Los 10 discos que más alto volaron en el último año

El músico Yann Tiersen.

El músico Yann Tiersen.

En este repaso asombrario y anual a los discos con alas, estoy muy contento con la cosecha musical de 2019. Fue un año que nos dejó discos con aves que viajan de Noruega a Francia y España y de aquí a Níger. Y esas aves cantan, titulan y protagonizan canciones que van del ‘ambient’ al metal pasando por el folk, el jazz, el electro pop y los ritmos bereberes. Y con una buena representación de mujeres que cantan y tocan la trompeta, la guitarra o los teclados. Una avifauna musical con pelícanos, tucanes, cuervos, palomas, fochas, colibríes y hasta “ruiseñoras”.

Como todos los años, no están todas las aves que son y aparecen en infinidad de títulos publicados en 2019. Es imposible recoger todos, pero antes de escoger los diez que considero más representativos, recuerdo otras referencias ornitológicas plasmadas en discos: el charrán de Forster de la portada del Guy, de Steve Earle; el debut de Cuco (Para mí); el verdecillo de (Chamariz) presente en Sombrero roto de Kiko Veneno; las alondras de Exaltation of larks en Full upon her burning lips de Earth; los gorriones (The sparrow), entre otras aves, en King’s mouth de Flaming Lips; las Aves de museo de Sergio Delgado…

‘Colección de canciones sencillas’, Lorena Álvarez (El Segell) 

Este no es solo, para mí, el mejor disco “con alas” de 2019, sino el mejor editado en España, cuestiones que no suelen coincidir. Va sobrado de referencias a las aves (Álvarez dibuja y canta sobre gorriones, ruiseñores, tórtolas, perdices, gallinas…) y hasta dice en Envidia que “el canto del ruiseñor también lo quisiera (ella)”. Pero es que, empezando por la carpeta del disco (una antigua de cartón, de aquellas de Centauro del colegio), y hasta la interpretación en directo de estas canciones, disfrutas al máximo de todo lo que nos quiere contar y cantar y de cómo lo hace. Las primeras que te vienen a la cabeza son Vainica Doble, con esa mezcla de folk-pop y crítica social envuelta en sana retranca, asturiana y muy rural en este caso. Pero veréis y oiréis que hay mucho más en la música de Lorena Álvarez, incluido el lírico desprecio al machismo y ciertos convencionalismos.

‘Birds songs of a killjoy’, de Bedouine (Spacebomb) 

Lo ha querido así 2019, pero este disco es casi como el trasunto del de Lorena Álvarez en el plano anglosajón, aunque Azniv Korkejian, nombre original de Bedouine, nació en Alepo (Siria). Aquí hay música que te acaricia el oído, que lo masajea. El comienzo con Under the night, o esa hermosura que es When you’re gone, con gaviotas en el vídeo, son dos ejemplos. Hay Joan Baez y Astrud Gilberto de antes y Basia Bulat y Kings of Convenience de ahora. Hay folk, bossa, easy listening, psicodelia y por supuesto aves, en los títulos y letras (Bird, Bird gone wild y Hummingbird), en la portada (otro hummingbird, un colibrí) y en los vídeos de algunas canciones (fochas, barnaclas y cuervos).

FLY or DIE II: bird dogs of Paradise’, de Jaimie Branch (International Anthem)

Tercera mujer que completa el podio de 2019 y aquí también hay aves por doquier, y todas, sean en la portada (cardenales rojos y colibríes con cuernos), en el título del álbum o dentro de las canciones (gritos de bandadas que se fusionan con la chirriante trompeta de Branch), representadas acorde con el carácter del disco: experimental. Experimental con el jazz como punto de partida, de Sun Ra a Miles Davis, cuya encorvada figura con la trompeta me viene a la memoria durante muchos pasajes del disco. Una recomendación: si sois de oídos abiertos, no os perdáis ni un segundo de Prayer for amerikkka pt. 1 & 2, un viaje alucinante por todo lo que se puede mezclar con el jazz.

The Senja recordings’, de Biosphere (Biophon)

De Chicago, ciudad natal de Branch, a Tromsø (Noruega), la de Geir Jenssen, la persona que está detrás del proyecto ambient ya de larga duración (el primer disco data de 1991) que es Biosphere. The Senja recordings es de esos discos que te transportan al lugar en el que están inspirados, en este caso la isla de Senja, dentro de los límites noruegos del Círculo Polar Ártico. Tan ambient es que sientes el frío, y hasta te mojas con la tormenta y la lluvia de Bjorvika y de Geatkejávri; y no os cuento nada de la ventisca de Steinfjord y de . Y, claro, las aves forman parte de ese ambiente, sobre todo los córvidos en Kyle y Alteret, pero también pequeñas aves tipo alondras en Fjølhøgget.

