“La tecnología nos atonta tanto que ni añoramos el paraíso perdido”
La ingeniera y paisajista Inma Gascón se define como consultora de lo verde. Es vicepresidenta de la Asociación Española de Arboricultura y dirige el blog ‘Naturaleza Urbana en Sociedad’, un espacio donde trata de concienciar de los cambios y transformaciones que las ciudades necesitan en materia de sostenibilidad e infraestructuras verdes. “Hay que hacer pedagogía accesible en una sociedad en la que conviven apasionados de la naturaleza junto a un volumen importante de intolerantes a ella”, señala en esta entrevista. También nos habla de jardines, de filosofía, educación y de cambio climático. “Repensarnos, explicar desde el optimismo a la ciudadanía, solicitándoles participación activa, sin alarmismos ni catastrofismos, son claves para afrontar el reto del calentamiento global”.
Las idea de jardín está ligada a la felicidad, a la belleza, al bienestar y la buena vida. ¿Qué virtudes y beneficios físicos y espirituales nos regala su cultivo?
Sobre todo es una cuestión de un manejo distinto del tiempo y del espacio. En lo espiritual, el jardín te lleva a sus tiempos, te serenas, la prisa y la inmediatez dan paso a los tiempos naturales, se rompe ese reloj con el que funcionamos habitualmente y te aporta serenidad y placidez. Yo lo llamo el placer de lentear, es un viaje a ninguna parte, que te permite encontrarte contigo en una meditación activa y reposada, de forma que te recolocas, te paras en los detalles, aprendes a mirar, a escuchar, y a percibir los aromas, con un notable cambio en la percepción de las cosas.
A partir de ahí, lo urgente y lo importante que nos marca la rutina se desdibujan y tu manera de funcionar cambia porque tú cambias. En el proceso aprendes a hacer, a no intervenir (o a intervenir menos) y a respetar. Entiendes que formas parte de algo. En lo relativo a lo físico, la actividad física a la que te obliga, con frío, con calor y con otras condiciones meteorológicas, pone a prueba tu esfuerzo y te recompensa (más en el huerto jardín); te hace encontrarte mejor físicamente, adecuando la actividad a tus posibilidades, el jardín es un lugar favorable para el trabajo físico y el descanso en el mismo espacio. En cuanto a la belleza, no podemos perder de vista que el jardín (salvaje o no) es intervenido por el hombre, no es un espacio natural, aprender a conformarlo tiene su ciencia (armonía, volúmenes, aromas, manejo de las especies, el suelo y el agua) y exige conocimiento. Para mí el mejor jardín es el que parece que no está intervenido.
La Academia de Platón. El liceo de Aristóteles. El jardín de Epicuro. La filosofía, ese amor por la sabiduría que surge del asombro de los seres humanos, de su extrañeza de existir, de ese misterio de estar vivos, encontró en los jardines, en esos espacios cercados, un lugar ideal para preguntarse por la naturaleza, por el ser humano, y para el desarrollo de las ideas…
En el taller de Liter Natura imparto una sesión en la que tocamos “el Placer de Caminar”; como bien apuntas, existe una larga trayectoria de vínculo de la filosofía a los Jardines. La propia escuela Peripatética de Aristóteles poseía un jardín por el que, según la tradición, el maestro paseaba con sus discípulos. Pasear o estar en un jardín o espacio natural de proximidad junto a tu casa, público o privado, lo trabajes o no, te permite aproximarte a la naturaleza y vincularte a esta, conformando una nueva percepción de nuestro lugar en el mundo en la línea que os comentaba antes. Enredarte jugando con los bichos, haciendo casitas, o con la tierra para los más pequeños, o leer o conversar por parte de los mayores, que emplean los jardines en una actitud más reposada, te permite cambiar percepciones en todas las edades. Por ello considero fundamental disfrutar de espacios públicos de calidad, próximos a nuestro día a día, cálidos al disfrute como una dotación necesaria e imprescindible.
¿Tenemos nostalgia del paraíso perdido?
