Zapico dibuja la lucha minera como pionera del movimiento obrero

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Alfonso Zapico. Foto de Asis Ayerbe.

Alfonso Zapico, premio nacional de Cómic en 2012, acaba de publicar ‘La Balada del Norte’, una novela gráfica sobre el controvertido estallido de la Revolución de 1934 en Asturias. La situación de miseria de los trabajadores del carbón cobra especial protagonismo para Zapico, nieto y sobrino de mineros.

Por NATALIA L. PEVIDA 

El termómetro de la calle Alcalá de Madrid marcaba 37 grados en el atardecer del martes 10 de julio de 2012. La velocidad en la destrucción de cientos de miles de puestos de trabajo y los primeros anuncios en materia de recortes elevaban el enfado de los ciudadanos a la misma temperatura que aquella primera ola de calor del verano. Y, al igual que en 1992, una manifestación multitudinaria -y esta vez nocturna- de los trabajadores del carbón tomaba las calles de Madrid. Muchos de ellos llevaban andados más de 400 kilómetros en la Marcha Negra, iniciada en Asturias y León, y a la que pronto se sumaron mineros de toda España.

Este episodio inspiró a Alfonso Zapico (Blimea, Asturias, 1981), premio nacional de Cómic en 2012, a adentrarse en uno de los capítulos más complejos de nuestra historia contemporánea: la Revolución de 1934. “Los sucesos de Asturias supusieron en realidad el inicio de la Guerra Civil: en ellos el rival político se convirtió en enemigo, y acto seguido en alimaña, en bestia que se debía exterminar”, señala Enric González en el prólogo de La Balada del Norte (Astiberri, 2015). De este modo, el autor de Dublinés y La Ruta Joyce, se embarca en esta obra en dos tomos, que es también un homenaje a sus antepasados.

La Revolución de 1934 es también la revolución que nunca fue dibujada, en el sentido de que no hubo artistas gráficos que apoyaran a un bando o a otro con carteles, a pesar de que el cartelismo como herramienta fundamental de propaganda política llevaba ya varias décadas en pleno desarrollo.

Sí, es muy llamativo. Posiblemente por la manera en la que se precipitaron los acontecimientos, por la premura. Es verdad que las primeras imágenes gráficas en las que se dibuja la Revolución de 1934 aparecen años más tarde, durante la Guerra Civil. Pero hay que darse cuenta de que esta revuelta empezó casi por sorpresa, con la llamada Huelga General Revolucionaria en toda España, reprimida después en dos o tres días, salvo en Asturias, que duró dos semanas. Y su eco fue enorme entre la intelectualidad extranjera. El propio Albert Camus escribió Révolte dans les Asturies sobre esta revolución sucedida en una tierra que nunca llegó a conocer.

viñeta1Muchas de las viñetas de La Balada del Norte son hiperrealistas, con muchísimo detalle, pero también se ve que tienes mucha influencia de todo el cómic europeo de Línea Clara

En cuanto a cómic hay tres lenguajes diferentes: el americano, el manga y el franco-belga. Ésta ha sido siempre la división, pero ahora se habla de la novela gráfica como un cuarto género, en el sentido de que permite un estilo más flexible o híbrido, y una mayor libertad de extensión del relato que en los otros formatos clásicos. Esta posibilidad, tanto de mezclar estilos como de extensión de texto, hacían de este género el idóneo para La Balada del Norte, por la complejidad de tener que dibujar todo y a la vez explicar un hecho histórico complejo. Aunque es verdad que mi estilo de dibujo bebe mucho de Francia y Bélgica.

James Joyce decía que el fin de su literatura consistía en «hacer interesante a la gente vulgar». Tus obras anteriores, Dublinés y La Ruta Joyce (Astiberri, 2011), están dedicadas al novelista irlandés, y en La Balada del Norte manejas muchos de sus elementos narrativos costumbristas. Pero, además, tal vez por la continuidad del relato en un próximo segundo tomo, se perciben detalles en la estructura y las relaciones entre personajes como si quisieras ir tejiendo una intrahistoria al estilo de Pérez Galdós en los Episodios Nacionales.

