15M, diez años después: las vías que se abrieron

Una de las asambleas del 15M en la madrileña Puerta del Sol.

La plaza bullía de vida. Cientos de personas se acercaban cada día y dormían todas las noches en ella, soñando con la SOLución. Eternas asambleas de hasta 3.000 personas conseguían integrar un descontento mundial y que pronto tendría sus réplicas en otras ciudades de otras comunidades, países y continentes. Tras su levantamiento, la acampada transitó entre infinitos debates, estrategias, estructuras. Tenía que haber espacio para todos. Y para todas. Todo comenzó un 15 de mayo de hace 10 años, en el kilómetro 0 del Estado Español, y sus ecos aún persisten en la sociedad. Recordamos esa fecha histórica de la mano de Julia Ramírez-Blanco y su libro ‘15M. El tiempo de las plazas’. El día en que la ciudadanía dejó de ser pasiva. Algunas semillas que sembraron aún perduran.

Puedes seguir al autor Guillermo Martínez en Twitter aquí: @Guille8Martinez

Democracia Real Ya convocó una manifestación que terminó en la madrileña Puerta del Sol. Unas 40 personas decidieron permanecer en ella por la noche. “Al principio, la acción era meramente antirrepresiva para denunciar las cargas policiales y los detenidos que había. La Policía les dejó quedarse esa primera noche para, un día después, desalojarles”, relata Julia Ramírez-Blanco, autora de 15M. El tiempo de las plazas (Alianza Editorial, 2021). Pero ya era tarde: la semilla estaba plantada sobre el empedrado.

El clima de desapego hacia la clase política de la mayor parte de la sociedad eclosionó en un periodo preelectoral en la región madrileña. Los recortes en los servicios públicos por la crisis económica de 2008 empezaban a hacer mella en muchas capas de la sociedad, tantas como las que se acercarían a participar, integrar y curiosear aquellos días de sol radiante por la Puerta del Sol no exentos de incómoda lluvia. “Los primeros activistas que levantaron la acampada eran jóvenes que procedían de experiencias como las de los centros sociales okupados. Más tarde irían miles de personas alejadas de los movimientos sociales, de ideologías diversas, incluso despolitizadas hasta ese momento. Sol se convirtió en el punto de encuentro entre diferentes que no proporcionaba ningún otro lugar más que la plaza”, en palabras de Ramírez-Blanco.

La ciudadanía dejó de ser pasiva. La gente no había vivido por encima de sus posibilidades y lo estaban haciendo saber. Querían gobernarse a sí mismos y estaban demostrando que era posible, pues la clase política no era necesaria en la acampada. ¿Para qué? Aquellos indignados hacían ver al mundo cómo funcionaban a partir de estructuras clásicas de la cultura autogestionaria. “La acampada demostraba, desde el prisma arquitectónico y frente a la estructura de un edificio, la horizontalidad contra la jerarquía”, comenta al respecto la escritora y profesora en el Departamento de Historia del Arte de la Universidad de Barcelona.

Un nuevo lenguaje protagonizó la comunicación entre los asambleados (que se contaban entre los 1.000 y 3.000), y con él símbolos, gestos, iconos que aún perviven. Entre ellos, el grito y aplauso mudo. Según la autora, “el grito mudo del 21 de mayo, antes de la jornada de reflexión, supone la acción de desobediencia civil más grande que se ha dado en el Estado Español desde la democracia. Fueron 20.000 personas que desafiaron a la Junta Electoral a las 12 de la noche, el momento en que la acampada pasaba a ser ilegal”.

El 15M fue tan real y masivo que hasta en sus estructuras internas salieron a relucir algunos comportamientos de los que nadie, hoy, se sentiría orgulloso. Fue el caso de lo que ocurrió en Madrid, donde la Comisión de Feminismos dejó de dormir en la plaza por diversas agresiones sexuales, y también en Barcelona, donde su homóloga encontró problemas para realizar un taller de autodefensa para mujeres. Así relata Ramírez-Blanco otro de los sucesos en la capital: “Colgaron una pancarta en Sol que decía que la revolución será feminista; algunas personas gritaron en su contra y la terminaron quitando. Lo ocurrido se trató en la asamblea general, donde condenaron lo ocurrido, se volvió a poner la pancarta y la Comisión organizó un taller de feminismo para principiantes. Esa masividad del movimiento hizo que confluyeran personas con diferentes sensibilidades, pero también es importante remarcar la labor pedagógica en un momento en el que el feminismo no estaba tan extendido”.

Ese entusiasmo contagiado, colectivo y explosivo de alegría inyectó una vacuna frente a los años oscuros de la crisis que vendrían después y permitió que la ciudadanía se enfrentara a ella de otra forma, con una sensación de que eran capaces de hacer cosas, que no estaban derrotados previamente, parafraseando a la escritora. Ella misma trata en su monografía las conexiones entre acampadas propiciadas al calor de la crisis financiera. La Primavera Árabe fue el epicentro del inicio; luego irían de país en país: Atenas, Portugal y Nueva York con Occupy Wall Street.

Pero esa ilusión y esperanza se fue apagando, aunque no todo era negativo. La masividad se convirtió en asambleas deslocalizadas en los distritos y barrios de las ciudades y sí que se consiguió un cambio generacional en el activismo: “Del 15M tomaron fuerza movimientos tan relevantes como la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH), los Yayoflautas, el 15MpaRato, hubo un nuevo incremento de centros sociales okupados y se produce la reconfiguración del movimiento en defensa de los servicios públicos como las mareas de educación y sanidad, que plantean la cuestión más allá de lo laboral, como algo que incumbe a toda la sociedad”, en palabras de la docente de la Universidad de Barcelona.

Las cosas, desde luego, habían cambiado. El ‘No nos representan’ empezó a metamorfosear hacia un “quizá pueden representarnos”. Nuevos partidos políticos intentaron aglutinar el descontento que un día inundó hasta 200 ciudades en el Estado Español, las mismas en las que se contabilizaron acampadas por el 15M. “El Partido X, ahora inexistente, fue el primero en impulsar el programa participativo, la financiación a partir del micromecenazgo y las listas abiertas; unos aspectos que después incorporarían otros partidos de mayor alcance”, explica la escritora.

En 2014 nació Podemos. Al poco tiempo, decenas de candidaturas populares eran clave en los gobiernos locales. Años después, de Podemos saldría Más País, y así hasta ahora. “Yo creo que vienen tiempos de movilización. Puede parecer menor, pero este año ha habido mucha producción cinematográfica sobre disturbios, aparte de que se han dado disturbios reales, y me parece sintomático de un estado de ánimo de frustración y rabia que saldrá, aunque a ver cómo se expresa”, concluye Ramírez-Blanco. Podrá pasar el tiempo, el espacio, los gobiernos, las crisis, incluso como en este caso, 10 años, pero el 15M siempre será ese movimiento que demostró que otra forma de vida, cuidar y transitar es posible. En presente: es posible.

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