15 artistas palestinos muestran su vida antes de la matanza israelí

Obra de Shereen Abedalkareem: «Me costaba expresar lo que sucedía a mi alrededor».

Un pueblo al que está masacrando el Gobierno de Israel, mientras Occidente no se planta y dice ¡basta ya! Un pueblo con su restringida vida cotidiana, sus ilusiones, preocupaciones, quehaceres. No son solo un listado de fallecidos, no son números, sino un pueblo de seres humanos, no de terroristas y cómplices de terroristas, sino de familias, parejas, mujeres y hombres, ancianos, niños y niñas, jóvenes. Precisamente 15 jóvenes artistas palestinos nos muestran cómo era su vida antes de la matanza (para muchos, genocidio) lanzada por el Gobierno israelí hace 20 días. Una oportunidad para conocer mejor al pueblo palestino, más allá de las terribles imágenes del sufrimiento que están padeciendo. En Casa Árabe, de Madrid y Córdoba, hasta febrero.

En vísperas del horror –todo sangre y destrucción de los terribles ataques de Hamás y los crueles bombardeos israelíes en Gaza–, estos jóvenes artistas enviaban a España su material, tan artístico como personal, sobre sus vivencias en la claustrofóbica situación en la que les ha tocado nacer y crecer. La exposición se inauguraba en Casa Árabe el 21 de septiembre; el 7 de octubre Hamás causaba centenares de muertos en Israel y todo estallaba por los aires; lo poco que había en Gaza se iba, se va convirtiendo en escombros ensangrentados.

La fotógrafa Saja Quttaineh nos muestra el colmo del no lugar, el pueblo de Al-Nabi Samuel, que se encuentra en la cima de una colina en Cisjordania, y cuyos residentes se encuentran aislados por el muro del apartheid por un lado y por las prohibiciones de movimientos hacia Jerusalén, por otro; es la Seam Zona, un área cerrada por las Fuerzas de Defensa israelíes y que estipula desde 2003: “Nadie entrará allí y nadie permanecerá”.

Obra de Saya Quttaineh: “Nadie entrará allí y nadie permanecerá”.

Moayed Abu Ammouna ha grabado un claustrofóbico vídeo de 3 minutos dentro del campo de refugiados Beach Camp, en Gaza; uno de los campos establecidos en la Franja como resultado de la Nakba de 1948, adonde los refugiados palestinos fueron desplazados a la fuerza cuando sus aldeas y ciudades originales fueron ocupadas por el recién creado Estado de Israel. El campamento lo habitan más de 90.000 personas. “Las generaciones que han ido habitando el campo han seguido viviendo en un estado de confusión y fragilidad, bajo la sombra del desplazamiento y la diáspora”.

En otro vídeo de 3 minutos, Motasem Siam cuenta una experiencia muy personal a través de la grabación de una charla telefónica con su madre. Así lo cuenta: “Al emprender mi viaje a Tel Aviv como estudiante de arte, di el paso definitivo de abandonar el hogar de mis padres. Se creó una distancia emocional y física considerable entre mi familia y yo… Pasaron dos años y se produjo un hecho significativo: mi madre accedió a que la grabase durante una conversación telefónica. En esta conversación, expresó con franqueza todo lo que había deseado transmitirme. Este acto fue especialmente conmovedor porque soy su hijo menor y aún no le había revelado mi identidad queer”.

El vídeo de la artista Shereen Abdelalkareem muestra, a través de una «corporalización virtual de los espacios», diferentes realidades, lugares imaginados con memorias e historias reales, difuminando la línea entre la verdad y la simulación mediante el uso de la digitalización y el modelado tridimensional. «Shereen reflexiona sobre la complejidad de representar la realidad de su contexto inmediato: ‘No recuerdo un punto específico en el cual comenzó la historia, ni un momento en particular en el que tomé conciencia de lo que sucedía a mi alrededor […] No podía expresarlo de ninguna manera. En mi ciudad amada, la ciudad brumosa llena de recuerdos que llevo en el corazón…”.

A Nicolás Combarro, comisario de la exposición, “artivista”, como él mismo se define, se le corta la voz cuando le pregunto qué sabe de estos 15 artistas –5 de Gaza, 5 de Cisjordania, 5 de Jerusalén–. Confiesa que cada mañana se levanta con el temor a que haya sucedido lo peor, pero que tampoco quiere convertirse en portavoz de nada ante tanto horror. Me cuenta que a tres de estos artistas les pilló la actual tragedia fuera, en Europa estudiando o con becas de formación o residencia, y que el resto están allí, inmovilizados, bloqueados, en los territorios que conforman esa Palestina desgajada, aprisionada, amordazada; que algunos ya le han confesado que en su cabeza sólo habita el pensamiento de quedarse con su familia, estar todos juntos, pase lo que pase, y si hay que morir, morir juntos. “El pueblo palestino es muy así, de permanecer unida la familia”, viene a decirme el comisario.

En un vídeo a partir de una serie de ilustraciones, el dibujante de cómic Michael Jabareen expresa cómo se siente: “Atrapado entre la represión, la injusticia sistémica, la burocracia, el racismo, la limpieza étnica y el colonialismo, firme frente a un contexto de opresión”. Es la historia del trauma, pero también de la resistencia.

Las ilustraciones de Fuad Alimany representan una resistencia ante el olvido y la invitación a un pensamiento nuevo.