‘All’, de Yann Tiersen (Mute)

Yann Tiersen, inspirado por otro paisaje insular, el de la isla bretona de Ouessant, donde vive y dicen que es un paraíso para las personas aficionadas a la observación de aves que buscan rarezas en pleno paso migratorio. Palabras mayores. De entrada, os dejo arriba el enlace a la representación completa del disco que emitió el canal de televisión Arte y que comienza así: “All es el suspiro de la naturaleza que nos recuerda que le pertenecemos. Pese a querer excluirnos, aún nos tolera como una madre amorosa que soporta los ultrajes de una descendencia olvidadiza”. Poco más que añadir a las insinuantes melodías que reparte Tiersen a lo largo del álbum y del documental, por supuesto salpicadas de sonidos e imágenes de cárabos, palomas torcaces, avefrías, mirlos, alondras, grajillas…

‘Ilana. The Creator’, de Mdou Moctar (Sahel Sounds)

Es muy posible que algunas de las currucas, papamoscas y mosquiteros, entre otras aves migratorias, que Tiersen vea en Ouessant acaben pasando el invierno cerca de Agadez (Níger), tierra natal del tuareg Mdou Moctar. Pero el enlace ornitológico lo trae en este caso el cuervo pío africano, que domina la portada del disco y con el que Moctar dice sentirse muy identificado. A partir de aquí preparaos para una amalgama de rock y hard con influencias arábigo-magrebíes diestramente guiada por este guitarrista. ¿El Jimi Hendrix del Sáhara, como le tildan algunas crónicas? Puede, sobre todo en Tarhatazed, por esa mezcla de hard y psicodelia. Ah, y que le hablen a él de reciclar, que, ante el rechazo familiar y religioso a eso de querer ser músico de rock, se hizo su primera guitarra con un trozo de madera y los cables de los frenos de una bicicleta.

‘Nightime stories’, de Pelican (Southern Lord)

Ya que con Mdou Moctar estamos en terrenos rayanos con el metal, ya sabéis que en esta lista no debe faltar un disco de este género, fuerza viva de mi adolescencia y primera juventud. Aquí la excusa ornitológica, como ocurrirá con los dos siguientes títulos, es el nombre del grupo: Pelican. Sexto disco ya de otros que, como Jaimie Branch, vienen de Chicago. Si esta experimenta con el jazz, aquellos lo hacen con el metal, con un post-metal instrumental de gran calibre con esos bajos vitamínicos y musculosos que tanto me gustan. Pelican experimentan con el doom, con el progresivo, con Pink Floyd y, cómo no, con el thrash heredero de Metallica.

‘Maniacs, fools & jaguars’, de Tucan (autoeditado) 

Lo grande y maravilloso que tiene la música es que te permite pasar del post-metal al electro pop y disfrutar por igual de ambos sonidos gracias a un “pelícano” en el anterior caso y de un “tucán” en este. “Cuando un tucán reconoce a otro, no dudan en aliarse, y eso es lo que ocurre en 2010, cuando Sofía Comas y Carlos Ramos inician juntos el proyecto Tucan Morgan”. Así lo cuenta Bandcamp, aunque ahora han acortado el nombre a Tucan y han sacado un disco desbordante de efluvios electro pop ochenteros y noventeros, con asomos acertados de cold wave y post-punk. Además, se manejan igualmente bien cuando en No bounds varían hacia posturas más orgánicas, con guitarra, bajo y batería cogiendo protagonismo. Y añadir que estos Tucan (sin tilde) no tienen nada que ver con los Tucán de Valencia, más punkies.

‘Relente’, de Ruiseñora (Raso Estudio)

Otra joyita de 2019 que llegó con la voz y las letras de Elia Maqueda y las bases electrónicas de Atilio González. Autocalifican su música de psicodelia popular, y sí, se nota ese sello, pero a quienes tanto nos gusta etiquetar (casi siempre metiendo la gamba) hemos bautizado su música como electro copla. Que no se me olvide en este punto recordar el disco Porvenir, de Le Parody, otra obra de 2019 que se mueve en similares parámetros estilísticos y con la misma calidad. Escuchando, y deleitándome, con la voz de Maqueda no es raro que llegue a mis oídos el ave al que hace alusión el nombre del dúo. Junto a González consiguen que Depeche Mode, Kraftwerk y Tangerine Dream se mezclen con Lole y Manuel, María Arnal y Martirio y nazca algo muy grande.

‘Aurora’, de Sensible Soccers (autoeditado)

Concluimos aquí cerquita, en Portugal, de donde vienen Sensible Soccers con una portada que, permitidme la deformación pajarera, se asemeja a un ave futurista, en concreto a un tucán, mira por dónde. La composición que abre el disco (Como quem pinta) es preciosa, con unas oleadas musicales que funden lo tradicional (palmas incluidas) con el post-rock y el ambient más modernos. Y le sigue Farra lenta, donde a todo lo anterior se suman cantos de aves tropicales aquí y allá y ecos más jazzísticos y progresivos. No acaban aquí las aves, porque en Import export son los mirlos los que no paran de cantar y se suman a esta conjunción de estilos, siempre instrumentales, pero con algunos altibajos, fruto de incorporar ritmos y melodías algo ramplones.

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