¿Por qué no evitasteis las lágrimas de los toros, la tortura animal?
Acabo de leer ‘Naciendo en otra especie. Antología de poesía Capital Animal’, un libro coordinado por Ruth Toledano y Marta Navarro que recoge poemas en torno al maltrato animal. Y me ha hecho volver a preguntarme: ¿cómo es posible que sigamos insistiendo tanto en la tortura, que sigamos recogiendo en las secciones de Cultura de los periódicos esa práctica en la que un torero seca con un pañuelo las lágrimas del toro al que está a punto de matar para regocijo del público?, ¿cómo es posible que no reaccionemos a la extinción masiva de especies animales, tal como ha alertado Naciones Unidas esta semana?
Hace justo ahora tres años que se celebró Capital Animal en Madrid, un movimiento que nació desde el mundo de la cultura para denunciar que no se puede ser indiferente al maltrato animal, mucho menos desde el arte, la filosofía o la literatura. Promovido por Ruth Toledano y Rafael Doctor Roncero, con el apoyo de decenas de artistas, pensadores y escritores, Capital Animal significó un antes y un después dentro de la lucha por los derechos animales en España, un vendaval que sacó a numerosos artistas de su torre de marfil. El antiguo Matadero, hoy centro de arte y de cultura, La Casa Encendida o el Reina Sofía fueron algunos de los escenarios que alojaron durante los meses de mayo y junio las voces de los animales, un grito de socorro que muchos aún se niegan a oír.
Capital Animal fue también un momento importante a nivel personal. Coincidió con mi decisión de dejar de comer animales, vestirme con su piel y tratar de evitar usarlos para nuestro consumo en todos los ámbitos. Cuando a partir de esta experiencia, que ha dado pie a un libro, me preguntan por qué lo hago, suelo responder al periodista o al interlocutor que por qué hacer lo contrario. ¿Por qué sometemos a los animales a un sufrimiento que a todas luces es injusto e innecesario?
Y justo estos días me ha llegado a casa un ejemplar de Naciendo en otra especie. Antología de poesía Capital Animal (Plaza y Valdés), coordinado por Ruth Toledano y Marta Navarro. El libro recoge poemas de las propias antólogas, así como de Jesús Aguado, Marta Agudo, Jordi Doce, Patricia Esteban Erlés, Antonio Colinas, Antonio Gamoneda, Chantal Maillard, Juan Carlos Mestre o Jorge Riechmann, entre otras voces. Aunque editado para la ocasión, en 2016, no lo había leído hasta ahora. Un desfase que en realidad me ha alegrado porque he podido leer los textos con una mirada renovada, aún más convencida de que acabar con el maltrato animal es una de las asignaturas pendientes, urgentes y necesarias de nuestro tiempo.
Cada día mueren millones de animales en esos campos de concentración que eufemísticamente llamamos granjas. En España tenemos el deplorable gusto de llamar fiesta a la tauromaquia. En los zoos sobreviven a la tristeza y al cautiverio miles de animales. Concederles derechos, considerarlos como habitantes tan dignos como nosotros a vivir en un planeta que no es nuestro, es una tarea tan urgente como la lucha contra el cambio climático y la degradación de la naturaleza. Por cada árbol que se tala indiscriminadamente, por cada tóxico que llega a nuestro organismo o al de los animales y las plantas, por cada gramo de dióxido de carbono y de otros gases de efecto invernadero que alcanza la atmósfera, nos alejamos un poco de nosotros mismos, nuestro rostro se desdibuja y se empieza a hacer más borroso.
«Mil quinientos lobos y cuarenta y seis millones de humanos ocupan el territorio ibérico. Tres mil quinientos tigres y siete mil millones de humanos habitan este mundo. Demasiado graves las cifras, demasiada desmesura./ Me duelen centenares de miles de lobos y tigres y panteras y elefantes. En el reino de las bestias yo soy la intrusa «, escribe Chantal Maillard en Naciendo en otra especie.
El ecologismo y el animalismo deberían ir de la mano en la lucha por un mundo más justo para todos, también para los animales, nuestros hermanos. Creo que no se puede ser ecologista si no se tienen en cuenta los derechos de los animales. Y no se puede ser vegano sin la ecología. El cambio climático puede acabar con millones de especies, ha alertado un informe de Naciones Unidas. Pero hemos llegado a una situación en la que ya no valen los gestos. Necesitamos cambios reales ya. Un cambio global que apueste por un nuevo modo de relacionarnos con el planeta, alejado de un capitalismo salvaje que reduce todo a mercancía.
En la introducción que hace a Naciendo en otra especie, Marta Navarro parte de una cita del poeta Jorge Riechmann: “A quienes hemos vivido –digamos, entre 1980/ y 2020– se nos preguntará: ¿pero qué hiciste / en aquellos años decisivos, cuando todavía era posible / evitar lo peor? / ¿Qué hiciste / y qué dejaste de hacer?”.
¿Qué hicimos?
Comentarios
Por Yo soy esa Españistan, el 19 mayo 2019
Ejemplo de mal país,la malaleche y la malasangre es su mayor riqueza.