Sí, está muy basada en toda la narrativa realista del S. XIX, y tiene muchos elementos de los Episodios Nacionales, por el hecho de que el lector se sumerge plenamente en la historia mediante los personajes anónimos, a través de lo que hacen, de sus diálogos y de cómo funcionan entre ellos. El trasfondo histórico va apareciendo a través de los titulares y las portadas de los periódicos que se van viendo en la novela, para así situar al lector en ese contexto. La historia continúa en un segundo tomo, que saldrá a la venta dentro de un año y medio.

De la Revolución del 34 se ha escrito mucho y suele aparecer mencionada, a nivel retórico, cada vez que hay un conflicto minero. Pero la historia de la minería asturiana ligada a la lucha obrera es conocida sólo muy a grandes rasgos. Por ejemplo, en el prólogo Enric Gonzalez menciona las huelgas de 1962, suceso también conocido como La Huelgona. Aquel parón que se inició en Mieres y se extendió después a otras minas de España fue objeto de una represión brutal, con cárcel y torturas para los participantes, sus familias y los sospechosos de haber participado. De este suceso dieron cuenta medios internacionales como The New York Times, Le Monde y Il Corriere della Sera, pero aquí muy poca gente conoce este hecho.

Sí, hay mucho desconocimiento de lo que significó la lucha de los movimientos obreros y cuánto les debemos en lo referente a la conquista de derechos laborales y sociales. Estos logros, una vez conseguidos son desapercibidos, porque las generaciones posteriores no son conscientes de la situación anterior, de lo que algunos tuvieron que sacrificar. La historia de las reivindicación de derechos en las minas y la industria de Asturias es una historia de huelgas y cárcel, con finales nada épicos en los que siempre perdían la batalla los más débiles. Y de lo que pasó en el 34 es verdad que se habla mucho, pero sólo del tema de la dinamita, no de las condiciones de miseria total que vivían los mineros. Precisamente para reivindicar esta memoria fue por lo que me decidí a escribir y dibujar La Balada del Norte.

Naciste en 1981 y te criaste en Blimea, en plena Cuenca Minera. En la década de los 80, Asturias vivió otra vez una oleada de huelgas y protestas por la desindustrialización y la crisis del sector minero. ¿Qué recuerdos tienes de aquella época?

Hasta que no me fui de Asturias no me di cuenta de cómo te marca y lo que aporta a tu bagaje crecer en un sitio como la Cuenca Minera. Recuerdo de aquellos años cómo los ritmos de la vida del pueblo estaban regulados por lo que pasaba en la mina. Si había huelga minera, toda la vida se paraba, y todo el mundo se sumaba a las movilizaciones.

viñetas2¿En qué se diferencia aquella crisis de los 80 de la de ahora?

Creo que la actual es peor. En la de los 80 es verdad que había un nivel de vida muy inferior al actual, más pobreza, pero había un sentimiento de pertenencia a una colectividad, un asociacionismo que posibilitaba la idea de pertenecer a un grupo muy fuerte, con capacidad para paralizar una región o un país para reivindicar unos derechos. En cambio, esta crisis actual nos ha cogido a cada uno en situaciones muy diferentes. Esta es una sociedad más individualista, y esto ha condicionado mucho nuestra reacción ante la crisis.

Eres sobrino y nieto de mineros. En una entrevista reciente dices que el oficio de minero no se parece a ninguno. Está claro que es un tipo de trabajo que condiciona el modus vivendi de cada individuo, como pueden ser los trabajos relacionados con el mundo de la mar, por ejemplo. Pero ¿a qué te refieres exactamente?

Sí, el carbón condiciona toda la vida del minero, incluso cuando ya no trabaja en la mina, la manera de hablar, de relacionarse con los demás. Antes empezaban a trabajar como mineros muy jóvenes, y eso ya determinaba toda tu vida futura. Un minero que tenga 46 años, que lleve 30 años en el interior, no vive igual que otra persona de su edad, porque la calidad de vida no es la misma. Implica el desarrollo de una serie de enfermedades graves a nivel respiratorio, y también, en una proporción más alta que en otros trabajos, la adicción al alcohol, alto índice de suicidios, depresiones… .

