Yolanda Domínguez: los malditos estereotipos y las ‘ofendiditas’
Estereotipo bien podría definirse, tras leer ‘Maldito estereotipo’, el libro que publica estos días Yolanda Domínguez, artista visual y activista, como una “forma cobarde de nombrar las cosas”. Percepciones simplificadas que se refieren a una persona o grupo de personas. Y ojo, porque tienen peligro: resultan dañinos. Hablamos con la autora. El canon pide uniformidad y “rechazar lo distinto es la base de las desigualdades sociales”.
“Las consecuencia de tener un imaginario basado en una única perspectiva es una cultura pobre e incompleta que no ofrece alternativas…”, señala la autora. Lo hace para advertir sobre cómo manipulan los medios y las imágenes que consumimos a diario sin pensar lo muy indigestas que pueden ser. Las vemos sin filtro sin analizar la mirada hegemónica de quienes históricamente y durante siglos han lanzado esos mensajes: “hombres, blancos y (supuestamente) heterosexuales”, asegura la autora. Y el resultado de esa mirada única es claro: el universo queda pintado de una homogeneidad muy lejana a la realidad o infrarrepresentado. Y así, mientras lo natural y diverso debería ser lo normal –sostiene la artista-, nos vemos forzados a cumplir con los malditos estereotipo dictados por unos pocos.
El canon pide uniformidad y “rechazar lo distinto es la base de las desigualdades sociales”, escribe Domínguez, que para explicar esa utilización de imágenes y mensajes que recibimos a diario hoy repasa la historia del arte en Occidente, empeñada durante siglos en representar a las mujeres como vírgenes, blancas, maternales, piadosas y cuidadoras. Seres a los que el eslogan: “Hágase en mí según tu voluntad” retrataba a la perfección. Sí, sin duda, se podía salir del estereotipo, pero a un precio. Y de ahí, de cómo nos pintaron y retrataron, la artista pasa a analizar los medios de comunicación y la publicidad, que difícilmente admiten a una mujer gorda, calva, lesbiana o entrada en años. Ni a ellas, ni a migrantes o minorías étnicas, invisibilizadas e inexistentes salvo para el “pornoespectáculo” o sátira, donde sí existen, según Domínguez. “Lo espectacular está en la víctima y no en los poderosos que las crean. La pornomiseria nos llama la atención y nos hace hasta sentirnos bien”.
Maldito estereotipo, editado por Penguin Ramdon House, de una forma absolutamente divulgativa, entra en temas capitales que van mucho más allá de la publicidad, el consumo y los medios. Para muestra, un botón: “Lo que se pide a las imágenes es que sean generadoras de libertad. Pero no de una libertad basada sólo en la individualidad, sino que tenga en cuenta a la colectividad. La libertad empequeñece si no permitimos que cualquier persona, por distinta que sea su perspectiva, se exprese. Abramos la comunicación al diálogo”, dice la artista en un libro repleto de feminismo y diversidad. El Asombrario ha hablado con ella.
¿De dónde nace tu compromiso?
De mis propias inquietudes como mujer y como persona que vive en una sociedad y que se plantea cuál es su rol en medio de todo. Nace de mi inquietud personal, de lo más íntimo que se conecta con lo universal.
Usar estereotipos es de cobardes, dices. Explícalo, porque a su vez comunican tan rápido esos malditos.
Claro. Vamos a por lo seguro. Y como sabemos que la gente los entiende, no arriesgamos. Sabemos de sobra que empobrecen el lenguaje y las relaciones, pero los seguimos usando para no perder poder. Es cierto que a veces se utilizan también por desconocimiento o por buscar un reconocimiento personal olvidándonos de la parte colectiva. También se cae en ellos por pereza, porque nuestros cerebros buscan lo sencillo y remover lo establecido cuesta. Sin embargo, a quienes ostentan ese poder les conviene mantenerlos y nos llaman “ofendiditos” si cuestionamos el relato.
