Ruth Montiel: “Escapemos del individualismo y fortalezcamos lo colaborativo”
La fotógrafa –y artista multidisciplinar- Ruth Montiel Arias (Palmeira, A Coruña / 1977) es una de las creadoras españolas más comprometidas con las causas medioambientales. En su web podemos leer su ideario y posicionamiento artístico: “Las consecuencias de nuestra acción sobre un planeta tratado como mina de recursos quedan expuestas, cuestionando la moral hegemónica que nos ha llevado a este punto”. Continuamos así en ‘El Asombrario Recicla’ nuestra serie con fotógrafos concienciados con el cuidado del planeta, que abrimos en mayo con Maite Caramés.
Varios de los proyectos de Ruth Montiel Arias investigan con fuerza un mundo diferente del que hemos construido. En El 2%, por ejemplo, analiza los distintos patrones relacionales del humano con los primates no humanos en el último siglo, para poder plantear nuevas coexistencias en las que el objetivo principal sea proteger y construir un mundo utópico donde se incluya a los animales no humanos como ente principal.
En Prácticas alquímicas para una ciudad, un proyecto nacido en A Coruña, conviven técnicas tradicionales, lenguajes contemporáneos y activismo político y medioambiental. Construye un trabajo que indaga en la relación entre las personas y los olores de su ciudad y que genera interés sobre el aire que respiramos y su composición; crea así una conciencia sobre la contaminación y la apropiación de ésta sobre la naturaleza.
Hemos charlado con ella dentro de la serie de entrevistas de nuestra sección El Asombrario Recicla (en colaboración con Ecovidrio) a fotógrafos que hacen de la conciencia ambiental parte fundamental de su quehacer creador.
¿Cómo valoras esas acciones personales y domésticas que todo el mundo puede llevar a cabo como el reciclaje? ¿Crees que debería haber una mayor movilización ciudadana respecto a la defensa del medioambiente?
Por supuesto creo que ninguna persona quiere perder el espacio en el que habita, pero no es fácil generar una movilización de estas características en un mundo tan capitalista como en el que estamos, y con una brecha social tan extrema. ¿Cómo le vas a pedir a la población sin recursos que se preocupe de un planeta que están destruyendo los que más tienen? Berta Cáceres decía: “Debemos acabar con el capitalismo para proteger al planeta”. Es muy importante la acción individual de cada persona. Lo personal es político y más en los momentos que estamos viviendo, pero creo que debe ir acompañado de asociacionismo y trabajo en grupo; ahora más que nunca debemos escapar del individualismo para fortalecer lo colaborativo, solo así conseguiremos frenar la situación actual.
¿Cuánto hay de activismo en trabajos tuyos como ‘El 2%’, ‘Bestiae’ o ‘Ánima’? En general, ¿te consideras una artista comprometida?
Entendiendo el activismo como la estimación primordial de la acción, en contraposición al quietismo, sin duda alguna; mis trabajos tienen una dedicación fuerte en la idea de persuadir al público para que reflexione y se puedan generar cambios en su comportamiento. Trabajos como los que mencionas van incluso más allá, debido a que en ellos no sólo he pensado en el público sino que, durante todo el proceso, he generado situaciones y encuentros que se prestaron a la reflexión, debate y situaciones donde el discurso del trabajo encontraba la función que deseaba. Me considero una persona consciente de lo que pasa a mi alrededor con los pros y contras, con mis defectos, contradicciones y el cansancio que conlleva despejar la mirada en medio de este mundo. Ante esto no queda más remedio que sacar fuerzas y actuar. En mi caso, el arte es uno de los campos que he elegido.
¿De dónde surge esa necesidad tuya por defender el animalismo?
Diría que más que una necesidad es una obligación, ya que en el momento en que eres consciente de la explotación sistemática a la que sometemos a todos los animales no humanos del planeta, es difícil no tener una posición en la vida y trabajar para erradicar esta conducta atroz que tenemos como especie.
En el texto que acompaña a tu trabajo ‘Chisa’ dices: «Destrucción controlada, atacar a la enfermedad con su propia arma, despojar a la naturaleza de su propio juicio ante el control evolutivo, el débil ante el fuerte y éste ante el más fuerte, en toda guerra siempre hay sacrificios, pero ante el pulso con la tierra, el humano siempre tiene las de perder». ¿Crees que la pandemia, por ejemplo, es un movimiento de defensa de la naturaleza frente al avasallamiento humano? ¿Cómo deberíamos detener esta guerra que mantenemos con el planeta?
