La poesía de Martín Gaite, el mejor rostro de la vida

La escritora Carmen Martín Gaite.

Cae el lector en un letargo hermoso y persuasivo al leer (o releer) la poesía de la gran Carmen Martín Gaite (Salamanca, 1925 / Madrid, 2000; falleció un día tal como mañana) y reconoce en ella la influencia de poetas como Lorca, como Plath, como Machado. Ella despliega en la piel de sus poemas la piel íntima, profunda y a la vez bulliciosa y cercana que también ellos desplegaron. Esa piel que es bandera y que es patria de la naturalidad, del miedo, de la reivindicación, de la persuasión, de la libertad y de lo mínimo como ámbito de resistencia, de los sueños de verdad, desprovistos de insulso romanticismo. Hoy, en la sección de verano ‘Champán y cocodrilos’ revisitamos su poesía en ‘A Rachas’, publicado por primera vez en 1973.

Tienen los poemas de Carmiña esa suavidad de quien jamás se cansa de dialogar con el futuro, con lo que aún no ha construido la vida, pero ya se intuye. Hay desengaño en cada uno de ellos, sea cual sea la época vital a la que pertenecen, pero también el júbilo de quien hizo de la juventud el único cántico capaz de hacer hablar a un ser humano. Carmen es soñadora en sus poemas, pero sin ese romanticismo neutro y neutral que hubiese hecho que su obra se marchitase con el paso del tiempo. Ella se aferra al escribir poemas a esa credulidad que llevan siempre entre las manos las primeras certezas a las que tiene acceso una persona:

“¡Ay! se han ido las nubes / sin llover”.

Aprende muy pronto que de las primeras verdades a las que se tiene acceso depende nuestra fortuna emocional.

Por eso Martín Gaite deja que en sus poemas prolifere ese vínculo arraigado a lo diario que tanto bien le hizo a su obra y a su palabra. No se entretiene en ditirambos, es clara y específica. Su mirada se apega a la realidad como lo hace la luciérnaga a la parte más oscura de la noche para que su vuelo tenga sentido y no sea tan solo la pirueta que está obligada a realizar por ser un coleóptero polífago.

Tiene un aliento unamuniano la poesía de este libro. Posee ese cisma que parte en dos a quien ve su fe quebrada por los malos intermediarios que tiene Jesús. Gaite es en algunos poemas, como Rastro borrado, la niña que se desfigura y se transfigura en un espectro de rebeldía crónica. Su poesía alberga la inocencia de la niña, pero también la picardía intelectual de la narradora madura preocupada por los estragos del Destino.

Gaite no abandona tampoco ese afán suyo por fracturar su pertenencia a lo provinciano. Poéticamente también es la mujer ventera que no teme sacar el cuerpo fuera del alfeizar, la mujer que no mienta el suicidio, pero que muere y resucita  cada vez que el aire la toca, cada vez que el aire dice su nombre:

“Abrid ya las ventanas. / Adentro las ventiscas / y el aire se renueve. / Quiero huir de los ámbitos / calientes y tapiados, / salir sin compañía / por el mundo adelante”.

Como decía un poco antes, Carmiña anda siempre inventando diálogos para atraer el porvenir, no le teme al desengaño, ni al espejismo, ni al peso, ni a la herida que está por llegar:

“Me tumbo boca abajo, / no tengo fuerzas para alzar de nuevo / la antorcha de mi risa de mi engaño; / primavera de luz inabarcable me pesas como un fardo”.

El lenguaje de la naturaleza es comprendido y ordenado por Gaite, sabe de su importancia y juega con los guiños que ella le regala hasta hacerlos espejos.

Gaite reconoce la necesidad de estar en equilibrio con otras poetas y se hermana con su léxico, porque tiene muy claro que asumir lo pretérito garantiza el presente de quien lo hace:

“Te invocaron sin tregua / a lo largo de un río subterráneo / de palabras marchitas / que vienen de Safo y Rosalía / a morir en mi boca”.

Algo que deslumbrará al lector de estos poemas son las hermosas canciones que nacen de su imaginación, ese ritmo lento con que construye el alma de su versos. Su poesía recuerda el ideario de Dickinson. Siendo poeta, Gaite está más sola que nunca y el corazón se le sale por la boca en cada imagen. Su lenguaje poético es un lenguaje desbocado, cristalino en la forma y profundo en el fondo.