Cuesta remover todo ese imaginario aprendido. También defender los derechos de las mujeres, dices en el libro. “Querer ser feminista sin estudiar es como querer hablar un idioma sin estudiarlo”.
Sí, claro. Yo he aprendido a ser feminista estudiando. No hay otra forma. Soy la primera que negué –hace ya muchos años- serlo. ¡El término estaba maldito! Pero cuando empiezas a profundizar, a estudiar, a escuchar debates, a leer… dices: “Claro que sí, yo soy feminista. ¡Cómo no voy a serlo¡”. Cuando escucho eso de “yo no soy feminista, ni machista”, no me ofendo; simplemente pienso: “Leed y veréis”.
Hablas de campañas y para triunfar aseveras que cualquier movimiento debe conseguir miembros, mantener la moral y el compromiso, presencia en los medios, apoyos externos, limitar el control de sus adversarios y lograr cambios políticos. ¿Cómo estamos en eso las feministas?
Estamos en un momento muy delicado y complicado con muchos debates internos que vienen muy bien a lo externo y a quienes no quieren cambiar.
Entiendo que los poderosos quieran seguir vendiendo su idea, su estereotipo, pero… de ahí a la violencia, ¿quién marca ese interés?
Es que la violencia resulta muy comercial. Está en los realities, en las series, en el cine, en la moda… La violencia vende y es un reclamo visual que se utiliza sin reflexión. La máxima es que todo sea espectacular e impactante. Y en la mayoría de los casos esa violencia juega en contra de las mujeres.
En las redes sociales los estereotipos funcionan. Hay gente que dice que sus disparates no deben compartirse. Sostienen que darles ‘likes’ es darles un altavoz. ¿Qué opinas?
No soy partidaria de callar. Y si la publicidad y una empresa como Disney cambian es porque el público lo demanda. Creo que si acompañas esos likes con una reflexión sobre esa desigualdad que transmiten, sobre ese daño, aprendemos a mirar de otra manera. En la era de las comunicaciones no creo que callarse sea una opción. En mi libro, por ejemplo, doy nombres concretos y hablo de marcas que manipulan. No es un ataque. Considero que la única forma de cambiar es mediante la crítica. Mi interés es mejorar. [Multiópticas es una de las empresas que la artista pone como ejemplo y de la que habla largo y tendido en las páginas de su libro. Hace años, para denunciar una campaña de publicidad sexista de la marca, ideó una performance para evidenciar los estereotipos contra las mujeres que utilizaban en sus campañas. Su acción cambió las tornas de la empresa, que rectificó].
Aconsejas cuidar nuestra dieta visual, con imágenes que ejerciten el cerebro y variedad. No hacerlo, aborrega, señalas. ¿Cómo lo haces tú?
En Instagram, por ejemplo, vigilo qué cuentas sigo para no ver sólo a mujeres occidentales. Busco distintas culturas, distintas tallas, distintas caras: la variedad enriquece. En redes sociales tendemos a seguir a quienes piensan como nosotros y eso es tendencioso y va contra la tolerancia. En series, aunque también consumo entretenimiento, intento, por ejemplo, dar con propuestas con mujeres mayores de 70 años.
Y ya en un plano más personal, ¿contra qué estereotipos luchas tú?
No es nada fácil. Te miras en el espejo y… Si alguien nos pusiera un altavoz a las mujeres cuando pensamos y nos revisamos, alucinaría: “Que si no eres lo bastante guapa, lo bastante buena…”. Intento estar alerta y valorarme, pero no siempre lo consigo. Tenemos el machismo dentro.
Comentarios
Por Jose, el 20 febrero 2021
Cada día encuentro mas interesante a las mujeres que escriben y sobre todo cando escriben sin complejos de los estereotipos machistas, soy hombre y tengo 82 años y cada día que pasa me doy mas cuenta de la sociedad machista que nos hemos criado y hemos crecido. Y creo que la culpa de todo esto la tiene en un 70% la religión y el resto el capitalismo y claro la poca cultura que tenemos la mayoría de las personas.