Los periódicos son también protagonistas fundamentales en La Balada del Norte. Tú eres colaborador habitual del diario La Nueva España. La actual crisis de los medios está siendo especialmente dura en la prensa regional y local, una tradición dentro de periodismo español en la que se hacía muy buena información, pero casi siempre infravalorada…

Sí, es penoso. Aquí hemos tenido la desaparición del histórico La Voz de Asturias, casi centenario, con muy buenos periodistas de economía, cultura y deportes, y toda la plantilla tuvo que ir al paro. En Asturias aguantan La Nueva España y El Comercio a pesar del descenso de ingresos publicitarios, porque la gente los sigue comprando, pero se nota mucho la crisis. Es muy triste, está también la pérdida de calidad de los medios, en una época como la actual, en la que hace más falta que nunca el buen periodismo.

La Revolución del 34, al igual que casi toda la historia contemporánea española, está sujeta a la eterna discrepancia. De un lado, sectores de la derecha ven en este hecho histórico un Golpe de Estado de socialistas, comunistas y anarquistas. Por otra parte, hay voces de la izquierda que siguen cotejando una visión maniquea de algunos hechos, como la toma de control de la Fábrica de Armas de Trubia y La Vega o la destrucción de una parte importante del legado histórico-artístico del Prerrománico asturiano. La pretensión más aséptica la encontramos en los historiadores británicos Paul Preston y Hugh Thomas, ¿cómo has hecho tú para manejarte entre tanta controversia?

Bueno, yo no he pretendido hacer un documental, ni enviar ningún mensaje a través del libro, sino una historia de unos personajes y para ello me he basado en periódicos de la época, en libros de catedráticos de la Universidad de Oviedo, y la Enciclopedia Asturiana, con la intención de que el relato lo fueran haciendo los personajes. Cuando el conflicto estalla, cuando estos personajes que vienen de mundos diferentes chocan entre ellos, aparece la violencia incontrolada y ésta no tiene color. Volviendo al tema de la controversia en la interpretación de estos hechos, personalmente no puedo estar de acuerdo con los historiadores que asemejan el levantamiento del 36 con la revuelta del 34. En el 36 quienes se levantaron fueron los generales, los oligarcas del sistema, mientras que en el 34 lo que pasó fue una revuelta de gente que vivía en unas condiciones de vida muy miserables, en las que su vida no valía nada, sin ningún tipo de futuro ni de alternativa. También se ha hecho mucho hincapié en que los mineros querían destruir Oviedo con la dinamita, pero esto es una falsedad.

viñetas4El padre de Tristán es marqués, dueño de pozos mineros y empresas metalúrgicas, con intereses en medios de comunicación. Parece salido del árbol genealógico de Rodrigo Rato…

Es curioso, porque el dibujo del palacio que aparece en La Balada del Norte, y que corresponde a la casa del Marqués y su hijo Tristán, es en realidad el palacio de los Figaredo, antepasados de Rodrigo Rato por la línea materna. Pero para dibujar al personaje del Marqués no me inspiré en nadie de su familia, sino en el Marqués de Comillas, dueño de las minas en la comarca de Aller. Era el típico oligarca paternalista. Se inventó un sindicato para los empleados de sus minas, les construyó casas, y al final era prácticamente el dueño de su vidas, les controlaba al máximo.

Vives en Francia, en Angulema, ¿cómo se ve desde allí, la actual crisis económica y política española?

Me fui a vivir a Francia en 2009; al principio éramos pocos los españoles viviendo aquí, pero con los años han ido viniendo cada vez más. La crisis la veo con mucho dolor; en Francia la crisis y recesión de hace cuatro años también fue dura, pero el país resistió bien porque todavía tiene un tejido económico sólido, no dependiente de sectores como el ladrillo. Este es también otro de los temas que más me preocupan de España, el hecho de que se vayan a repetir las mismas recetas que nos han llevado a la situación en la que estamos; es decir, la apuesta en materia económica sólo por el sector inmobiliario y el turismo.

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