Cómo publicar libros que no provoquen deforestación global

Bosque tropical de La Fortuna de San Carlos, Costa Rica.

El mundo editorial, incluso el más concienciado, no acaba de aclararse respecto a los pasos a seguir para aplicar en sus negocios la compleja normativa contra la llamada ‘deforestación importada’ que ha sido aprobada en la Unión Europea y que entrará en vigor a comienzos del próximo año. En el marco de la Feria del Libro de Madrid, la organización FSC ha convocado a algunos de los implicados del sector para reflexionar sobre un reglamento que trata de impedir que se comercie en la UE con una serie de productos que generan talas en bosques tropicales, en este caso por el consumo de madera, que está detrás del 8% de esa deforestación global.

El encuentro, celebrado este lunes, puso de manifiesto que, a pocos meses de su puesta en marcha tras un plazo de año y medio desde que se aprobó, en junio de 2023, el proceso es complicado y faltan muchos pasos por dar. Desde FSC, entidad que certifica aquella madera que cumple con unos estándares ambientales y sociales, se explicó cómo va a funcionar su plataforma digital Blockchain, una herramienta que han desarrollado para facilitar esa misión de garantizar la sostenibilidad de los materiales forestales que están bajo su certificado y que han adaptado a la nueva normativa europea. Ese sistema tendrá que conectarse con la base de datos comunitaria para que figure en el registro oficial. Aquellos productos que no cumplan, y en los que se detecte que en origen degradan o destruyen bosques, serán sancionados con multas de hasta el 4% de la facturación global anual de la empresa en cuestión.

Si bien quienes estén asociados al certificado de FSC lo tendrán más fácil, lo cierto es que parece que, en general, no será sencillo conocer de dónde viene la madera que se utiliza para hacer esa pasta de papel que acaba siendo una novela o un ensayo más en nuestras estanterías, dado que el proceso funcionará con unos códigos que dificultan el acceso a esa información. Asimismo, hay dudas sobre lo que pasará en los países de origen, sobre todo en cuanto a quién comprobará que las geolocalizaciones aportadas por los países de origen, especialmente los que son grandes consumidores e importadores –como China– son auténticas, o qué ocurrirá en caso de engaño por parte de quienes inicien la cadena de custodia fuera de un espacio comunitario que no debería ni deforestarse ni degradarse para convertirse en una plantación.

“Nosotros estamos muy concienciados y vamos a seguir funcionando con FSC y su Blockchain, pero nos exigen que firmemos unas declaraciones de diligencia debida a la hora de informar de nuestros proveedores que no sabemos si vamos a poder cumplir para transmitirlo adecuadamente a los siguientes de la cadena si a nosotros no nos la facilitan”, señalaba Carlota del Amo, directora de comunicación y al cargo de la responsabilidad social corporativa de la editorial Penguin Random House Mondadori. Es una editorial pionera en lo que se refiere a la sostenibilidad. “¿Y qué pasa con los libros que son colaboraciones con otras empresas extranjeras?”, se pregunta.

Para que el reglamento europeo aprobado funcione, la empresa que corta el árbol en cualquier lugar del mundo deberá incluir en su factura, a la hora de venderlo, una geolocalización real de dónde ha ocurrido la tala, lo que se ocultará tras un código y una clave o pin. Según explicaba Arantza Pérez Oleaga, directora forestal en la patronal del papel ASPAPEL, que aglutina a medio centenar de empresas papeleras, el siguiente eslabón de la cadena deberá validar ese origen, basándose en una relación de confianza con su proveedor, aunque no conozca el punto exacto de la tala. Las editoriales, que son quienes hacen los libros, podrán elegir si a sus clientes (los distribuidores y librerías) les transmiten el código de custodia que les corresponda según las tiradas o según otros conceptos, dado que a veces con diferentes compras de papel pueden producir un mismo título.

Además, la UE hará una clasificación de los países según unas evaluaciones del riesgo que tienen de deforestar o degradar su territorio forestal, algo que se controla vía satélite (Copernicus) y con datos públicos y privados recogidos en diferentes instituciones. “En el caso de la madera utilizada para papel no será fácil determinar porque no son zonas deforestadas, sino degradadas con plantaciones de árboles, pero no es que no haya cubierta forestal”, recordaba Pérez Oleaga. De momento, a todos los países se les ha adjudicado de salida un riesgo estándar hasta que, en principio, a finales de año se haga una evaluación que puede variar el ránking.

En todo caso, las certificadoras de madera ya están preparadas para posicionarse como una opción deseable. Un caso es el de FSC, que ya certifica la sostenibilidad de 160 millones de hectáreas en el mundo (más de 750.000 en España) y de 168 empresas. “En 30 años hemos perdido en el mundo 7.400 millones de hectáreas de bosques, así que nos felicitamos por este nuevo reglamento que puede poner límites, pero requiere herramientas adaptadas a sus criterios, su marco de custodia y un sistema de evaluación de riesgos”, señalaba Silvia Martínez, responsable de proyectos en esta organización.

Es ahí donde entra el mencionado Blockchain de FSC, una tecnología digital de registro adaptada a este tema que ayudará a garantizar la trazabilidad de los productos, en este caso libros, desde el primer paso y que se basa en las compras y las ventas. Este Blockchain no puede ser alterado por nadie. Además, en FSC se ha creado un “módulo regulatorio” nuevo que permitirá a quienes quieran certificar sus productos con ellos que cumplen al 100% con el nuevo reglamento.

Como recordaba Martínez, con todo ello se trata de echar el freno a una deforestación en la que, si bien el sector editorial, o en general del papel, no está entre los principales responsables, sí que tiene que implicarse, como todos los demás. “Ya antes del reglamento, que comenzará a ser efectivo en 2025, en FSC venimos trabajando contra la deforestación ilegal, por la biodiversidad, en defensa de los derechos de los indígenas y de los trabajadores. Ahora se da un paso más con esta normativa que afecta a productos como el cacao, el café o la carne, pero también a los derivados de la madera. Quien cumpla con nuestros requisitos, no va a tener problemas”, aseguró.

En todo caso, y aunque las ventajas de leyes que limiten las talas indiscriminadas son evidentes, una duda se quedó planeando al final del evento sobre quién y cómo se va a comprobar que todas las geolocalizaciones de productos que entran en la UE son verdaderas.

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