Se percibe que la firmeza emocional de Machado guía su mano en muchos de ellos, aunque he de decir que en los versos de Gaite hay menos clasicismo y que hay un pálpito premeditadamente jubiloso pese a ese diálogo pertinaz con el fracaso. No es Gaite una poeta tierna sino pragmática, cercana a la filosofía, al existencialismo, a la sombra de Camus. La poesía de Gaite es apátrida y plural como lo fue él, está precedida del mejor rostro de la vida, y bañada por ese jugo ambivalente que reparte, a ratos tan amargo y a ratos tan cercano a la dulzura:

“Enredado a mis pasos, / el tiempo se demora sin oficio, / igual que una pelota desinflada”.

“Me paro unos instantes trastornada en mitad de la acera, / herida por la aguja alevosa del futuro”.

Gaite es consciente de que no es poeta y lo cuenta y lo canta de manera libérrima a través de este libro, y más concretamente a través del poema Sucedáneos, que tiene ese nexo entre lo popular y lo jaranero que la une para siempre a Lorca y a su capacidad de hacer eterno lo cotidiano.

Gaite sabe que la naturaleza es su cómplice. Ese espejo en el que se confiesa sin que ningún dios importe más que una persona.

A pesar de la simplicidad estética de algunas de sus imágenes, A rachas, poesía reunida es una autobiografía salvaje, poesía política (hay versos en los que parece dialogar directamente con Celaya) y confesional en estado puro:

“Héroes de no sé qué. / A los héroes de antaño / ahora nos los tropezamos. / Aparentan no hacer daño / no se acuerdan. Son los amos / de su podrida bonanza”.

Un testamento que hospeda premoniciones como la que guarda en su boca el poema Escondite inglés y en el que se interrelaciona su biografía, su llanto por lo perdido con un llanto que sus ojos jamás pensaron albergar, la muerte de su hija Marta.

El universo poético de Calila encumbra y eleva la elegía, la saca del contexto lúgubre y ácido del que nació y le insufla esa cadencia que solo tiene la verdad que no se esconde, aunque desdiga al personaje que los otros quieran adjudicarnos.

A rachas, poesía reunida es un libro mucho más incómodo de lo que su musicalidad canta a priori. Entre juegos, jaculatorias y reflexiones que no se olvidan del aliento de Santa Teresa y de San Juan de la Cruz, Gaite sostiene el eco de una generación que supo sobrevivir y vivir. Ella no dejará que el gris se acerque a ninguna de sus palabras. La Gaite poeta es un perseverante caleidoscopio capaz de iluminar todas las partes oscuras del devenir diario.

A rachas, poesía reunida, es un libro honesto (por el lugar desprejuiciado desde el que está escrito) y vigente, porque la memoria y la imaginación de Carmen abarcaron desde el comienzo de su andadura literaria la eternidad; valiente y voluntarioso, profundo, pero también dueño de esa liviandad que  lo une para siempre a quien a él se asome, un animal que lleva muchos animales dentro, un animal que muerde y lame como solo puede hacerlo aquello que sin pensarlo nace para trascender.

Así que no dejen de leerlo; la poesía es el género literario que necesita cualquier verano para ser eterno. Lean A rachas, poesía reunida y su memoria será otra, será ese nido fértil en el que el porvenir se acordará de ustedes y empezará a tirar de la carne como si todo pudiese comenzar de nuevo.

Imprescindible.

‘A Rachas. Poesía Reunida’. Carmen Martín Gaite. Prólogo de José Teruel. La Bella Varsovia. 150 páginas.

Deja tu comentario

¿Qué hacemos con tus datos?

En elasombrario.com le pedimos su nombre y correo electrónico (no publicamos el correo electrónico) para identificarlo entre el resto de las personas que comentan en el blog.

Comentarios

  • ¿Qué sucede cuando alguien cercano muere?

    Por ¿Qué sucede cuando alguien cercano muere?, el 22 febrero 2024

    […] trama –como la de la propia vida de Martín Gaite– podría haber tendido a la lágrima fácil, a arrojar drama sobre el drama. Sin embargo, no cae […]

Te pedimos tu nombre y email para poder enviarte nuestro newsletter o boletín de noticias y novedades de manera personalizada.

Solo usamos tu email para enviarte el newsletter y lo hacemos mediante MailChimp.