Nicolás Combarro me explica que esta exposición es el resultado de varios años de trabajo y proyectos dentro del Programa Acerca de la AECID (Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo) de colaboración/formación on line con artistas de Palestina, bajo su coordinación en España y de Rawan Sharaf en Palestina. Esta vez es la primera desde 2020 que se monta una exposición física con los materiales (vídeos sobre todo) enviados (no olvidemos los problemas de movilidad que han sufrido siempre los palestinos, bajo arbitraje de Israel, que decide quién es buen ciudadano y quién no, quién puede moverse y viajar y quién no).

Son 15 artistas con edades en la veintena y la treintena, seleccionados entre más de 100 candidaturas. ¿Qué es lo que les une, sus ejes comunes? Contesta Combarro: “No se partía de unas directrices concretas, de una planificación, no hay ejes temáticos prioritarios, pero en el resultado coinciden, claro. Coinciden en reflejar su visión de la ocupación que padecen, y lo hacen yo creo que desde una mirada más individual, menos de sentimiento de colectividad, que sus padres y abuelos; sólo han conocido esa realidad de opresión, así que el anhelo de libertad queda muy matizado por las experiencias de cada cual. Por eso vuelven la mirada hacia dentro, hacia sí mismos y ¿qué aparece? Pues desde las enfermedades mentales a la reivindicación de sus identidades sexuales y su enfrentamiento a sociedades tremendamente machistas, pero no porque sean musulmanes, sino porque el encierro, la colonización, les ha llevado a una radicalización patriarcal, religiosa y política, cuando antes Palestina era una sociedad muy avanzada. Todo eso les hace sentirse doblemente encerrados y expresan cómo sobrevivir siendo ellos mismos, ellas mismas, en una situación tan difícil. Se sienten esclavos de juegos de poder, incluso a nivel mundial; sienten el deterioro cada vez mayor de la convivencia y la radicalización”.

“Y frente a tanta violencia y opresión”, continúa Combarro, “reivindican la memoria, el respeto a los mayores, a su cultura, pero expresándolo desde una mirada muy personal, intimista y poética a veces, muy feminista otras. Eso sí, te puedo decir que ninguno cae en la provocación fácil, en la protesta fácil; hay tanta verdad en lo que dicen contando su vida diaria y su realidad, que no necesitan esa provocación fácil, como a veces nos pasa en Occidente, dentro de nuestras cotidianeidades mucho más cómodas y amables”.

¿Y ahora?, ¿qué te han transmitido estos días? “Aparte de una evidente ansiedad por lo que está pasando y lo que puede venir, la percepción generalizada de que algo va a cambiar, que esto es un punto de inflexión hacia…. Hacia algo distinto, seguramente con menos territorio aún y con más limitaciones aún”.

En una videoanimación de 5 minutos, la artista Amal Al Nakhala reconoce su “conflicto interior”. “La salud mental es una temática que quizá haya recibido menos atención que otro tipo de situaciones de fragilidad de la población palestina, muchas veces opacada por la necesidad de mostrar siempre una resistencia inquebrantable. Amal nos susurra al oído cosas que no deben decirse, generosa al abrir sus entrañas y su imaginación, a partir de situaciones extremas a las que una joven se enfrenta en la Franja de Gaza hoy en día”.

Ética, memoria y violencia en la obra de Mahmoud Alhaj.

En un vídeo de 5 minutos grabando a hilanderas de lana, Lara Salous rinde homenaje a las mujeres, la historia, la tradición y la memoria de su pueblo: “El trabajo de hilado a mano de lana natural, como recurso y artesanía local, se está desmoronando como resultado de la colonización del material, una forma extendida de ocupación en Palestina. Un sistema continuo y silencioso que desconecta a los palestinos de sus tierras y del apego a sus recursos naturales”. Para romper este silencio, la artista entrevista a varias mujeres de diferentes regiones de Palestina que heredaron el oficio de hilar.

Empleando una mezcla de imágenes evocativas, de archivo y material histórico, la voz de Mahmoud Alhaj nos conduce a través de un viaje que se desarrolla durante décadas y tres generaciones. «La pieza explora la transformación de los métodos de guerra y su relación con la ética, la memoria, la tecnología y la violencia ejercida contra la población palestina».

La artista Rehaf Batniji nos muestra a través de un collage de fotografías formas y colores que parecen hablar de libertad en la costa de la Franja de Gaza, y que contrasta con las limitaciones que han venido sufriendo sus habitantes desde hace décadas. “Un documento de una realidad que no vemos, que no nos llega, que ni siquiera los palestinos de otras regiones pueden ver si no es a través de la mirada de los propios habitantes de Gaza, invisibilizados, bloqueados. La fotografía se convierte aquí en un documento de vida, en una forma de resistencia”.

Caras, vidas, anhelos y ansiedades de 15 jóvenes frente a la avalancha de tremendas imágenes de palestinos muertos y heridos, frente a una enumeración que crece vertiginosamente de víctimas, un frío recuento de muertos hasta la náusea, hasta, como repite Maruja Torres en X, “hasta que nos sangren los ojos”.

‘Tadafuq / Fluir: artistas palestinos en movimiento’ puede visitarse gratuitamente en Casa Árabe, en Madrid y en Córdoba, hasta el 11 de febrero de 2024.

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Comentarios

  • Un viaje de 3.500 años por el Nilo, mucho más que un río

    Por Un viaje de 3.500 años por el Nilo, mucho más que un río, el 03 diciembre 2023

    […] Casa Árabe, en Madrid, aparte de la extraordinaria –por muchas razones–exposición de 15 artistas palestinos, podemos también visitar hasta finales de enero ‘El Nilo es más que un río’, una poliédrica […]

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