Moda sobre ruedas… Recicladas
Un nuevo proyecto llamado ‘Neomatique’ busca nuevas alternativas de reciclaje para los neumáticos desechados en el aún poco sostenible mundo de la moda. Las diseñadoras Lucía de Gustin y Miriam Cano ya se han embarcado en la aventura de crear ‘moda sobre ruedas’, complementos a partir del caucho reciclado.
Miles de toneladas de ropa usada aterrizan cada año en Haití desde el mundo rico del norte de América. Son recogidas por congregaciones y asociaciones como muestra de solidaridad ‘con los pobres haitianos’, pero en Haití ya no saben qué hacer con esa ingente cantidad de residuos en forma de vestidos, camisetas y hasta abrigos que llegan a un lugar donde jamás hace frío. Este mercado insostenible de la moda es universal: en Europa, cada uno y una compramos de media 26 kilos de ropa al año, según la Agencia Europea de Medio Ambiente, y el 87% acaba incinerado o en un vertedero, aquí o allende nuestras fronteras, como nos cuenta un informe del Banco Mundial. Es más, si hablamos de fibras sintéticas, podemos encontrar sus restos, de hecho ya se ha hecho, desde los lagos remotos del Ártico a los ríos glaciares de la Antártida.
Para muchos millones de prendas es un viaje de ida y vuelta. Basta mirar las etiquetas para comprobar que nos han llegado de muy lejos. En concreto, el 85% de la materia prima, el 92% del agua y el 93% de la tierra que se precisa para su producción están en países en desarrollo, donde esta industria genera hasta el 76% de las emisiones de gases de efecto invernadero en sus lugares de origen.
Ahora vayamos a otro sector industrial: el de los neumáticos. En el mundo se producen unos 1.000 millones de unidades al año y el Consejo Empresarial Mundial para el Desarrollo Sostenible estima que hay al menos otros 4.000 millones en vertederos de todo el mundo. En realidad, basta salir del hemisferio norte para ver torres de ruedas acumuladas a las afueras de ciudades de América Latina, África o Asia, algo que afortunadamente desde hace años cuesta ya ver en nuestro continente.
¿Por qué no dar un paso adelante y aunar ambos sectores, la moda y las ruedas, darles una vuelta de sostenibilidad aplicando la innovación tecnológica al diseño? La respuesta a esta pregunta es el proyecto Neomatique, una plataforma auspiciada por Signus Ecovalor y Slow Fashion Next que busca encontrar nuevas salidas a un material del que dependen nuestros vehículos pero nos sobra cuando lo desechamos y que, con tratamientos y diseños adecuados, puede resultar útil para las pasarelas de moda. De momento, las diseñadoras Lucía de Gustin y Miriam Cano ya se han embarcado en la aventura, y la primera de ellas ha creado pendientes, pulseras y un bolso a partir del ese compuesto vulcanizado.
“Hemos avanzado mucho desde 1998, cuando se aprobó la primera normativa de residuos, pero seguimos teniendo vertederos. Ahora es cuando se va a aprobar una nueva ley que los quiere hacer desaparecer y favorecer una economía circular real. Hoy las empresas ya comienzan a contar en sus procesos con elementos que antes iban a la basura y ahora se descubre que tienen nueva vida. Con los neumáticos fuera de uso que recogemos en Signus ya se hacen muchas cosas, como carreteras, parques, campos de fútbol e incluso suelas de calzado, pero hay oportunidades en otros sectores, como el de la moda o la decoración, y queremos aprovecharlas”, explica Isabel López-Rivadulla, portavoz de Signus.
Neomatique es, en realidad, un espacio virtual en el que reunir a quienes venden los materiales con los centros de investigación y los profesionales de la creación y el diseño que quieran conocer las nuevas opciones que presentan los millones de neumáticos que cada año acaban en las empresas asociadas a Signus. En total, casi 200.000 toneladas de ruedas en desuso cada año, dispuestas, una vez tratadas, a ser nuevos objetos. El mapeado que han hecho por todo el mundo para iniciar este proyecto ha abierto un sinfín de posibilidades.
“Como diseñadora, viajé mucho por Asia antes de iniciar Slow Fashion Next. Allí conocí los impactos de la fábricas textiles, comprobé cómo se contaminaban los ríos con esta industria. En la naturaleza no hay residuos y es toda una lección. Pero vamos cambiando poco a poco. Hace 10 años, si buscabas por Internet no había nada que hablara de moda sostenible en español y ahora hay miles de referencias. Pero no se trata sólo de usar tejidos orgánicos de algodón o cáñamo, se trata de evitar contaminar”, señala Gema Gómez, directora de Slow Fashion Next.
En la presentación de Neomatique la semana pasada quedó claro que si las empresas comienzan a cambiar es porque también son más los consumidores que se fijan en las etiquetas para comprobar de dónde viene lo que adquieren y con qué está hecho. “No ocurre tanto como en la alimentación, pero sí que está en aumento, así que pensamos que era buena idea dar visibilidad a nuestro material para crear diseños. Se trata de que utilicen el polvo de neumáticos, de forma que pierde su aspecto industrial”, explica López-Rivadulla.
Este polvo, usado con impresoras 3D, ha dado un vuelco a las posibilidades de lo que eran ruedas, permitiendo realizar objetos de diseño que eran impensables hasta ahora. Eso sí, dado que parte de sus elementos son tóxicos, las piezas realizadas se recubren con resinas vegetales para evitar que contacte directamente con la piel. “Hace años que colaboraba con Gema en moda sostenible porque me di cuenta de que los diseñadores derrochábamos muchos tejidos en nuestro trabajo y que podían tener salida. Ahora, trabajar con este material hecho de polvo de neumáticos ha sido un reto. Y el resultado es muy innovador, así que animo a otros creadores a experimentar como yo he hecho en las piezas que se han presentado en Neomatique”, anima Lucía de Gustin.
Un pensamiento compartido por todas las involucradas es, además, la necesidad de cambiar la forma de consumo de aquello que nos viste. “La pandemia nos ha obligado a parar y ver que no necesitamos tanto, que podemos vivir perfectamente con menos cosas”, señalaba durante la presentación la representante de Signus. Además, lanzaba una pregunta al aire de las que requieren una reflexión: «¿Qué es más sostenible: un algodón orgánico que viene desde la India o un residuo industrial que se recicla en el lugar que se produce y acaba reutilizado?».
Hace unos días, la BBC publicaba una investigación según la cual China está obligando a cientos de miles de miembros de la etnia de los uigures y de otras minorías a realizar duros trabajos en los campos de algodón de la región occidental de Xinjiang. El Gobierno chino lo ha negado, pero se cree que medio millón de personas están siendo obligadas a recolectar ese algodón que nutre las fábricas textiles. Por otro lado, la fundación holandesa Changing Markets denunciaba en su informe Moda sucia la contaminación y las enfermedades que genera la viscosa en su proceso de producción, pese a que en algunos ámbitos se vende como el tejido más sostenible.
“Iniciar proyectos como este que se basan en la sostenibilidad es muy ilusionante para el equipo de Signus», concluye López-Rivadulla. «Tenemos 16 plantas de reciclaje, así que cuantas más salidas tenga el material que conseguimos mejor”.
COMPROMETIDA CON EL MEDIO AMBIENTE, HACE SOSTENIBLE ‘EL ASOMBRARIO’.
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