En general, como sociedad estamos tan atontados con la tecnología que ni la tenemos. Especialmente los urbanitas vivimos alejados de la naturaleza; solo cuando nos paramos, por imposición (un despido, la pérdida de un ser querido, una separación o una enfermedad incapacitante…) en circunstancias límites traumáticas, o en períodos de descanso prolongado, te hacen despertar. Lo ideal sería tener una cierta nostalgia para desear volver a ello. Desgraciadamente, hay quien no despierta a ello, y por tanto no puede añorarlo.
El pictograma de la palabra descanso en el idioma chino evoca a una persona que se encuentra bajo un árbol, una persona protegida bajo sus ramas. Para el naturalista y escritor Joaquín Araújo, un árbol es como un monje zen que “nada pretende y todo lo consigue”. Somos un bosque que un día echó a andar…
Joaquín tiene innumerables ideas sencillas y de calado, una de ellas es esta. En la actualidad, para los que no me conocéis soy vicepresidenta de la Asociación Española de Arboricultura, me embaucó Jacobo (Llorens) hace 10 años para que formara parte de la junta directiva. Entender los tiempos de los árboles y su enormidad, lo que nos reportan y cómo los tratamos, comprender cómo trabajan y gestionarlos, manejarlos y cuidarlos, disfrutándolos, pero considerándolos que son legado para los que vendrán. Sería genial que gestores, políticos, medios de comunicación y ciudadanos entendieran que transcienden los tiempos del ser humano y debemos respetarlos. Joaquín Araujo, Ignacio Abella y Francis Hallé son voces maravillosas que nos hablan de ello.
En ´Elogio de la sombra’, un pequeño tratado de sabiduría oriental que tú recomiendas, se lee: “Nosotros los orientales creamos belleza haciendo nacer sombras en el lugar más desangelado”. A menudo, las cosas que brillan demasiado nos ciegan…
Así es, es una de las lecturas con las que abrimos el Taller de Liter Natura. Preguntabas antes si tenemos nostalgia del paraíso perdido, y al comienzo te comentaba cómo “conservar o estar en un jardín te cambia las percepciones”. El mundo occidental vive culturalmente atrapado en las cosas que brillan, en sentido literal y figurado. Esta joya de Tanizaki, un libro pequeño y ameno, te enseña a apreciar la importancia de la sombra en la cultura oriental, desde la sutileza de los colores y sus matices. Si lo trasladamos a los jardines, nos habilita para comprender los distintos matices de sombras en el arbolado, lees más a gusto bajo la sombra de un Celtis aquí en Mallorca en verano que bajo la de un pino.
La casa de todos está ardiendo. El cambio climático y el colapso ecológico deberían ser nuestra principal preocupación y prioridad. El tiempo se agota. El sistema actual de consumo, la producción y el rendimiento incansable y el despilfarro de recursos naturales están poniendo en peligro nuestra supervivencia y la de las futuras generaciones. Sin el compromiso decidido de gobiernos y ciudadanos, el objetivo de frenar el calentamiento global no parece factible. ¿Qué deberíamos estar haciendo ya y no hacemos?
Repensarnos, explicar desde el optimismo a la ciudadanía, solicitándoles participación activa, sin alarmismos ni catastrofismos que les lleven a tirar la toalla antes de arrancar. Y transformar la función pública, dotar de recursos suficientes para que no se quemen personas comprometidas en el ejercicio de la función del servicio público, y simplificar los procedimientos administrativos, en una época en la que se precisa gente comprometida dentro y acciones rápidas más que nunca.
La educación, además de los acuerdos políticos, son clave para afrontar juntos este reto colosal…
Podemos y debemos trabajar en presente y a futuro, en presente movilizando y contagiando cambios en las generaciones de presente, y a futuro trabajando en un discurso realista pero aterrizado que empodere a las generaciones a las que les dejamos un futuro peor que el que nos encontramos. Docentes preparados y con actitud vital positiva, un gran reto.