No creo en la idea de que la naturaleza se esté vengando del humano, o que las catástrofes cada vez más frecuentes sean un castigo de la Madre Tierra, sino que, como todo circuito que contiene vida y enferma, este intenta curarse erradicando aquello que genera la enfermedad y, si no puede, acabará falleciendo. Pero no nos equivoquemos, no es la Tierra contra los seres humanos, sino estos contra sí mismos, y en el camino se están llevando a todas las especies que habitan en el planeta. En el caso de la pandemia, con las investigaciones que se han ido haciendo en este último año y más concretamente con el último informe de la OMS que muestra que el origen del virus es debido a nuestra relación de explotación con los animales, es evidente que, si no consumiéramos animales, esto no habría pasado, por lo que la culpa es exclusivamente humana. Considero que la erradicación de la explotación animal y el decrecimiento son las medidas urgentes para parar no solo nuestra posible extinción, sino la de todo ser vivo del planeta.
¿Cómo afrontas tus trabajos? ¿Cuál es el proceso de creación? ¿De dónde sale la chispa para cada uno de ellos? La mayoría de los trabajos a los que me enfrento surgen de manera circunstancial, es decir, decido abordar los temas según se van cruzando en mi día a día y cómo se van generando las oportunidades para poder adentrarme en ellos. Muchas veces estoy con varios trabajos activos que voy abriendo o cerrando según el material que vaya obteniendo, las puertas que consiga abrir y los recursos económicos que pueda conseguir, siendo esto último lo más difícil en esta profesión. Para el tipo de trabajo que realizo los procesos son bastante largos, ya que la parte de investigación y estudio suele ser extensa al necesitar mucha información bien documentada y argumentada para afrontar los temas que se abordan en mi obra. La segunda parte del trabajo la centro en una gran recopilación de material con el que iré dando cuerpo al discurso, y es aquí donde voy viendo cuestiones de formatos y materialización, ya sea fotografía, vídeo, acción, sites, instalación, intervención… No soy nada purista respecto a lo formal y la técnica, pero la exigencia y el análisis a la hora de trasladar el discurso a los objetivos que me marco quizá sea lo más característico en mi manera de afrontar lo que hago.
Si tuvieras que elegir tres de tus proyectos, ¿cuáles serían? Una pregunta difícil de contestar. Si tengo que escoger solo tres te diría que El 2% es uno de los trabajos más enriquecedores que he tenido, debido a su carácter colaborativo, un proyecto en el que han participado de manera directa 17 mujeres increíbles, de las que he aprendido muchísimo y que han brindado una cantidad de conocimiento y experiencia que se ha podido reflejar en la publicación y la web. Ellas son: Rebeca Atencia, Macarena Montes Franceschini, Laia Dotras, Liz Tyson, Olga Feliu, Catia Faria, Teresa Sauquet, Marta Tafalla, Lorena Aguirre, Yulán Úbeda, María Bláquez, Elisa Gregorio, Sara Hernández Cofiño, María Carreras, Layla Martínez, Marta Merchán Méler y Marian Torres.
Sin oro no hay hombre también es de esos trabajos que te marcan de por vida, con los que te deconstruyes para aprender y callas para escuchar. Haber estado en el alto Perú acompañando a lideresas que protegen sus tierras contra las grandes empresas extractivas y poder adentrarme en la luchas sindicales de trabajadores mineros sudafricanos me ha enseñado cómo la visión eurocentrista que tenemos intenta acallar sus voces y luchas, para que podamos seguir extrayendo sus recursos y así poder perpetuar nuestros privilegios.
Terminaría con Bestiae, proyecto que me ha llevado al límite en muchos aspectos. Convivir con cazadores y presenciar su relación con los animales, tanto aquellos que consideran sus aliados (perros) como aquellos que matan (jabalíes, corzos, ciervos, lobos, zorros, conejos, perdices…) ha sido una experiencia muy intensa que me llevó a recopilar las herramientas necesarias ético-morales, antropológicas y psicológicas para transmitirlas desde el arte en un proyecto afín a la causa de erradicar esta práctica de manera urgente.
Comentarios