a esa idea”. Y con David Duque acompañando el proceso en la didáctica y técnicas del material.
La exposición tiene mucho de la fragilidad, lo delicado y lo efímero que imprime la obra en vidrio, pero también de la consistencia que gana cuando se explotan las variadas maneras de trabajarlo, fundirlo, moldearlo, pulirlo, ensamblarlo y mostrarlo. Todo ello permite que se pase del arte kitsch y naif al más minimalista y sobrio. Y lo mejor de todo es que, en el taller, artistas de ambas corrientes han colaborado en su gestación. “Lo de compartir piezas es una práctica muy común en los estudios”, explica E1000.
La propuesta dice mucho sobre el estudio del vidrio y sus múltiples posibilidades, como por ejemplo la composición de vidrio en polvo de Cristina Llanos; nada que ver con las bombillas, tarros, jarras, floreros y botellas de las obras de Pelucas. Es precisamente este material, el vidrio reciclado, uno de los que alimentan una mayor versatilidad artística.
Hay algo más: también se comparten disciplinas y E1000 tiene mucha culpa de ello. Hay una video-creación conjunta con Jorge Isla y otra obra con David Herguedas en la que se permite la interacción del visitante a partir de elementos que juegan con el sonido y la luz. Esta última está situada en el interior oscuro de un torreón, porque uno de los elementos que añaden singularidad al MAVA es que está dentro de un castillo construido a principios del siglo pasado.
Su directora nos recuerda: “Working Glass no supone la primera vez que hemos hecho una exposición colectiva de producción de obras en el MAVA. La primera fue Pensar en vidrio, que estuvo entre marzo y junio de 2016 y luego giró hasta 2017 por el Museo Tecnológico del Vidrio de La Granja de San Ildefonso (Segovia) y por el Centro Tomas y Valiente de Fuenlabrada (Madrid), ambos colaboradores del proyecto”.
La interacción de disciplinas y artistas en la muestra actual llegó al culmen en una de sus presentaciones. El pasado 15 de marzo, tres de los artistas con obras se subieron al escenario del salón de actos y mostraron su particular “glass music”. David Herguedas dio rienda suelta a su theremin y Lolo&Sosaku, acompañados por Tito Díaz, comenzaron con una rotura de cristales como parte de una composición (Glaciar sonoro. Difuso paisaje) donde sonidos vidriosos, chirriantes, crepitantes, crispados… te permitían seguir mentalmente la exposición sin estar observándola en ese momento.
Ver a Sosaku fotografíar desde infinidad de perspectivas la instalación de Manu Blázquez, que presenta el movimiento lineal y marcial de un fluorescente, suponía comprobar también en directo la integración de disciplinas y artistas. Esa misma instalación sirve como improvisada banda sonora de una muestra que tiene sorpresas, como le gusta a E1000 exponer y reconocer. Pero eso mejor queda para el transitar pausado y atento del visitante, en especial si tiene que ir al aseo.
No hay comentarios