¿Cómo debería ser la escuela ideal del siglo XXI ante los problemas que se vislumbran en el horizonte?
No tengo conocimiento suficiente para pronunciarme, pero puedo expresaros cómo desearía que fuera. En mi experiencia de docente universitaria, aplicándola a los niños en la línea de El sentido del Asombro, de R. Carson, desearía que fuese creativa, bien dotada, tecnológica, pero con muchas horas de contacto con el entorno natural. Tras la crisis sanitaria del covid-19, numerosos centros sacaron las aulas a los jardines o los espacios públicos. Algunos docentes más motivados han continuado con este espíritu, pero, como con el resto de las administraciones públicas, hemos cargado a los docentes con una ingente carga de papel y obligaciones administrativas, también aquí debemos simplificar y poner el foco en el centro, el alumnado. Ahora bien, no podemos descargar todo sobre la escuela, debe ir necesariamente acompañada de las familias, la formación por mimetismo en el entorno familiar tiene una importancia capital.
En 2050 la gran mayoría de los seres humanos serán urbanitas, vivirán en las ciudades. ¿Cómo debemos ir transformándolas para hacerlas más verdes, más sostenibles, más habitables?
El blog Naturaleza Urbana rueda desde febrero de 2019; en él trato de concienciar del relato Naturaleza Urbana en Sociedad. Los cambios que las ciudades necesitan pasan forzosamente por que los ciudadanos lo permitan y posibiliten. Por ello hay que hacer pedagogía accesible. En una sociedad en la que conviven apasionados de la Naturaleza junto a un volumen importante de intolerantes a la Naturaleza (no me gustan las flores, los frutos o las hojas porque manchan y no quiero árboles porque se pueden caer) la cosa se complica. Intervienen con vehemencia apasionados y detractores, canalizados a través de medios de comunicación y redes sociales llegando a políticos que, con el ánimo de acallar voces, desoyen a técnicos concienciados.
En otras ocasiones, el ruido llega al técnico-gestor que se desgasta, rindiéndose incapaz ante presiones contrarias a Soluciones Basadas en la Naturaleza. Necesitamos explicar a la ciudadanía la necesidad de transformar las ciudades. Los cambios en las políticas de movilidad son una oportunidad para la mejora de las Infraestructuras Verdes y azules, pero necesitamos una sociedad abierta y posibilista. No tenemos tiempo de “hacernos trampas al solitario” ni limitarnos a acometer acciones políticas que no pasan del eco-postureo. Este es para mí el asunto más complejo.
Te defines como consultora de lo verde y tu blog lleva por título ‘Naturaleza urbana en sociedad’. ¿Está la Administración pública, en todos sus ámbitos, concienciada en salvaguardar nuestro patrimonio verde, ampliarlo y conciliarlo con los otros elementos de lo urbano?
En la administración pública entra un saco de muchas cosas; los hay que sí que están concienciados y los hay que no. También hay un sesgo importante en las limitaciones en función del tamaño y los recursos disponibles, segregando en local entre Ayuntamientos grandes y pequeños. Como apuntaba la Cumbre de Río allá por el 92, debemos trabajar en local para conseguir acciones de alcance. Pero no solo es una cuestión de conciencia, necesitamos recursos, disponer de profesionales, educadores ambientales, biólogos, sociólogos; muchos de los ingenieros que llevan los servicios de parques y jardines no han sido preparados para este necesario cambio del modelo de gestión y menos aún para explicarlo a la ciudadanía, y precisan apoyos.
De igual modo, o aún con mayor ímpetu, precisamos trabajar en equipo con profesionales de otras áreas municipales que gestionan infraestructuras asociadas y conectadas, movilidad, alumbrado, redes de alcantarillado y saneamiento, servicios de recogida; como veis, tenemos mucho por hacer, junto a una visión de conjunto, y personal concienciado, necesitamos recursos personales y materiales con los que materializar las ideas.
COMPROMETIDA CON EL MEDIO AMBIENTE, HACE SOSTENIBLE ‘EL ASOMBRARIO’.
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